CIUDAD DEL VATICANO, 6 JUN 2010 (VIS).-Sigue un amplio extracto de la síntesis del "Instrumentum laboris" de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos.
En el prefacio, el secretario general del Sínodo de los Obispos, el arzobispo Nikola Eterovic, afirma que "la situación actual en Oriente Medio es en muchos aspectos similar a la experimentada por la primitiva comunidad cristiana en Tierra Santa" en medio de dificultades y persecuciones.
En la introducción se recuerdan los dos principales objetivos del Sínodo: en primer lugar, "confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos" y en segundo lugar, "reavivar la comunión eclesial entre las Iglesias "sui iuris" para que ofrezcan un testimonio de vida cristiana auténtica, alegre y atractiva".
El primer capítulo trata de la Iglesia Católica en Oriente Medio, señalando que todas las iglesias del mundo "se remontan a la Iglesia de Jerusalén. (...) Se recuerda que las iglesias de Oriente Medio son de origen apostólico y que "sería una pérdida para la Iglesia universal si el cristianismo se debilitase o desapareciese en el lugar donde nació. Por lo tanto, hay una grave responsabilidad de "mantener la fe cristiana en esta tierra santa. (...) A continuación dice que los cristianos, a pesar de su "pequeño número", pertenecen plenamente al tejido social y a la "identidad misma" de estos países. Su desaparición representaría una pérdida para el pluralismo de Oriente Medio. Los católicos están llamados a promover el concepto de "laicidad positiva" del Estado para "aliviar el carácter teocrático del gobierno" y permitir "más igualdad entre los ciudadanos de las diferentes religiones, favoreciendo así la promoción de una democracia sana, positivamente laica, que reconozca plenamente el papel de la religión, también en la vida pública, en el pleno respeto de la distinción entre los órdenes religioso y temporal. (...) Luego, el documento señala que los conflictos regionales hacen todavía más frágil la situación de los cristianos. "La ocupación israelí de los territorios palestinos hace difícil la vida cotidiana por la libertad de movimiento, la economía y la vida social y religiosa (el acceso a los Santos Lugares, condicionada por permisos militares concedidos a unos y negados a otros , por razones de seguridad). (...) Los cristianos se encuentran entre las principales víctimas de la guerra en Irak. (...) "En el Líbano, los cristianos están divididos en ámbito político y confesional". "En Egipto, por una parte, el crecimiento del Islam político y por otra, la retirada, en parte obligada, de los cristianos de la sociedad civil hacen que su vida esté expuesta a graves dificultades". "En otros países, el autoritarismo y la dictadura empujan a la población, incluidos los cristianos, a soportar todo en silencio para salvar lo esencial. En Turquía, el actual concepto de laicidad plantea problemas a la plena libertad religiosa en el país". Se exhorta a los cristianos a no abandonar su compromiso con la sociedad a pesar de las tentaciones del desaliento. "Se releva que en Oriente -por lo general- la libertad religiosa significa habitualmente libertad de culto" y no "libertad de conciencia, es decir, libertad de creer o no creer, de practicar la religión en privado o en público sin ningún impedimento, y la libertad de cambiar de religión. En Oriente, la religión es generalmente una opción social, e incluso nacional, no individual. Cambiar de religión se considera una traición a la sociedad, a la cultura y a la Nación, construida principalmente sobre una tradición religiosa". Por eso, "la conversión a la fe cristiana se considera como el resultado de un proselitismo interesado y no de una genuina convicción religiosa. Para los musulmanes, a menudo está prohibido por las leyes del Estado. (...) Mientras tanto, el extremismo islámico sigue creciendo en toda la zona, lo que constituye "una amenaza para todos los cristianos, judíos y musulmanes. En este contexto de conflictos, dificultades económicas y limitaciones políticas y religiosas, los cristianos siguen emigrando: "en el juego de la política internacional -se subraya- a menudo se ignora la existencia de los cristianos, que son las primeras víctimas; esta es una de las principales causas de la emigración".
