A LOS LAICOS: NINGUN BAUTIZADO PUEDE PERMANECER OCIOSO

CIUDAD DEL VATICANO, 7 JUN 2003 (VIS) - Juan Pablo II se trasladó esta mañana de Rijeka a Osijek, situada en la orilla derecha del río Drava, a 25 kilómetros de su confluencia con el Danubio. La ciudad es centro administrativo y económico de la región oriental de Croacia conocida como Eslavonia. El Papa celebró misa en el aeropuerto de Osijek, en presencia de las autoridades civiles y religiosas, de los peregrinos de los países fronterizos, de representantes de la Iglesia Ortodoxa Serbia y de las Iglesias de la Reforma, así como de seguidores del Judaísmo y el Islam.

Cerca de Osijek se encuentra la ciudad de Vukovar, arrasada durante la guerra en 1991. Al lado del altar del Papa se encontraba un crucifijo que sufrió graves daños durante el conflicto, como testimonio de las penas y esperanzas de las personas, de reconciliación y de nueva vida. Al final de la misa de hoy, como signo de renovación eclesial, el Papa coronó una estatua de Nuestra Señora de Aljmas, y una imagen de Nuestra Señora de Vocin, cuyos santuarios, destruidos durante la guerra, se han reconstruido y el culto florece de nuevo.

Al comienzo de su homilía, el Papa recordó ante más de 100.000 fieles que la Eucaristía de hoy señalaba la clausura del segundo sínodo de la diócesis de Djakovo y Srijem, que ha durado cinco años y el 150 aniversario del establecimiento de la provincia eclesiástica de Zagreb.

"Al principio del tercer milenio -dijo el Papa- Dios llama a los creyentes, de manera especial a los laicos, a un impulso misionero renovado. La misión no es un 'añadido' a la vocación cristiana. Al contrario, el Concilio afirma que la vocación cristiana es por su naturaleza, vocación al apostolado".

"Queridos hermanos y hermanas -continuó- la Iglesia en Eslavonia y Srijem os necesita. Tras los duros tiempos de la guerra, que ha dejado heridas profundas, aún no completamente cicatrizadas, en los habitantes de esta región, el compromiso por la reconciliación, la solidaridad y la justicia social requiere el coraje de individuos animados por la fe, abiertos al amor fraterno, sensibles a la defensa de la dignidad de la persona, creada a imagen de Dios".

El Santo Padre exhortó a los laicos a "asumir generosamente la responsabilidad que os compete en la vida de las comunidades eclesiales a las que pertenecéis. El rostro de las parroquias, lugar de acogida y de misión, depende también de vosotros. Partícipes del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo y enriquecidos con los dones del Espíritu, podéis dar vuestra aportación en el ámbito de la liturgia y de la catequesis, en la promoción de iniciativas misioneras y caritativas de diverso tipo. ¡Ningún bautizado puede permanecer ocioso!".

Después Juan Pablo II observó que durante su vuelo a Osijek pudo "admirar la belleza de la llanura de Eslavonia -llamada 'el granero de Croacia'" y que su pensamiento se había dirigido "de forma espontánea a los agricultores, tan numerosos en esa región. Me dirijo a ellos con un afecto especial".

"Queridos hermanos y hermanas, sé que vuestra vida es fatigosa y que la abundancia de los frutos de la tierra a veces no corresponde al duro trabajo que se os pide. Sé también que el trabajo agrícola es difícil: ha perdido parte de su valor y los jóvenes han elegido la vida urbana, ya antes de la última guerra, y como consecuencia de ello muchos pueblos se han quedado casi sin habitantes".

"Os invito -dijo el Papa concluyendo su homilía- a no perder la confianza, a considerar que con vuestro trabajo manual, que recuerda de forma tan elocuente el deber bíblico confiado al hombre de 'someter' la tierra y de 'dominar' el mundo visible, vosotros sois diariamente 'cooperadores' de Dios creador. Sabed que el Papa y la Iglesia están cerca de vosotros y, mientras aprecian mucho la importancia y la dignidad de vuestra fatiga diaria, auspician que se reconozca a la agricultura y a los hombres y mujeres del campo, el papel relevante que desempeñan en el desarrollo de la comunidad social".

Acabada la Misa, el Santo Padre se trasladó a la residencia del obispo en Djakovo donde almorzó con los ordinarios de la diócesis y los miembros del séquito papal. A última hora de la tarde visitó la catedral de Djakovo, construida entre 1866 y 1882, de estilo neorom nico. La cripta contiene las tumbas de todos los obispos de Djakovo y el mausoleo más significativo es el de Josip Juraj Strossmayer, obispo entre 1849 y 1905, a quien se debe la construcción de la catedral.

Tras la visita a la catedral Juan Pablo II viajó en avión de Osijek a Rijeka y se dirigió directamente al seminario archidiocesano.

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