Ciudad
del Vaticano, 11 de julio de 2015 (Vis).-Terminada su visita al
Penitenciario de Palmasola, el Papa Francisco se trasladó a la
iglesia parroquial de La Santa Cruz, donde se encontró con los
obispos bolivianos (unos 37, incluidos los eméritos). Se trató de
un coloquio informal que duró alrededor de una hora, después del
cual Francisco se desplazó en papamóvil, aclamado por miles de
personas, al aeropuerto de Viru Viru desde donde se embarcó rumbo a
Paraguay a cuya capital Asunción llegó dos horas después (las
15,00 hora local).
En
el aeropuerto lo esperaba el Presidente de Paraguay Horacio Manuel
Cartes Jara que presenció con el Pontífice una breve escena
coreográfica sobre la historia y la cultura de Paraguay. Francisco
recibió flores de manos de un grupo de niños y bendijo la placa
conmemorativa de la visita de San Juan Pablo II a ese país del 16 al
18 de mayo de 1988.
Acabada
la ceremonia el Santo Padre recorrió en papamóvil los quince
kilómetros que separan el aeropuerto de la capital. En el trayecto
se detuvo para saludar a las mujeres de la cárcel femenina
''Correccional del Buen Pastor'', que habían escrito al Papa
pidiéndole que fuera a verlas durante su visita a Paraguay, como
ayer hizo. A la entrada del correccional, el coro ''50 voces de la
esperanza'', dieron la bienvenida a Francisco cantando para él.
Una
vez llegado a Asunción el Papa se trasladó a la nunciatura
apostólica, donde residirá estos días, y desde allí se desplazó
en papamóvil al Palacio Presidencial, sede del gobierno, donde fue
recibido por el Presidente Horacio Manuel Cartes Jara, que le
presentó a sus familiares y con el cual Francisco se entrevistó en
privado.
Después
el Presidente acompañó al Pontífice al jardín de la residencia
presidencial donde lo esperaban los miembros del gobierno, del
Congreso Nacional, de la Corte Suprema de Justicia y del Cuerpo
Diplomático ante los que el Santo Padre pronunció un discurso en el
que recordó los sufrimientos experimentados por el país a lo largo
de su historia, así como el espíritu de superación y el tesón del
pueblo para construir una nación próspera. También destacó en
este ámbito el papel de las mujeres paraguayas, ''las mas gloriosas
de América'', y aseguró la colaboración de la Iglesia católica en
el afán común por edificar una sociedad justa e inclusiva en la que
vivir en armonía.
''Un
''gracias'' especial para todas las personas e instituciones que han
colaborado con esfuerzo y dedicación en la preparación de este
viaje y a que me sienta en casa -dijo el Papa- Y no es difícil
sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocido
como el corazón de América, y no sólo por la posición
geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía
de sus gentes''.
''Ya
desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas
muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento
terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de
libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto
dolor y cuánta muerte! -exclamó el Pontífice- Pero es admirable
el tesón y el espíritu de superación del pueblo paraguayo para
rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir
una Nación próspera y en paz. Aquí –en el jardín de este
palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando
sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los
últimos acontecimientos contemporáneos – quiero rendir tributo a
esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán
escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán
siendo verdaderos protagonistas de la vida de su pueblo. Y quiero
reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la
mujer paraguaya en esos momentos tan dramáticos de la historia, de
modo especial esa guerra inicua que llegó a destruir casi la
fraternidad de nuestros pueblos. Sobre sus hombros de madres, esposas
y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante
a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones
la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya,
la más gloriosa de América''
''Un
pueblo que olvida su pasado, su historia, sus raíces, no tiene
futuro, es un pueblo seco -recalcó- La memoria, asentada firmemente
sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio,
transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un
futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la
tragedia y la sinrazón de la guerra. ¡Nunca más guerras entre
hermanos! ¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a
día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos
evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes
prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la
colaboración''.
