Ciudad
del Vaticano, 10 mayo 2012 (VIS).- “Es para mí un motivo de alegría
recibiros en la conmemoración de los cincuenta años de la sede actual
del Pontificio Colegio Español de San José, y precisamente en la memoria
litúrgica de san Juan de Ávila, patrono del clero secular español, y al
que próximamente declararé Doctor de la Iglesia universal”, dijo
Benedicto XVI a los alumnos, rectores, superiores y religiosas de esa
institución, recibiéndolos esta mañana en audiencia.
“La
formación específica de los sacerdotes -agregó el pontífice- es siempre
una de las mayores prioridades de la Iglesia. Al ser enviados a Roma
para profundizar en vuestros estudios sacerdotales debéis pensar sobre
todo, no tanto en vuestro bien particular, cuanto en el servicio al
pueblo santo de Dios, que necesita pastores que se entreguen al hermoso
servicio de la santificación de los fieles con alta preparación y
competencia(...)Pero recordad que el sacerdote renueva su vida y saca
fuerzas para su ministerio de la contemplación de la divina Palabra y
del diálogo intenso con el Señor. Es consciente de que no podrá llevar a
Cristo a sus hermanos ni encontrarlo en los pobres y en los enfermos,
si no lo descubre antes en la oración ferviente y constante (...) El
itinerario de la formación sacerdotal es, también, una escuela de
comunión misionera: con el Sucesor de Pedro, con el propio obispo, en el
propio presbiterio, y siempre al servicio de la Iglesia particular y
universal”.
“Queridos
sacerdotes, que la vida y doctrina del Santo Maestro Juan de Ávila
iluminen y sostengan vuestra estancia en el Pontificio Colegio Español
de San José. Su profundo conocimiento de la Sagrada Escritura, de los
santos padres, de los concilios, de las fuentes litúrgicas y de la sana
teología, junto con su amor fiel y filial a la Iglesia, hizo de él un
auténtico renovador, en una época difícil de la historia de la Iglesia”,
explicó el Papa, citando a continuación las palabras de Pablo VI
durante la canonización del santo andaluz: “Fue un espíritu clarividente
y ardiente, que a la denuncia de los males, a la sugerencia de remedios
canónicos, ha añadido una escuela de intensa espiritualidad”.
“La
enseñanza central del Apóstol de Andalucía es el misterio de Cristo,
Sacerdote y Buen Pastor, vivido en sintonía con los sentimientos del
Señor, a imitación de san Pablo (...) Os invito, pues, a ejercer vuestro
ministerio presbiteral con el mismo celo apostólico que lo
caracterizaba, con su misma austeridad de vida, así como con el mismo
afecto filial que tenía a la santísima Virgen María, Madre de los
sacerdote”, concluyó el Santo Padre.
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