EL PAPA RECIBE A LOS OBISPOS DE INGLATERRA Y GALES

CIUDAD DEL VATICANO, 23 OCT 2003 (VIS) - Juan Pablo II recibió esta mañana a los obispos de Inglaterra y Gales al final de su visita "ad limina". El Papa centró su discurso en la necesidad urgente de una evangelización de la cultura ante la creciente secularización de la sociedad.

"Inglaterra y Gales -dijo- a pesar de su rico patrimonio cristiano, se enfrentan hoy al difuso avance de la secularización. En el origen de esta visión está el intento de favorecer una visión de la humanidad apartada de Dios y alejada de Cristo. Es una mentalidad que exagera el individualismo, quiebra el vínculo fundamental entre libertad y verdad, y por lo tanto destruye los lazos mutuos que caracterizan la vida de la sociedad. Esta pérdida del sentido de Dios, se siente a veces como 'el abandono del ser humano'. La desintegración social, las amenazas a la vida familiar y los hórridos espectros de la intolerancia racial y de la guerra, hacen que muchos hombres y mujeres, especialmente los jóvenes, se sientan desorientados y a veces incluso sin esperanza. Por lo tanto, no es sólo en la Iglesia donde repercuten los efectos perturbadores de la secularización, sino también en la convivencia civil".

"El fenómeno de la secularización y la difusión de la indiferencia religiosa, el descenso de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, y las graves dificultades que experimentan los padres a la hora de catequizar a sus hijos, testimonian que para los obispos es una necesidad vital abrazar su misión fundamental de ser heraldos auténticos y autorizados de la Palabra".

El Santo Padre reiteró su "profunda convicción de que el nuevo milenio exige 'un ímpetu nuevo del vivir cristiano', y agregó que "no se debe ahorrar ningún esfuerzo a la hora de encontrar iniciativas pastorales v lidas para dar a conocer a Cristo".

Después subrayó la necesidad de "hacer de la Iglesia el hogar y la escuela de la comunión", donde haya una "pedagogía auténtica de la oración, una catequesis eficaz sobre el significado de la liturgia y la importancia de la Eucaristía dominical y la promoción de la práctica frecuente del Sacramento de la Reconciliación. (...) La Iglesia necesita sacerdotes humildes y santos, (...) modelos de santidad para las personas que están llamados a servir".

El Papa elogió a los obispos por sus "recientes iniciativas para promoverá 'una cultura de la vocación' y por sus 'decididos esfuerzos para acentuar la energía del ministerio de los jóvenes".

A continuación recalcó la importancia de la evangelización de la cultura, sobre todo por cuanto se refiere a las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio, las relaciones con los medios de comunicación y las escuelas católicas. "Es particularmente importante reafirmar la unicidad del matrimonio como unión de por vida entre un hombre y una mujer, en la que ambos comparten la amorosa tarea creadora de Dios. Equiparar el matrimonio con otras formas de cohabitación obscurece su sacralidad y viola su valor precioso en el plan de Dios para la humanidad".

Refiriéndose a los medios de comunicación, Juan Pablo II afirmó que "el requisito moral fundamental de toda comunicación es que respete y sirva a la verdad". Invitad a los medios de comunicación, dijo a los obispos, a "unirse a vosotros para abatir las barreras de la desconfianza y en el esfuerzo de unir a los pueblos en la comprensión y el respeto".

Después observó "la apreciable aportación de vuestras escuelas católicas, ya sea en el enriquecimiento de la fe de la comunidad católica como en la promoción del trabajo bien hecho en la vida cívica en general. (...) La educación religiosa, centro de toda escuela católica, es en nuestros días un reto para un apostolado exigente (...), para la que se necesitan maestros con una comprensión clara y precisa del papel y la naturaleza específica de la educación católica. (...) Quisiera hacer aquí un llamamiento a vuestros religiosos para que no abandonen el apostolado escolar y para que renueven su compromiso de servir también en las escuelas situadas en las zonas más pobres".

Al final, el Santo Padre dijo a los prelados que "el mensaje de esperanza que proclamáis no deje de solicitar un compromiso nuevo y renovado con la vida cristiana. ¡Unidos en nuestro amor por el Señor e inspirados por el ejemplo de la recién beatificada Madre Teresa de Calcuta, prosigamos con esperanza!".

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