''Desde
hace algunos años, Paraguay se está comprometiendo en la
construcción de un proyecto democrático sólido y estable. Y es
justo reconocer con satisfacción lo mucho que se ha avanzado en este
camino gracias al esfuerzo de todos, aun en medio de grandes
dificultades e incertidumbres. Los animo a que sigan trabajando con
todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones
democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los
ciudadanos. La forma de gobierno adoptada en su Constitución:,
''democracia representativa, participativa y pluralista'', basada en
la promoción y respeto de los derechos humanos, nos aleja de la
tentación de la democracia formal, que Aparecida definía como la
que se ''contentaba con estar fundada en la limpieza de los procesos
electorales''. Esa es una democracia formal'', afirmó el Pontífice.
''En
todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en la actividad
pública, se ha de potenciar el diálogo como medio privilegiado para
favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro,
del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y
opiniones de los demás. No hay que detenerse en lo conflictivo, la
unidad siempre es superior al conflicto; es un ejercicio interesante
decantar en el amor a la patria, y en el amor al pueblo, toda
perspectiva que nace de las convicciones de una opción partidaria o
ideológica. Y en ese mismo amor tiene que ser el impulso para crecer
cada día más en gestiones transparentes y que luchan impetuosamente
contra la corrupción. Sé que existe una firme voluntad para
desterrar hoy la corrupción.
''Queridos
amigos -afirmó Francisco dirigiéndose a los presentes- en la
voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y
necesitados han de ocupar un lugar prioritario. Se están haciendo
muchos esfuerzos para que Paraguay progrese por la senda del
crecimiento económico. Se han dado pasos importantes en el campo de
la educación y la sanidad. Que no cese ese esfuerzo de todos los
actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la
educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos
sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia
un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la
corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene
en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero
desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad
integral de la persona, especialmente el la persona más vulnerable
e indefensa.
''Señor
Presidente, queridos amigos. En nombre también de mis hermanos
Obispos del Paraguay, deseo asegurarles el compromiso y la
colaboración de la Iglesia católica en el afán común por
construir una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir
en paz y armonía. Porque todos, también los pastores de la Iglesia,
estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo
mejor. Nos mueve a ello la certeza de nuestra fe en Dios, que quiso
hacerse hombre y, viviendo entre nosotros, compartir nuestra suerte.
Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la
justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se
quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman
y quieren servir''.
''Con
la inmensa alegría de encontrarme en esta tierra consagrada a la
Virgen de Caacupé –y quiero recordar también especialmente a mis
hermanos paraguayos de Buenos Aires, de mi anterior diócesis ellos
tienen la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé–,
imploro la bendición del Señor sobre todos ustedes, sobre sus
familias y sobre todo el querido pueblo paraguayo. Que Paraguay sea
fecundo, como lo indica la flor de la pasiflora en el manto de la
Virgen y, como esa cinta con los colores paraguayos que tiene la
imagen, así se abrace a la Madre de Caacupé. Muchas gracias''.
Después
del discurso, el Papa presenció un espectáculo musical con piezas
de la época de las Reducciones jesuitas. Las Reducciones, como se
recordará, fueron una experiencia misionera pionera en su género.
Eran aldeas en las que los indios cristianos, separados de los
españoles, vivían bajo la tutela de misioneros europeos. En su
etapa de mayor apogeo, alrededor de 1731, en las reducciones
jesuitas de Paraguay había 150.000 indios cristianos, pero la
experiencia acabó en 1767 con la expulsión de los jesuitas de todas
ellas.
Hoy,
11 de julio, el Santo Padre irá al hospital pediátrico Niños de
Acosta Ñú, celebrará la santa misa en el santuario mariano de
Caacupé y, de regreso a Asunción encontrará a los representantes
de la sociedad civil para concluir la jornada con la celebración de
las vísperas y un discurso al clero en la catedral de La Asunción.
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