Ciudad
del Vaticano, 19 de junio de 2015 (Vis).-''Cristianos y musulmanes,
juntos para oponerse a la violencia perpetrada en nombre de la
religión'', es el título del Mensaje con que el Pontificio Consejo
para el Diálogo Interreligioso felicita a los fieles musulmanes de
todo el mundo el Ramadán ('Id al-Fitr) iniciado este año el 18 de
junio. El documento, firmado por el cardenal Jean-Louis Tauran y por
el padre Miguel Ángel Ayuso Guixot MCCI, respectivamente Presidente
y Secretario del dicasterio, está fechado el 12 de junio.
''Para
algunos de vosotros, así como para otros pertenecientes a diversas
comunidades religiosas, sobre la alegría de la fiesta se proyecta
la sombra de la memoria de los seres queridos que han perdido sus
vidas o sus bienes o han sufrido física, mental e incluso
espiritualmente a causa de la violencia -dice el texto- Las
comunidades étnicas y religiosas en muchos países del mundo han
padecido sufrimientos tan grandes como injustos: el asesinato de
algunos de sus miembros, la destrucción de su patrimonio cultural y
religioso, la emigración forzada de sus hogares y ciudades, el acoso
y la violación de sus mujeres, la esclavización, la trata de
personas, el tráfico de órganos, e incluso la venta de cadáveres''.
''Todos
somos conscientes de la gravedad de estos delitos en sí mismos. Sin
embargo, lo que los hace todavía más odiosos es el intento de
justificarlos en nombre de la religión. Se trata de una
manifestación clara de la instrumentalización de la religión para
obtener poder y riqueza''.
''Sería
superfluo afirmar que los responsables de la seguridad y el orden
público también tienen el deber de proteger a las personas y sus
bienes de la violencia ciega de los terroristas. Por otro lado,
existe también la responsabilidad de los encargados de la educación:
las familias, las escuelas, los libros de texto, los líderes
religiosos, el discurso religioso, los medios de comunicación. La
violencia y el terrorismo nacen primero en la mente de las personas
desvíadas, sucesivamente se perpetran sobre el terreno''.
''Todos
los que participan en la educación de los jóvenes y en los diversos
ámbitos educativos, tendrían que enseñar el carácter sagrado de
la vida y de la dignidad que de ello se deriva para todas las
personas, independientemente de su etnia, religión, cultura,
posición social u opción política. No hay vida que sea más
valiosa que otra como resultado de la pertenencia a una raza o una
religión específica. Por lo tanto, nadie puede matar. Nadie puede
matar en nombre de Dios; sería un doble crimen: contra Dios y
contra la persona''.
''No
puede haber ambigüedad alguna en la educación. El futuro de una
persona, de una comunidad, o de la entera humanidad no puede
construirse sobre tales ambigüedades o verdades aparentes.
Cristianos y musulmanes, cada uno de acuerdo a sus respectivas
tradiciones religiosas, miran a Dios y se refieren a él como la
Verdad. Nuestra vida y nuestra conducta como creyentes deberían
reflejar esa convicción''.
''Para
san Juan Pablo II, los cristianos y los musulmanes tienen "el
privilegio de la oración" (Discurso a los líderes religiosos
musulmanes, Kaduna, Nigeria, 14 de febrero de 1982). Hay una gran
necesidad de nuestra oración: por la justicia, por la paz y la
seguridad en el mundo; por aquellos que se han desviado del camino
correcto de la vida y cometen actos de violencia en nombre de la
religión, para que puedan volver a Dios y cambiar sus vidas; por
los pobres y los enfermos''.
''Nuestras
fiestas, entre otras cosas, alimentan nuestra esperanza para el
presente y para el futuro. Miramos con esperanza al futuro de la
humanidad, sobre todo cuando hacemos todo lo posible para que
nuestros sueños legítimos se hagan realidad''.
''Junto
al Papa Francisco -concluye el mensaje- os deseamos que los frutos
del Ramadán y la alegría de 'Id al-Fitr traigan paz y prosperidad
y favorezcan vuestro crecimiento humano y espiritual''.
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