El segundo capítulo está dedicado a la comunión eclesial. (...) Esta comunión en el seno de la Iglesia Católica -se lee en el texto- se manifiesta por dos signos principales: el Bautismo y la Eucaristía en comunión con el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, corifeo de los apóstoles, (...) principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de fe y de comunión. (...) La comunión entre los distintos miembros de una misma Iglesia o Patriarcado -se lee en el "Instrumentum laboris"- sigue el modelo de la comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. En el plano de la Iglesia Patriarcal, la comunión se expresa por el Sínodo de Obispos, que reúne toda una comunidad alrededor del Patriarca, Padre y jefe de su Iglesia. (...) Los cristianos están invitados a sentirse "miembros de la Iglesia Católica en Oriente Medio y, no sólo miembros de una iglesia particular".
El tercer capítulo aborda la cuestión del testimonio cristiano. En primer lugar, reitera "la importancia de la catequesis, (...) la urgencia del ecumenismo, superando prejuicios y desconfianza a través del diálogo y la colaboración. (...) Se condena "firmemente el proselitismo que utiliza medios no conformes con el Evangelio. Se analizan después las relaciones con el judaísmo, que encuentran "en el Concilio Vaticano II un punto de referencia fundamental". El diálogo con los judíos, se define "esencial, aunque no fácil", ya que se resiente del conflicto entre israelíes y palestinos. La Iglesia manifiesta el deseo de que "ambos pueblos puedan vivir en paz en una patria propia, dentro de fronteras seguras y fronteras reconocidas internacionalmente". Se reitera la firme condena del antisemitismo, subrayando que "las actitudes negativas actuales entre pueblos árabes y pueblo judío parecen ante todo de tipo político" y, por tanto ajenos a cualquier discurso eclesial. Los cristianos están llamados a "aportar un espíritu de reconciliación basado en la paz y la equidad para ambas partes. Por otra parte, las Iglesias en Oriente Medio invitan a mantener la distinción entre realidad religiosa y política. También las relaciones de la Iglesia Católica con los musulmanes tienen su fundamento en el Concilio Vaticano II. (...) Las relaciones entre cristianos y musulmanes son, más o menos a menudo, difíciles -dice el documento-, sobre todo por el hecho de que los musulmanes no hacen distinción entre la religión y la política, lo cual pone a los cristianos en la delicada situación de no-ciudadanos, mientras son ciudadanos de estos países ya desde mucho antes de la llegada del Islam. La clave del éxito de la coexistencia entre cristianos y musulmanes depende del reconocimiento de la libertad religiosa y los derechos humanos". "Los cristianos están llamados ... a no aislarse en guetos, o en actitudes defensivas y a no replegarse sobre sí mismos, actitudes típicas de las minorías. (...) En la situación de conflicto en la región se exhorta a los cristianos a promover "la pedagogía de la paz": se trata de un camino "realista, y aunque corre el peligro de ser rechazada por muchos, también tiene más posibilidades de ser aceptada, dado que la violencia, tanto de los fuertes como de los débiles, ha producido en Oriente Medio, solamente fracasos y estancamiento y general. Esa situación es "explotada por el terrorismo mundial más radical". La contribución de los cristianos, "que requiere mucho coraje, es indispensable", aunque "con demasiada frecuencia" los países de Oriente Medio "identifican Occidente con el Cristianismo", acarreando grandes daños a las Iglesias cristianas. (...) El documento también analiza el fuerte impacto de la modernidad que para el creyente musulmán "se presenta con un rostro ateo e inmoral y la vive como una invasión cultural que lo amenaza, alterando su sistema de valores". "La modernidad, por otra parte, es también lucha por la justicia y la igualdad y defensa de los derechos. (...) El cristiano tiene una contribución especial que aportar en el ámbito de la justicia y la paz", tiene el deber de "denunciar con valor la violencia, sea cual sea su procedencia, y sugerir una solución, que no puede por menos que pasar por el diálogo", la reconciliación y el perdón. No obstante, los cristianos deben "exigir por medios pacíficos" que también sus derechos "sean reconocidos por las autoridades civiles". El documento aborda después la cuestión de la evangelización en una sociedad musulmana, que sólo puede darse a través del testimonio, pero "se pide que esto se garantice también mediante oportunas intervenciones externas". De cualquier forma, la labor caritativa de las comunidades católicas "con los más pobres y marginados, sin discriminación alguna, representa el modo más evidente de difusión del mensaje cristiano".
