Ciudad
del Vaticano, 1 de julio de 2015 (Vis).- Esta mañana en la Oficina
de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación de la
Conferencia de alto nivel ''Las personas y el planeta en primer
lugar: el imperativo de cambiar de rumbo'' (Roma, Augustinianum, 2-3
julio), organizada por el Consejo Pontificio Justicia y Paz y CIDSE,
red internacional de Ong católicas para el desarrollo.
Han
intervenido el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Presidente del
Consejo Pontificio Justicia y Paz, la escritora Naomi Klein, Ottmar
Edenhofer, Co-Presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos
sobre el Cambio Climático (IPCC) yBernd Nilles, Secretario General
de la Alianza Internacional de Organizaciones de Desarrollo católicas
(CIDSE).
El
cardenal Turkson subrayó que el título de la conferencia, que se
centrará en el cambio climático, indica claramente el objetivo que
se persigue: la gente y el planeta, no uno a expensas del otro y
recordó que en su última encíclica, ''Laudato si'', el Papa
propone una ecología integral que respete la dimensión humana y
social y evidencia que el cambio climático es uno de los
principales desafíos que enfrenta la humanidad en nuestros días,
señalando además que el clima es un bien común, que pertenece a
todos y es significativo para todos. ''Sin embargo -señaló el
purpurado- los costos del cambio climático repercuten sobre todo en
los que son menos responsables y menos capaces de adaptarse a él, a
los pobres. En general, el cambio climático es un problema global
con un espectro de consecuencias graves: ambientales, sociales,
económicas y políticas''.En Laudato si', el Santo Padre lamenta
también el fracaso de las últimas cumbres mundiales sobre el medio
ambiente y lanza un llamamiento urgente para que se logren acuerdos
internacionales vinculantes para detener el cambio climático.
A
este respecto, como observó el cardenal Turkson, la conferencia
COP21 (París, 30 noviembre-11 diciembre 2015) será crucial en la
identificación de soluciones fuertes para el problema del cambio
climático . Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030)
también son relevantes en este contexto y coinciden en diversos
aspectos con cuanto afirma el Papa en su encíclica. ''Por ejemplo
-señaló el prelado- en el punto 13 dedicado al imperativo de tomar
medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus
repercusiones, las propuestas incluyen la construcción de ciudades
y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y
sostenibles; el establecimiento de patrones de consumo y producción
sostenibles; la defensa del mar y el uso sostenible de sus recursos
marinos para el desarrollo , la protección, la restauración y la
promoción del uso sostenible de los ecosistemas terrestres, la
gestión sostenible de los bosques, la lucha contra la
desertificación, el impedir y revertir la degradación del suelo y
la pérdida de biodiversidad''.
''Estos
objetivos, de forma similar a los puntos importantes en ''Laudato si
'', dependen del compromiso y la voluntad de toda la comunidad
mundial durante la 70 Asamblea General de la ONU a partir de mediados
de septiembre de 2015. Sin embargo -el mayor obstáculo para el
"imperativo de cambiar de rumbo" no es económico,
científico o incluso tecnológico, sino que se anida, más bien, en
nuestras mentes y corazones...La misma lógica que dificulta tomar
decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento
global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la
pobreza... La dimensión política necesita retomar el control sobre
la economía y las finanzas, es decir, sobre las decisiones básicas
de las sociedades humanas. Este es el camino que recorre la entera
familia humana, el que pasa de Nueva York a París y más allá'',
finalizó el prelado.
A
continuación Naomi Klein afirmó que cuánto escribe el Papa
Francisco en Laudato si, no es solo una enseñanza para el mundo
católico, sino para ''cada persona que viva en este planeta''. ''Y
puedo decir que, como feminista judía no practicante que se siente
sorprendida de haber sido invitada al Vaticano, ciertamente me habla
también a mí''.
''En
un mundo donde el beneficio se coloca constantemente antes que las
personas y el planeta, la economía del clima tiene mucho que ver con
la ética y la moral -prosiguió- Porque si estamos de acuerdo que
poner en peligro la vida en la tierra es una crisis moral, entonces
nos corresponde a nosotros actuar moralmente. Eso no significa poner
en juego el futuro merced a los ciclos de auge y caída del mercado.
Significa políticas que regulan directamente la cantidad de carbono
que se puede extraer de la tierra. Significa políticas que nos
lleven a conseguir el cien por cien de energía renovable en dos o
tres décadas, no a finales de siglo. Y significa la asignación de
recursos comunes y compartidos, como la atmósfera, sobre la base de
la justicia y la equidad''.
Por
eso ''un nuevo tipo de movimiento climático está emergiendo
rápidamente. Se basa en la verdad más valiente expresada en la
encíclica: que nuestro sistema económico actual al mismo tiempo que
alimenta la crisis climática nos impide tomar las acciones
necesarias para evitarlo. Un movimiento basado en el conocimiento de
que si no queremos que el cambio climático se nos escape de las
manos necesitamos un cambio de sistema. Y debido a que nuestro
sistema actual también está alimentando cada vez mayor desigualdad,
tenemos la oportunidad, frente al desafío climático, de resolver
múltiples crisis superpuestas a la vez. En resumen, podemos
conseguir invertir la ruta hacia un clima más estable y al mismo
tiempo hacia una economía más justa''.
''Esta
creciente comprensión es la causa de algunas alianzas sorprendentes
e incluso inverosímiles. Como, por ejemplo, yo en el Vaticano. Al
igual que los sindicatos, los indígenas, los fieles de diversos
grupos y los ecologistas trabajando más a contacto que nunca.
Dentro de estas coaliciones, no estamos de acuerdo en todo.... Pero
sabemos que la puesta en juego es tan alta, el tiempo tan corto y
la tarea tan grande que no podemos permitirnos el lujo de dejar que
las diferencias nos dividan. Cuando cuatrocientas mil personas
marcharon por la justicia climática en Nueva York el pasado mes de
septiembre, el lema fue "Para cambiar todo, necesitamos a
todos". Ese todos incluye, por supuesto a los líderes
políticos. Y después de haber asistido a muchas reuniones con los
movimientos sociales sobre la cumbre COP en París, puedo afirmar que
habrá tolerancia cero para otro fracaso disfrazado de éxito ante
las cámaras. Si el acuerdo no logra reducciones inmediatas de
emisiones al tiempo que proporciona un apoyo real y sustancial para
los países pobres, entonces será declarado un fracaso. Como
realmente lo sería''.
''Lo
que siempre debemos recordar -subrayó Naomi Klein- es que no es
demasiado tarde para desviarse del camino peligroso que nos está
llevando hacia 4 grados de calentamiento. De hecho aún podríamos
mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados si lo consideramos
nuestra principal prioridad colectiva. Sería difícil, sin duda.
Tan difícil como el racionamiento y las reconversiones industriales
que una vez que se hicieron en tiempos de guerra. Como los programas
ambiciosos de lucha contra la pobreza y obras públicas a raíz de la
Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Pero difícil no es lo
mismo que imposible. Y renunciar a una tarea que podría salvar
incontables vidas y evitar tanto sufrimiento, simplemente porque es
difícil, costoso y requiere sacrificio de los que pueden permitirse
vivir con menos no es pragmatismo. Es una rendición de lo más
cobarde. Y no hay análisis de costos y beneficios en el mundo capaz
de justificarlo''.
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