Ciudad
del Vaticano, 26 de mayo 2015 (VIS).-El Papa Francisco ha recibido
esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostolico a los
participantes en el Capítulo General de la Orden de los Frailes
Menores, dedicado esta vez a dos características claves de su
identidad: la minoridad y la fraternidad.
En
el discurso que les dirigió, el Santo Padre señaló que la
minoridad ''nos llama a ser y a sentirnos pequeños ante Dios,
confiándonos totalmente a su infinita misericordia. La perspectiva
de la misericordia es incomprensible para aquellos que no se ven
como "menores", es decir, pequeños, necesitados y
pecadores ante Dios. Cuantos más somos conscientes de ello, más
cerca estamos de la salvación, cuanto más estamos convencidos de
que somos pecadores, más estamos dispuestos a ser salvados...
Minoridad también significa salir de nosotros mismos, de nuestros
esquemas y puntos de vista personales; significa ir más allá de las
estructuras - que también son útiles si se usan sabiamente – más
allá de los hábitos y las certezas, para testimoniar una cercanía
concreta a los pobres, a los necesitados, a los marginados, en una
actitud auténtica de compartición y de servicio''.
De
igual modo la dimensión de la fraternidad es esencial para dar
testimonio del Evangelio. ''En la Iglesia primitiva -recordó - los
cristianos vivían de tal forma la comunión fraterna... que las
personas se sorprendían al verlos tan unidos en el amor, tan
disponibles para el don y el perdón mutuo... Vuestra familia
religiosa está llamada a manifestar esta fraternidad concreta,
recuperando recíprocamente la confianza en las relaciones
interpersonales, para que el mundo vea y crea, reconociendo que el
amor de Cristo cura las heridas y hace de todos una cosa sola''.
Francisco,
desde esta perspectiva, invitó a los franciscanos a ser portadores
de misericordia, reconciliación y paz, obedeciendo al carisma que
hace de ellos una congregación ''en salida'', ya desde sus orígenes.
''Se narra -dijo – que cuando pidieron a los primeros hermanos que
mostrasen su claustro, subieron a una colina y señalando toda la
tierra hasta donde llegaba la mirada dijeron: 'Este es nuestro
claustro'. Queridos hermanos, id todavía hoy en este claustro, que
es el mundo entero, empujados por el amor de Cristo, como os invita a
hacer San Francisco... cuando dice: ''...Exhorto a mis hermanos en el
Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni
contiendan con palabras ni juzguen a los otros; sino sean apacibles,
pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos
honestamente, como conviene...En cualquier casa en que entren,
primero digan: Paz a esta casa Y... séales lícito comer de todos
los manjares que les ofrezcan''.
La
exhortación de San Francisco, subrayó el Pontífice, es de gran
actualidad. ''Es profecía de fraternidad y minoridad también para
el mundo de hoy. ¡Que importante es vivir una existencia cristiana
y religiosa sin perderse en disputas y chismes, cultivando un
diálogo sereno con todos... con medios pobres, anunciando la paz y
viviendo sobriamente, contentos con lo que nos ofrecen! Requiere un
empeño decidido en la transparencia, en el empleo ético y
solidario de los bienes, con un estilo de sobriedad y despojamiento.
En cambio, si estáis apegado a los bienes y riquezas del mundo, y
depositáis en ellos vuestra seguridad, el Señor mismo os despojará
de este espíritu de mundanidad para preservar el valioso
patrimonio de minoridad y pobreza al que os llamó por medio de San
Francisco. O sois libremente pobres y menores o acabaréis
despojados''.
''El
Espíritu Santo es el animador de la vida religiosa -continuó-
Cuando las personas consagradas viven dejándose iluminar y guiar por
el Espíritu, descubren en esta visión sobrenatural el secreto de su
fraternidad, la inspiración de su servicio a los hermanos, el poder
de su presencia profética en la Iglesia y en el mundo...La luz y la
fuerza del Espíritu os ayudarán también a enfrentar los desafíos
que se os presentan, en particular la disminución numérica, el
envejecimiento y la escasez de nuevas vocaciones''.
''El pueblo de Dios os ama'' exclamó
Francisco y contó que una vez el cardenal Quarracino le dijo: ''En
nuestras ciudades hay personas algo ''comecuras'' y cuando pasa un
sacerdote le dicen alguna que otra cosa. Por ejemplo, en Argentina,
les llaman ''cuervos''...''Pero nunca, nunca, me contaba Quarracino
-añadió- dicen algo cuando ven a un franciscano con el hábito ¿Por
qué?. Porque habéis heredado una autoridad en el pueblo de Dios con
la minoridad, con la fraternidad, con la mansedumbre, con la
humildad, con la pobreza. Por favor ¡conservadla! ¡No la perdáis!
El pueblo os ama''.
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