En la Conclusión, el documento señala "la preocupación por las dificultades del momento presente, pero al mismo tiempo, la esperanza, fundada en la fe cristiana. (...) Durante décadas, la ausencia de resolución del conflicto entre israelíes y palestinos, la falta de respeto del derecho internacional y de los derechos humanos y el egoísmo de las grandes potencias han desestabilizado el equilibrio de la región e impuesto a la población una violencia que amenaza con condenarlos a la desesperación. La consecuencia de todo ello es la emigración, especialmente de los cristianos. Frente a este desafío y con el apoyo de la comunidad cristiana universal, el cristiano en Oriente Medio está llamado a aceptar su vocación al servicio de la sociedad. "A los cristianos de Oriente Medio -concluye el "Instrumentum laboris"- se puede repetir hoy todavía: "¡No temas, pequeño rebaño", tienes una misión, dependerá de ti el crecimiento de tu país y la vitalidad de tu Iglesia, y esto solo se logrará con la paz, la justicia y la igualdad de todos sus ciudadanos!".
SE/ VIS 20100606 (1660)
En el prefacio, el secretario general del Sínodo de los Obispos, el arzobispo Nikola Eterovic, afirma que "la situación actual en Oriente Medio es en muchos aspectos similar a la experimentada por la primitiva comunidad cristiana en Tierra Santa" en medio de dificultades y persecuciones.
En la introducción se recuerdan los dos principales objetivos del Sínodo: en primer lugar, "confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos" y en segundo lugar, "reavivar la comunión eclesial entre las Iglesias "sui iuris" para que ofrezcan un testimonio de vida cristiana auténtica, alegre y atractiva".
El primer capítulo trata de la Iglesia Católica en Oriente Medio, señalando que todas las iglesias del mundo "se remontan a la Iglesia de Jerusalén. (...) Se recuerda que las iglesias de Oriente Medio son de origen apostólico y que "sería una pérdida para la Iglesia universal si el cristianismo se debilitase o desapareciese en el lugar donde nació. Por lo tanto, hay una grave responsabilidad de "mantener la fe cristiana en esta tierra santa. (...) A continuación dice que los cristianos, a pesar de su "pequeño número", pertenecen plenamente al tejido social y a la "identidad misma" de estos países. Su desaparición representaría una pérdida para el pluralismo de Oriente Medio. Los católicos están llamados a promover el concepto de "laicidad positiva" del Estado para "aliviar el carácter teocrático del gobierno" y permitir "más igualdad entre los ciudadanos de las diferentes religiones, favoreciendo así la promoción de una democracia sana, positivamente laica, que reconozca plenamente el papel de la religión, también en la vida pública, en el pleno respeto de la distinción entre los órdenes religioso y temporal. (...) Luego, el documento señala que los conflictos regionales hacen todavía más frágil la situación de los cristianos. "La ocupación israelí de los territorios palestinos hace difícil la vida cotidiana por la libertad de movimiento, la economía y la vida social y religiosa (el acceso a los Santos Lugares, condicionada por permisos militares concedidos a unos y negados a otros , por razones de seguridad). (...) Los cristianos se encuentran entre las principales víctimas de la guerra en Irak. (...) "En el Líbano, los cristianos están divididos en ámbito político y confesional". "En Egipto, por una parte, el crecimiento del Islam político y por otra, la retirada, en parte obligada, de los cristianos de la sociedad civil hacen que su vida esté expuesta a graves dificultades". "En otros países, el autoritarismo y la dictadura empujan a la población, incluidos los cristianos, a soportar todo en silencio para salvar lo esencial. En Turquía, el actual concepto de laicidad plantea problemas a la plena libertad religiosa en el país". Se exhorta a los cristianos a no abandonar su compromiso con la sociedad a pesar de las tentaciones del desaliento. "Se releva que en Oriente -por lo general- la libertad religiosa significa habitualmente libertad de culto" y no "libertad de conciencia, es decir, libertad de creer o no creer, de practicar la religión en privado o en público sin ningún impedimento, y la libertad de cambiar de religión. En Oriente, la religión es generalmente una opción social, e incluso nacional, no individual. Cambiar de religión se considera una traición a la sociedad, a la cultura y a la Nación, construida principalmente sobre una tradición religiosa". Por eso, "la conversión a la fe cristiana se considera como el resultado de un proselitismo interesado y no de una genuina convicción religiosa. Para los musulmanes, a menudo está prohibido por las leyes del Estado. (...) Mientras tanto, el extremismo islámico sigue creciendo en toda la zona, lo que constituye "una amenaza para todos los cristianos, judíos y musulmanes. En este contexto de conflictos, dificultades económicas y limitaciones políticas y religiosas, los cristianos siguen emigrando: "en el juego de la política internacional -se subraya- a menudo se ignora la existencia de los cristianos, que son las primeras víctimas; esta es una de las principales causas de la emigración".
