Ciudad
del Vaticano, 26 de mayo 2015 (VIS).- Este año se celebra el quinto
centenario del nacimiento de San Felipe Neri (Florencia, 25 de julio
1515- Roma, 26 de mayo 1595) llamado el ''Apóstol de Roma'' y
fundador de la Congregación del Oratorio que se caracteriza, como
escribe el Papa Francisco, en una carta dirigida al Padre Mario
Alberto Avilés, Procurador General de dicha congregación, por
''una intensa y gozosa vida espiritual: la oración, la escucha y la
conversación sobre la Palabra de Dios, la preparación para recibir
los sacramentos dignamente, la formación para la vida cristiana a
través de la historia de los santos y de la Iglesia y las obras de
caridad en favor de los más pobres''.
El
Santo Padre, uniéndose a cuantos conmemoran la figura y la obra del
santo, que pasó sesenta años de su vida en Roma, recuerda que
gracias también al apostolado de San Felipe, el compromiso por la
salvación de las almas ''volvió a ser una prioridad para la Iglesia
y se comprendió de nuevo que los pastores tenían que estar con el
pueblo para guiarlo y sostener su fe. Felipe Neri fue guia para
muchos, anunciando el Evangelio y dispensando los sacramentos. En
particular, se dedicó con gran pasión al ministerio de la
Confesión, hasta la tarde del último día de su vida terrenal. Su
preocupación era seguir constantemente el crecimiento espiritual de
sus discípulos, acompañándolos en las asperezas de la vida y
abriéndoles a la esperanza cristiana...Su paternidad espiritual
brilla a través de toda su obra, caracterizada por la confianza en
las personas, por la huída de los tonos sombríos, por el espíritu
de alegría y por la convicción de que la gracia no elimina la
naturaleza, sino que la cura, la fortalece y la perfecciona''.
El
Apóstol de Roma sigue siendo ''un modelo luminoso de la misión
permanente de la Iglesia en el mundo. La perspectiva de su
acercamiento al prójimo, para testimoniar a todos el amor y la
misericordia del Señor, puede servir de ejemplo válido para los
obispos, los sacerdotes, las personas consagradas y los fieles
laicos. Desde los primeros años de su presencia en Roma, ejerció un
apostolado de la relación personal y la amistad, como un camino
privilegiado para abrir el encuentro con Jesús y el Evangelio .Amaba
la espontaneidad, huía del artificio, escogió los medios más
divertidos para educar a las virtudes cristianas y al mismo tiempo
proponía una disciplina saludable que implica el ejercicio de la
voluntad para aceptar a Cristo en la realidad de la propia vida.
Estaba profundamente convencido de que el camino de la santidad se
asienta en la gracia de un encuentro- el encuentro con el Señor -
accesible a cualquier persona, de cualquier estado o condición, que
lo acoja con la maravilla de los niños''.
''El
estado permanente de misión de la Iglesia -concluye el Papa- os pide
como hijos espirituales de San Felipe Neri, que no os conforméis
con una vida mediocre; por el contrario, siguiendo la escuela de
vuestro Fundador, estáis llamados a ser hombres de oración y de
testimonio para atraer a las personas hacia Cristo. En nuestros días,
sobre todo en el mundo de los jóvenes, a los que tanto quería el
Padre Felipe, hay una gran necesidad de personas que recen y sepan
enseñar a rezar''.
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