CIUDAD DEL VATICANO, 17 SEP 2010 (VIS).-A las 15,40, el Santo Padre se desplazó en automóvil a Lambeth Palace, residencia oficial del arzobispo de Canterbury. La biblioteca, una de las más antiguas del país, tiene más de 120.000 libros sobre la historia política, social y económica de los países de habla inglesa y custodia entre otros el archivo de los arzobispos de Canterbury desde el siglo XIII y el de la Iglesia de Inglaterra.
La Iglesia de Inglaterra, iglesia nacional que se separó de la Iglesia Católica en 1533 con el Acto de Supremacía de Enrique VIII, está formada por las provincias eclesiásticas de Canterbury y York, que comprenden las 43 diócesis del Reino Unido y de las que forman parte unos 25 millones de fieles, el 43% de la población de Reino Unido. La Reina Isabel es el Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, mientras su jefe espiritual es el arzobispo de Canterbury, Primado de toda Inglaterra. Los dos arzobispos que presiden las dos provincias, con otros 24 obispos, pertenecen por derecho a la Cámara de los Lords. La Comunión Anglicana cuenta con unos 80 millones de fieles pertenecientes a 38 provincias autónomas en 164 países.
A su llegada a Lambeth Palace el Santo Padre fue recibido en la Biblioteca por el actual Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. Estaban también presentes el arzobispo de York, el Primado de Escocia, el arzobispo de Gales y los obispos de Londres y Winchester.
El Santo Padre visitó la exposición en curso actualmente en la Biblioteca con motivo del 400 aniversario de su fundación y después de una breve oración y del discurso del arzobispo Williams se dirigió a los presentes
Benedicto XVI recordó cómo el arzobispo de Canterbury había citado en su discurso el histórico encuentro hace casi 30 años del Papa Juan Pablo II con el entonces arzobispo de Canterbury Robert Runcie y observó que a pesar de “las dificultades que el camino ecuménico ha encontrado, en los 40 años transcurridos desde el comienzo de los trabajos de la Comisión Internacional Anglo Católica ha habido un “notable progreso en muchos ámbitos del diálogo”.
“El contexto del diálogo entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica ha evolucionado de forma espectacular desde la reunión privada entre el Papa Juan XXIII y el Arzobispo Geoffrey Fisher en 1960. Por un lado, la cultura que nos rodea se distancia cada vez más de sus raíces cristianas, a pesar de una profunda e intensa hambre de espiritualidad. Por otro lado, la creciente dimensión multicultural de la sociedad, especialmente marcada en este país, trae consigo la oportunidad de encontrar otras religiones. Para los cristianos, esto nos abre la posibilidad de explorar, junto a los miembros de otras tradiciones religiosas, formas de dar testimonio de la dimensión trascendente de la persona humana y de la vocación universal a la santidad. (...) La cooperación ecuménica en esta tarea sigue siendo esencial, y ciertamente dará frutos en la promoción de la paz y la armonía en un mundo que, con tanta frecuencia, corre el riesgo de fragmentarse.”.
“Al mismo tiempo, los cristianos nunca debemos vacilar en proclamar nuestra fe en la unicidad de la salvación que nos ha ganado Cristo, y en explorar juntos una comprensión más profunda de los medios que Él nos ha dado para alcanzar dicha salvación. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y la verdad no es otra que Jesucristo. (...) Fieles a la voluntad del Señor (...) reconocemos que la Iglesia está llamada a ser inclusiva, pero nunca a expensas de la verdad cristiana. En esto radica el dilema que afrontan cuantos están sinceramente comprometidos con el camino ecuménico”.
En este ámbito, el Papa se refirió al cardenal John Henry Newman, “cuya visión eclesial creció con su formación anglicana y maduró durante sus muchos años como ministro ordenado en la Iglesia de Inglaterra. Él nos enseña las virtudes que exige el ecumenismo: por un lado, seguía su conciencia, aun con gran sacrificio personal; y por otro, el calor de su constante amistad con sus antiguos compañeros le condujo a investigar con ellos (...) las cuestiones sobre las que diferían, impulsado por un profundo anhelo de unidad en la fe”.
“Con ese mismo espíritu de amistad -concluyó- renovemos nuestra determinación de buscar la unidad en la fe, la esperanza y la caridad, de acuerdo con la voluntad de Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador”.