El segundo capítulo está dedicado a la comunión eclesial. (...) Esta comunión en el seno de la Iglesia Católica -se lee en el texto- se manifiesta por dos signos principales: el Bautismo y la Eucaristía en comunión con el Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, corifeo de los apóstoles, (...) principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de fe y de comunión. (...) La comunión entre los distintos miembros de una misma Iglesia o Patriarcado -se lee en el "Instrumentum laboris"- sigue el modelo de la comunión con la Iglesia universal y con el Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma. En el plano de la Iglesia Patriarcal, la comunión se expresa por el Sínodo de Obispos, que reúne toda una comunidad alrededor del Patriarca, Padre y jefe de su Iglesia. (...) Los cristianos están invitados a sentirse "miembros de la Iglesia Católica en Oriente Medio y, no sólo miembros de una iglesia particular".
El tercer capítulo aborda la cuestión del testimonio cristiano. En primer lugar, reitera "la importancia de la catequesis, (...) la urgencia del ecumenismo, superando prejuicios y desconfianza a través del diálogo y la colaboración. (...) Se condena "firmemente el proselitismo que utiliza medios no conformes con el Evangelio. Se analizan después las relaciones con el judaísmo, que encuentran "en el Concilio Vaticano II un punto de referencia fundamental". El diálogo con los judíos, se define "esencial, aunque no fácil", ya que se resiente del conflicto entre israelíes y palestinos. La Iglesia manifiesta el deseo de que "ambos pueblos puedan vivir en paz en una patria propia, dentro de fronteras seguras y fronteras reconocidas internacionalmente". Se reitera la firme condena del antisemitismo, subrayando que "las actitudes negativas actuales entre pueblos árabes y pueblo judío parecen ante todo de tipo político" y, por tanto ajenos a cualquier discurso eclesial. Los cristianos están llamados a "aportar un espíritu de reconciliación basado en la paz y la equidad para ambas partes. Por otra parte, las Iglesias en Oriente Medio invitan a mantener la distinción entre realidad religiosa y política. También las relaciones de la Iglesia Católica con los musulmanes tienen su fundamento en el Concilio Vaticano II. (...) Las relaciones entre cristianos y musulmanes son, más o menos a menudo, difíciles -dice el documento-, sobre todo por el hecho de que los musulmanes no hacen distinción entre la religión y la política, lo cual pone a los cristianos en la delicada situación de no-ciudadanos, mientras son ciudadanos de estos países ya desde mucho antes de la llegada del Islam. La clave del éxito de la coexistencia entre cristianos y musulmanes depende del reconocimiento de la libertad religiosa y los derechos humanos". "Los cristianos están llamados ... a no aislarse en guetos, o en actitudes defensivas y a no replegarse sobre sí mismos, actitudes típicas de las minorías. (...) En la situación de conflicto en la región se exhorta a los cristianos a promover "la pedagogía de la paz": se trata de un camino "realista, y aunque corre el peligro de ser rechazada por muchos, también tiene más posibilidades de ser aceptada, dado que la violencia, tanto de los fuertes como de los débiles, ha producido en Oriente Medio, solamente fracasos y estancamiento y general. Esa situación es "explotada por el terrorismo mundial más radical". La contribución de los cristianos, "que requiere mucho coraje, es indispensable", aunque "con demasiada frecuencia" los países de Oriente Medio "identifican Occidente con el Cristianismo", acarreando grandes daños a las Iglesias cristianas. (...) El documento también analiza el fuerte impacto de la modernidad que para el creyente musulmán "se presenta con un rostro ateo e inmoral y la vive como una invasión cultural que lo amenaza, alterando su sistema de valores". "La modernidad, por otra parte, es también lucha por la justicia y la igualdad y defensa de los derechos. (...) El cristiano tiene una contribución especial que aportar en el ámbito de la justicia y la paz", tiene el deber de "denunciar con valor la violencia, sea cual sea su procedencia, y sugerir una solución, que no puede por menos que pasar por el diálogo", la reconciliación y el perdón. No obstante, los cristianos deben "exigir por medios pacíficos" que también sus derechos "sean reconocidos por las autoridades civiles". El documento aborda después la cuestión de la evangelización en una sociedad musulmana, que sólo puede darse a través del testimonio, pero "se pide que esto se garantice también mediante oportunas intervenciones externas". De cualquier forma, la labor caritativa de las comunidades católicas "con los más pobres y marginados, sin discriminación alguna, representa el modo más evidente de difusión del mensaje cristiano".
