CIUDAD DEL VATICANO, 7 NOV 2010 (VIS).-El Papa visitó esta tarde la Obra Benéfico Social del Nen Déu, la institución benéfica creada en 1892 por la beata Carmen del Niño Jesús González Ramos, fundadora de las “Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones”.
En su origen, la institución prestaba asistencia a los hijos de familias pobres, en su mayor parte niños con síndrome de Down. Sin embargo, dada la reducción gradual de estos casos, hoy en día esa sede acoge a 250 pacientes -cuya edad oscila entre 3 y 21 años- autistas, epilépticos graves y con problemas de personalidad, atendidos por ocho religiosas y alrededor de ochenta profesionales y voluntarios.
A su llegada, el Santo Padre fue recibido por el cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona y, tras saludar en catalán a la Superiora de la comunidad, a los miembros del Patronato de la Obra, a los pacientes y a sus familias, añadió:
“Voldria, també, manifestar la meva reconeixença a les Autoritats, invitant-les a maldar perquè els serveis socials arribin sempre als més desvalguts, i als qui amb el seu generós recolzament sostenen entitats assistencials d’iniciativa privada, com aquesta Escola d’Educació Especial del Nen Déu. En aquests moments, en els quals moltes llars passen serioses dificultats econòmiques, els deixebles de Crist hem de multiplicar els gestos concrets de solidaritat efectiva i constant, manifestant així que la caritat és el distintiu de la nostra condició cristiana”. (Quisiera, asimismo, expresar mi reconocimiento a las autoridades, invitándolas a prodigarse para que los servicios sociales alcancen siempre a los más desvalidos, y a quienes sostienen con su generoso apoyo entidades asistenciales de iniciativa privada, como esta Escuela de Educación Especial del Nen Déu. En estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas, los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana).
“Con la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia, se ha puesto de relieve esta mañana que el templo es signo del verdadero santuario de Dios entre los hombres”, dijo después el Papa”. Ahora, quiero destacar cómo, con el esfuerzo de ésta y otras instituciones eclesiales análogas (...) se pone de manifiesto que, para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad. La Iglesia quiere así hacer realidad las palabras del Señor en el Evangelio: “Os aseguro que cuanto hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.
“En el cuidado de los más débiles, mucho han contribuido los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico. Por eso, es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana –subrayó el pontífice- de modo que quienes padecen enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas puedan recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas.
“Queridos niños y jóvenes -concluyó el Santo Padre- me despido de vosotros dando gracias a Dios por vuestras vidas, tan preciosas a sus ojos, y asegurándoos que ocupáis un lugar muy importante en el corazón del Papa. (...) No me olvido tampoco de orar por los que están al servicio de los que sufren, trabajando incansablemente para que las personas con discapacidades puedan ocupar su justo lugar en la sociedad y no sean marginadas a causa de sus limitaciones. A este respecto, quisiera reconocer, de manera especial, el testimonio fiel de los sacerdotes y visitadores de enfermos en sus casas, en los hospitales o en otras instituciones especializadas. Ellos encarnan ese importante ministerio de consolación ante las fragilidades de nuestra condición, que la Iglesia busca desempeñar con los mismos sentimientos del Buen Samaritano.”
Después de su discurso el Papa recibió los regalos que habían preparado para él los niños y jóvenes del Nen Déu y bendijo la primera piedra de la nueva residencia de esa institución, que llevará su nombre. A continuación, se trasladó en automóvil al aeropuerto, donde a las 18,30 se encontró en privado con el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
PV-ESPAÑA/ VIS 20101108 (730)
En su origen, la institución prestaba asistencia a los hijos de familias pobres, en su mayor parte niños con síndrome de Down. Sin embargo, dada la reducción gradual de estos casos, hoy en día esa sede acoge a 250 pacientes -cuya edad oscila entre 3 y 21 años- autistas, epilépticos graves y con problemas de personalidad, atendidos por ocho religiosas y alrededor de ochenta profesionales y voluntarios.
A su llegada, el Santo Padre fue recibido por el cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona y, tras saludar en catalán a la Superiora de la comunidad, a los miembros del Patronato de la Obra, a los pacientes y a sus familias, añadió:
“Voldria, també, manifestar la meva reconeixença a les Autoritats, invitant-les a maldar perquè els serveis socials arribin sempre als més desvalguts, i als qui amb el seu generós recolzament sostenen entitats assistencials d’iniciativa privada, com aquesta Escola d’Educació Especial del Nen Déu. En aquests moments, en els quals moltes llars passen serioses dificultats econòmiques, els deixebles de Crist hem de multiplicar els gestos concrets de solidaritat efectiva i constant, manifestant així que la caritat és el distintiu de la nostra condició cristiana”. (Quisiera, asimismo, expresar mi reconocimiento a las autoridades, invitándolas a prodigarse para que los servicios sociales alcancen siempre a los más desvalidos, y a quienes sostienen con su generoso apoyo entidades asistenciales de iniciativa privada, como esta Escuela de Educación Especial del Nen Déu. En estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas, los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana).
“Con la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia, se ha puesto de relieve esta mañana que el templo es signo del verdadero santuario de Dios entre los hombres”, dijo después el Papa”. Ahora, quiero destacar cómo, con el esfuerzo de ésta y otras instituciones eclesiales análogas (...) se pone de manifiesto que, para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad. La Iglesia quiere así hacer realidad las palabras del Señor en el Evangelio: “Os aseguro que cuanto hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.
“En el cuidado de los más débiles, mucho han contribuido los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico. Por eso, es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana –subrayó el pontífice- de modo que quienes padecen enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas puedan recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas.
“Queridos niños y jóvenes -concluyó el Santo Padre- me despido de vosotros dando gracias a Dios por vuestras vidas, tan preciosas a sus ojos, y asegurándoos que ocupáis un lugar muy importante en el corazón del Papa. (...) No me olvido tampoco de orar por los que están al servicio de los que sufren, trabajando incansablemente para que las personas con discapacidades puedan ocupar su justo lugar en la sociedad y no sean marginadas a causa de sus limitaciones. A este respecto, quisiera reconocer, de manera especial, el testimonio fiel de los sacerdotes y visitadores de enfermos en sus casas, en los hospitales o en otras instituciones especializadas. Ellos encarnan ese importante ministerio de consolación ante las fragilidades de nuestra condición, que la Iglesia busca desempeñar con los mismos sentimientos del Buen Samaritano.”
Después de su discurso el Papa recibió los regalos que habían preparado para él los niños y jóvenes del Nen Déu y bendijo la primera piedra de la nueva residencia de esa institución, que llevará su nombre. A continuación, se trasladó en automóvil al aeropuerto, donde a las 18,30 se encontró en privado con el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
PV-ESPAÑA/ VIS 20101108 (730)
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