Terminado el encuentro con el Arzobispo de Canterbury Benedicto XVI se trasladó en papamóvil a Westminster Hall.
PV-REINO UNIDO/ VIS 20100918 (770)
La Iglesia de Inglaterra, iglesia nacional que se separó de la Iglesia Católica en 1533 con el Acto de Supremacía de Enrique VIII, está formada por las provincias eclesiásticas de Canterbury y York, que comprenden las 43 diócesis del Reino Unido y de las que forman parte unos 25 millones de fieles, el 43% de la población de Reino Unido. La Reina Isabel es el Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, mientras su jefe espiritual es el arzobispo de Canterbury, Primado de toda Inglaterra. Los dos arzobispos que presiden las dos provincias, con otros 24 obispos, pertenecen por derecho a la Cámara de los Lords. La Comunión Anglicana cuenta con unos 80 millones de fieles pertenecientes a 38 provincias autónomas en 164 países.
A su llegada a Lambeth Palace el Santo Padre fue recibido en la Biblioteca por el actual Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. Estaban también presentes el arzobispo de York, el Primado de Escocia, el arzobispo de Gales y los obispos de Londres y Winchester.
El Santo Padre visitó la exposición en curso actualmente en la Biblioteca con motivo del 400 aniversario de su fundación y después de una breve oración y del discurso del arzobispo Williams se dirigió a los presentes
Benedicto XVI recordó cómo el arzobispo de Canterbury había citado en su discurso el histórico encuentro hace casi 30 años del Papa Juan Pablo II con el entonces arzobispo de Canterbury Robert Runcie y observó que a pesar de “las dificultades que el camino ecuménico ha encontrado, en los 40 años transcurridos desde el comienzo de los trabajos de la Comisión Internacional Anglo Católica ha habido un “notable progreso en muchos ámbitos del diálogo”.
“El contexto del diálogo entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica ha evolucionado de forma espectacular desde la reunión privada entre el Papa Juan XXIII y el Arzobispo Geoffrey Fisher en 1960. Por un lado, la cultura que nos rodea se distancia cada vez más de sus raíces cristianas, a pesar de una profunda e intensa hambre de espiritualidad. Por otro lado, la creciente dimensión multicultural de la sociedad, especialmente marcada en este país, trae consigo la oportunidad de encontrar otras religiones. Para los cristianos, esto nos abre la posibilidad de explorar, junto a los miembros de otras tradiciones religiosas, formas de dar testimonio de la dimensión trascendente de la persona humana y de la vocación universal a la santidad. (...) La cooperación ecuménica en esta tarea sigue siendo esencial, y ciertamente dará frutos en la promoción de la paz y la armonía en un mundo que, con tanta frecuencia, corre el riesgo de fragmentarse.”.
“Al mismo tiempo, los cristianos nunca debemos vacilar en proclamar nuestra fe en la unicidad de la salvación que nos ha ganado Cristo, y en explorar juntos una comprensión más profunda de los medios que Él nos ha dado para alcanzar dicha salvación. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y la verdad no es otra que Jesucristo. (...) Fieles a la voluntad del Señor (...) reconocemos que la Iglesia está llamada a ser inclusiva, pero nunca a expensas de la verdad cristiana. En esto radica el dilema que afrontan cuantos están sinceramente comprometidos con el camino ecuménico”.
En este ámbito, el Papa se refirió al cardenal John Henry Newman, “cuya visión eclesial creció con su formación anglicana y maduró durante sus muchos años como ministro ordenado en la Iglesia de Inglaterra. Él nos enseña las virtudes que exige el ecumenismo: por un lado, seguía su conciencia, aun con gran sacrificio personal; y por otro, el calor de su constante amistad con sus antiguos compañeros le condujo a investigar con ellos (...) las cuestiones sobre las que diferían, impulsado por un profundo anhelo de unidad en la fe”.
“Con ese mismo espíritu de amistad -concluyó- renovemos nuestra determinación de buscar la unidad en la fe, la esperanza y la caridad, de acuerdo con la voluntad de Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador”.
Terminado el encuentro con el Arzobispo de Canterbury Benedicto XVI se trasladó en papamóvil a Westminster Hall.
PV-REINO UNIDO/ VIS 20100918 (770)
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