En la Conclusión, el documento señala "la preocupación por las dificultades del momento presente, pero al mismo tiempo, la esperanza, fundada en la fe cristiana. (...) Durante décadas, la ausencia de resolución del conflicto entre israelíes y palestinos, la falta de respeto del derecho internacional y de los derechos humanos y el egoísmo de las grandes potencias han desestabilizado el equilibrio de la región e impuesto a la población una violencia que amenaza con condenarlos a la desesperación. La consecuencia de todo ello es la emigración, especialmente de los cristianos. Frente a este desafío y con el apoyo de la comunidad cristiana universal, el cristiano en Oriente Medio está llamado a aceptar su vocación al servicio de la sociedad. "A los cristianos de Oriente Medio -concluye el "Instrumentum laboris"- se puede repetir hoy todavía: "¡No temas, pequeño rebaño", tienes una misión, dependerá de ti el crecimiento de tu país y la vitalidad de tu Iglesia, y esto solo se logrará con la paz, la justicia y la igualdad de todos sus ciudadanos!".
El "Instrumentum laboris" de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos tiene por objetivo ‘confirmar y reforzar a los cristianos en su identidad a través de la Palabra de Dios y los Sacramentos y reavivar la comunión eclesial entre las Iglesias’.
ResponderEliminarLlama a mantener la distinción entre realidad religiosa y política.
Afirma que la labor caritativa de las comunidades católicas con los más pobres y marginados, sin discriminación alguna, representa el modo más evidente de difusión del mensaje cristiano.
El Islam está firmemente unido al estado en los países donde sus creyentes son mayoría. Actualmente en España los musulmanes parecen decididos a ‘recuperar’ poder político. En sus países de origen, para los cristianos no demuestran mayor interés en ser recíprocos en la tolerancia religiosa o simplemente permiten que ocurran hechos de violencia extrema en su contra. Por su parte el Estado de Israel es cuidadoso de su continuidad como país también políticamente judío.
También se advierten problemas que podrían agudizarse en otras latitudes.
En naciones sudamericanas como la Argentina, además de proyectos contra la vida intrauterina y del debate actual sobre legislación contra la familia tradicional, ya conocemos intentos para hacer desaparecer- de la vida pública y la educación- los símbolos y manifestaciones de nuestra condición de pueblo en su mayoría cristiano. En cierta medida sorprende el discurso de parte de la jerarquía de la Iglesia Católica.
Mientras que hay frecuentes pronunciamientos de los hermanos cristianos evangélicos- defendiendo la institución del matrimonio, la familia y la adopción de menores- en los medios de difusión, en el debate legislativo y también con marchas; la labor de obispos católicos es saboteada por algunos presbíteros y medios de comunicación que se definen como católicos y han llegado a manifestarse a favor del ‘matrimonio y adopción gay’.
De la celebración de Corpus Christi en la Ciudad de Buenos Aires, como noticia (La Nación impresa y digital del 6 de junio) resaltó que su Arzobispo no se refirió en la ocasión al debate sobre el ‘matrimonio gay’ en el Congreso.
Mientras tanto otras jerarquías católicas hablan de erradicar la pobreza y promover el desarrollo social, la solidaridad y la justa distribución de los bienes, en términos que parecen estar más cerca de la militancia política que la religiosa.
Sorprende que pastores de la Iglesia propicien la caridad sin insistir en su fundamento en el Evangelio, en el amor por el Señor y consecuentemente por todos.
Horacio Castro