Ciudad
del Vaticano, 1 de julio de 2015 (Vis).-El Consejo Pontificio para
la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes ha publicado hoy su
Mensaje para el Domingo del Mar (12 de julio ) firmado por el
cardenal Antonio Maria Vegliò y el obispo Joseph Kalathiparambil,
respectivamente presidente y secretario de ese dicasterio. Sigue el
texto íntegro:
''Para
transportar mercancías y productos por todo el mundo, la economía
global se confía en gran medida en la industria marítima, apoyada
por una fuerza de trabajo de alrededor de 1,2 millones de marineros
que, en los mares y en los océanos, gobiernan las naves de todo
tipos y dimensión y, a menudo, se enfrentan a las poderosas fuerzas
de la naturaleza.
Por
el hecho de que los puertos se han construido lejos de las ciudades y
por la rapidez de la carga y descarga de las mercancías, las
tripulaciones de estos barcos son personas “invisibles”. Como
individuos no reconocemos la importancia y los beneficios que la
profesión marítima ofrece a nuestras vidas, pero somos conscientes
de su trabajo y de sus sacrificios sólo cuando ocurre alguna
tragedia.
A
pesar del desarrollo tecnológico que hace más cómoda la vida a
bordo y facilita la comunicación con los seres queridos, los
marineros se ven obligados a pasar largos meses en un espacio
cerrado, lejos de sus familias. Normas restrictivas e injustas a
menudo les impiden bajar a tierra cuando están en puerto y la
continua amenaza de la piratería en numerosas rutas marítimas añade
estrés durante la navegación. Estamos convencidos de que la
ratificación y entrada en vigor de la Convención sobre el trabajo
marítimo (2006) en un número creciente de países, acompañadas
por controles eficaces por parte de cada gobierno, se traducirá en
una mejora tangible de las condiciones laborales a bordo de todas las
naves.
La
situación actual de guerra, violencia e inestabilidad política en
diversos países ha creado un nuevo fenómeno que está afectando al
sector de los transportes marítimos. Desde el año pasado, junto con
las Guardias costeras y las fuerzas navales de Italia, Malta y la
Unión Europea, los buques mercantes que transitan por el mar
Mediterráneo participan activamente en lo que se ha convertido en un
rescate cotidiano de miles y miles de emigrantes, que buscan alcanzar
sobre todo las costas italianas en todo tipo de embarcaciones
abarrotadas e inapropiadas para la navegación.
Desde
tiempo inmemorial los marineros cumplen con la obligación de prestar
asistencia a las personas en peligro en el mar, en cualquier
condición. Sin embargo, como se ha señalado por otras
organizaciones marítimas, para los buques mercantes rescatar
emigrantes en el mar representa un riesgo para la salud, el bienestar
y la seguridad de sus tripulaciones. Los buques comerciales están
diseñados para el transporte de mercancías (contenedores, petróleo,
gas, etc.), mientras que los servicios de a bordo (alojamiento,
cocina, baños, etc.) están construidos de acuerdo con el número
limitado de miembros de la tripulación. Por lo tanto, estas naves no
están equipadas para prestar asistencia a un gran número de
emigrantes.
Los
marineros están profesionalmente cualificados para su trabajo y
están capacitados para gestionar algunas situaciones de emergencia,
pero el rescate de cientos de hombres, mujeres y niños que intentan
frenéticamente subir a bordo para estar seguros, es algo para lo que
ningún curso de formación de la escuela marítima los ha preparado.
Por otra parte, el esfuerzo realizado para salvar a tantas personas
como sea posible y, a veces, la visión de cuerpos sin vida flotando
en el mar, representan una experiencia traumática que deja a los
miembros de la tripulación exhaustos y psicológicamente estresados,
hasta el punto de necesitar un apoyo psicológico y espiritual
específica.
En
el Domingo del Mar, como Iglesia católica, queremos expresar nuestra
gratitud a los marineros en general, por su fundamental contribución
al comercio internacional. Este año en particular, queremos
reconocer el gran esfuerzo humanitario realizado por las
tripulaciones de los buques mercantes que, sin dudarlo, y a veces con
riesgo para sus vidas, se han implicado en numerosas operaciones de
rescate, salvando las vidas de miles de emigrantes.
Nuestro
reconocimiento también se dirige a todos los capellanes y
voluntarios del Apostolado del Mar por su compromiso cotidiano al
servicio de la gente del mar; su presencia en los puertos es signo de
la Iglesia en medio de ellos y muestra el rostro compasivo y
misericordioso de Cristo.
En
conclusión, al tiempo que hacemos un llamamiento a los gobiernos
europeos y a los de proveniencia de los flujos migratorios, así como
a las organizaciones internacionales para que colaboren en la
búsqueda de una solución política duradera y definitiva, que ponga
fin a la inestabilidad existente en aquellos países, también
solicitamos que se comprometan más recursos no sólo para misiones
de búsqueda y rescate, sino también para prevenir la trata y la
explotación de personas que huyen de condiciones de conflicto y
pobreza''.
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