Ciudad
del Vaticano, 23 enero 2014 (VIS).- El arzobispo Silvano M. Tomasi,
Observador Permanente de la Santa Sede ante la Oficina de las
Naciones Unidas en Ginebra, intervino el pasado miércoles en la
Conferencia Internacional sobre Siria en curso en Montreux (Suiza)
El prelado afirmó que “ante el sufrimiento indescriptible del
pueblo sirio, un sentido de solidaridad y responsabilidad común nos
empuja a comprometernos en un diálogo basado en la honestidad, la
confianza mutua y medidas prácticas” y destacó el diálogo cómo
única manera de seguir adelante.
“No
hay una solución militar a la crisis siria -dijo-. La Santa Sede
está convencida de que la violencia no conduce a nada, excepto a la
muerte, la destrucción y la falta de futuro... y renueva su
llamamiento urgente a las partes involucradas a que respeten plena y
absolutamente el derecho humanitario”.
De
esta manera presentó varias propuestas destacando “el alto el
fuego inmediato e incondicional y el fin de la violencia de cualquier
tipo como prioridad y objetivo urgente de estas negociaciones”, a
las que incluyó la necesidad de que todas las armas sean entregadas
y de dirigir el dinero que se invierte en ellas hacia la asistencia
humanitaria.
Asimismo
reiteró que el cese de las hostilidades debe ir acompañado de una
mayor asistencia humanitaria y del inicio inmediato de la
reconstrucción, que “debe comenzar ya con las negociaciones y
ser sostenida por la generosa solidaridad de la comunidad
internacional”. También “se debe prestar una atención
preferente a los jóvenes, para que, a través de su compromiso y su
trabajo, puedan convertirse en los protagonistas de un futuro
pacífico y creativo de su país”.
Para
la reconstrucción de la comunidad, es necesario el diálogo y la
reconciliación “sostenidos por una dimensión espiritual” . En
ese sentido, “la Santa Sede alienta encarecidamente a todas las
confesiones y las comunidades religiosas en Siria a conocerse mejor,
a una mejor comprensión y al restablecimiento de la confianza”.
“Es
importante -continuó- que las potencias regionales e internacionales
propicien el diálogo constante y que afronten los problemas
regionales. La paz en Siria podría convertirse en un catalizador de
la paz en otras partes de la región, y en un modelo de esa paz que
se necesita con tanta urgencia”.
“Más
allá de la tragedia de la crisis actual, puede haber nuevas
oportunidades y soluciones originales para Siria y sus vecinos... sin
que nadie esté obligado a dejar su país a causa de la intolerancia
y la incapacidad para aceptar las diferencias. De hecho, la igualdad
garantizada por la ciudadanía común puede permitir que el ser
humano exprese, solo y en comunidad con otros, los valores
fundamentales que todas las personas consideran indispensables para
mantener su identidad interior”.
El
arzobispo concluyó recordando cómo desde el inicio de la crisis de
Siria la Santa Sede ha seguido los acontecimientos con gran
preocupación y ha pedido insistentemente a todas las partes que se
comprometan a prevenir la violencia y a prestar asistencia
humanitaria a las víctimas.
El
Observador de la Santa Sede se ha referido igualmente a las
numerosas ocasiones en las que el Santo Padre ha alzado su voz contra
“la futilidad de la violencia, invitando a una solución negociada
de los problemas y manifestando el deseo de una participación justa
y equitativa en la vida social” y ha citado la convocación de la
jornada de oración y ayuno por la paz en Siria y el Oriente Medio,
que recibió por parte de todo el mundo una respuesta extraordinaria.
“La cultura del encuentro, la cultura del diálogo,-finalizó- son
el único camino para la paz”.
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