CIUDAD DEL VATICANO, 22 MAY 2010 (VIS).-El Papa recibió hoy en el Vaticano al primer ministro de la República de Bulgaria, Boïko Borissov y a continuación al presidente del Parlamento de la ex-República Yugoslava de Macedonia, Trjako Veljanoski, acompañados por sus respectivas delegaciones, con motivo de la conmemoración anual de los Santos Cirilo y Metodio.
Dirigiéndose a la delegación de la República de Bulgaria, el Santo Padre señaló que “en el camino de la plena integración con las otras naciones de Europa, Bulgaria está llamada a promover y a dar testimonio de las raíces cristianas que descienden de las enseñanzas de los Santos Cirilo y Metodio, siendo todavía hoy muy actuales y necesarias. Está llamada a ser fiel y a conservar el precioso patrimonio que une a todos los que, tanto ortodoxos como católicos, profesan la misma fe de los Apóstoles y están unidos por el bautismo común. Como cristianos, debemos preservar y fortalecer el vínculo intrínseco entre el Evangelio y nuestras identidades culturales respectivas, como discípulos del Señor, en el respeto mutuo de las diversas tradiciones eclesiales, estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe en Jesús, en el nombre de quien logramos la salvación”.
Benedicto XVI manifestó el deseo de que este encuentro constituya un motivo para “unas relaciones fraternales y de solidaridad cada vez más intensas” y animó al pueblo búlgaro “a perseverar en su propósito de construir una sociedad basada en la justicia y la paz”.
En la posterior audiencia a la delegación de la ex-República Yugoslava de Macedonia, el Santo Padre recordó que “los frutos de la evangelización de Cirilo y Metodio fueron realmente abundantes en su tiempo. Experimentaron sufrimientos, privaciones y hostilidad, pero soportaron todo con fe inquebrantable y esperanza invencible en Dios. Con esta fuerza se entregaron por los pueblos confiados a ellos, conservando los textos de la Escritura, esenciales para la celebración de la Liturgia sagrada, traducidos por ellos a la lengua eslava antigua, escritos en un nuevo alfabeto y posteriormente aprobados por la autoridad de la Iglesia”.
“En las pruebas y en las alegrías, se sintieron siempre acompañados por Dios y experimentaron cotidianamente su amor y el de sus hermanos. También nosotros –terminó- comprendemos cada vez mejor que cuando nos sentimos amados por el Señor y sabemos corresponder a este amor, su gracia nos envuelve y nos guía en todas nuestras actividades y en todas nuestras acciones. Según la efusión de los múltiples dones del Espíritu Santo, cuanto más sepamos amar y nos entreguemos a los demás, tanto más el Espíritu puede acudir en ayuda de nuestra debilidad, indicándonos nuevos caminos para nuestra acción”.
AC/ VIS 20100524 (440)
Dirigiéndose a la delegación de la República de Bulgaria, el Santo Padre señaló que “en el camino de la plena integración con las otras naciones de Europa, Bulgaria está llamada a promover y a dar testimonio de las raíces cristianas que descienden de las enseñanzas de los Santos Cirilo y Metodio, siendo todavía hoy muy actuales y necesarias. Está llamada a ser fiel y a conservar el precioso patrimonio que une a todos los que, tanto ortodoxos como católicos, profesan la misma fe de los Apóstoles y están unidos por el bautismo común. Como cristianos, debemos preservar y fortalecer el vínculo intrínseco entre el Evangelio y nuestras identidades culturales respectivas, como discípulos del Señor, en el respeto mutuo de las diversas tradiciones eclesiales, estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe en Jesús, en el nombre de quien logramos la salvación”.
Benedicto XVI manifestó el deseo de que este encuentro constituya un motivo para “unas relaciones fraternales y de solidaridad cada vez más intensas” y animó al pueblo búlgaro “a perseverar en su propósito de construir una sociedad basada en la justicia y la paz”.
En la posterior audiencia a la delegación de la ex-República Yugoslava de Macedonia, el Santo Padre recordó que “los frutos de la evangelización de Cirilo y Metodio fueron realmente abundantes en su tiempo. Experimentaron sufrimientos, privaciones y hostilidad, pero soportaron todo con fe inquebrantable y esperanza invencible en Dios. Con esta fuerza se entregaron por los pueblos confiados a ellos, conservando los textos de la Escritura, esenciales para la celebración de la Liturgia sagrada, traducidos por ellos a la lengua eslava antigua, escritos en un nuevo alfabeto y posteriormente aprobados por la autoridad de la Iglesia”.
“En las pruebas y en las alegrías, se sintieron siempre acompañados por Dios y experimentaron cotidianamente su amor y el de sus hermanos. También nosotros –terminó- comprendemos cada vez mejor que cuando nos sentimos amados por el Señor y sabemos corresponder a este amor, su gracia nos envuelve y nos guía en todas nuestras actividades y en todas nuestras acciones. Según la efusión de los múltiples dones del Espíritu Santo, cuanto más sepamos amar y nos entreguemos a los demás, tanto más el Espíritu puede acudir en ayuda de nuestra debilidad, indicándonos nuevos caminos para nuestra acción”.
AC/ VIS 20100524 (440)
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