Ciudad
del Vaticano, 23 abril 2012
(VIS).-Con motivo del VII congreso mundial de Pastoral del Turismo,
que comienza hoy en la ciudad mexicana de Cancún, el Santo Padre ha
escrito un mensaje dirigido al cardenal Antonio María Veglió,
presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes
e Itinerantes; y al obispo-prelado de Cancún-Chetumal, Mons. Pedro
Pablo Elizondo Cárdenas, L.C.
“El
turismo (…) al igual que toda realidad humana, debe ser iluminado y
transformado por la Palabra de Dios -escribe Benedicto XVI-. (…) El
turismo, junto con las vacaciones y el tiempo libre, aparece como un
espacio privilegiado para la restauración física y espiritual,
posibilita el encuentro de quienes pertenecen a culturas diversas, y
es ocasión de acercamiento a la naturaleza, favoreciendo por todo
ello la escucha y la contemplación, la tolerancia y la paz, el
diálogo y la armonía en medio de la diversidad”.
“El
viaje es manifestación de nuestro ser 'homo viator', al mismo tiempo
que refleja ese otro itinerario, más profundo y significativo, que
estamos llamados a recorrer: el que nos conduce al encuentro con
Dios. La posibilidad que nos brindan los viajes de admirar la belleza
de los pueblos, de las culturas y de la naturaleza, nos puede
conducir a Dios, favoreciendo la experiencia de fe, «pues por la
grandeza y hermosura de las criaturas se llega por analogía a
contemplar a su creador» (Sb 13,5)”.
“Por
otra parte el turismo, como toda realidad humana, no está exento de
peligros ni elementos negativos. Se trata de males que hay que
afrontar urgentemente, ya que conculcan los derechos y la dignidad de
millones de hombres y mujeres, especialmente de los pobres, los
menores y los discapacitados. El turismo sexual es una de las formas
más abyectas de estas desviaciones que devastan, desde el punto de
vista moral, psicológico y sanitario, la vida de las personas, de
tantas familias y, a veces, de comunidades enteras. La trata de seres
humanos por motivos sexuales o para trasplantes de órganos, así
como la explotación de menores, su abandono en manos de personas sin
escrúpulos, el abuso, la tortura, se producen tristemente en muchos
contextos turísticos. Todo esto ha de inducir a aquellos que se
dedican pastoralmente o por motivos de trabajo al mundo del turismo,
y a toda la comunidad internacional, a aumentar la vigilancia, a
prevenir y contrastar estas aberraciones”. (...)
“Deseo
destacar tres ámbitos en los que la pastoral del turismo debe
centrar su atención. En primer lugar, iluminar este fenómeno con la
doctrina social de la Iglesia, promoviendo una cultura del turismo
ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la
dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo,
sostenible y ecológico. El disfrute del tiempo libre y las
vacaciones periódicas son una oportunidad, así como un derecho. La
Iglesia desea seguir ofreciendo su sincera colaboración, desde el
ámbito que le es propio, para hacer que este derecho sea una
realidad para todos los seres humanos, especialmente para los
colectivos más desfavorecidos”.
“En
segundo lugar, la acción pastoral nunca debe olvidar la (...) «vía
de la belleza». Muchas de las manifestaciones del patrimonio
histórico-cultural religioso «son auténticos caminos hacia Dios,
la Belleza suprema». (…) Es importante cuidar la acogida y
organizar las visitas turísticas siempre desde el respeto al lugar
sagrado y a la función litúrgica para la que nacieron muchas de
estas obras y que sigue siendo su destino primordial”.
“Y,
en tercer lugar, la pastoral del turismo ha de acompañar a los
cristianos en el disfrute de sus vacaciones y tiempo libre, de modo
que sean de provecho para su crecimiento humano y espiritual. Éste
es ciertamente «un tiempo oportuno para que el cuerpo se relaje y
también (...) para crecer en la relación personal con Cristo»”.
(...)
“La
nueva evangelización -concluye el Papa-, a la que todos estamos
convocados, nos exige tener presente y aprovechar las numerosas
ocasiones que el fenómeno del turismo nos ofrece para presentar a
Cristo como respuesta suprema a los interrogantes del hombre de hoy”.
Gracias, Santo Padre. Su voz clama por los que no tienen voz.
ResponderEliminarEstas directrices están muy bien pensadas.