Ciudad
del Vaticano, 15 junio 2013
(VIS).- El principio de laicidad que gobierna las relaciones entre el
Estado francés y las diversas confesiones religiosas “no debe
significar de por sí, una hostilidad a la realidad religiosa o una
exclusión de las religiones de la esfera social y de los debates que
la animan”. Lo ha dicho esta mañana el Papa Francisco recibiendo
a un grupo de miembros del Senado y de la Asamblea Nacional francesa
que habían solicitado encontrar al Obispo de Roma.
El
encuentro ha brindado al pontífice la ocasión para subrayar las
relaciones de confianza que hay generalmente en esa nación entre los
responsables de la vida pública y los de la Iglesia Católica.
“Podemos alegrarnos - ha afirmado- de que la sociedad francesa
descubra propuestas de la Iglesia que, entre otras, ofrecen una
visión determinada de la persona y de su dignidad de cara al bien
común. La Iglesia quiere ofrecer su aportación específica en las
cuestiones profundas que implican una visión completa de la persona
y de su destino y de la sociedad y su destino. Esta aportación no se
coloca solamente en el ámbito antropológico o social, sino también
en el político, económico y cultural”.
El
Papa ha recordado a los políticos franceses que, en cuanto elegidos
por una nación hacia la que se dirigen a menudo los ojos del mundo,
tienen el deber de contribuir de forma eficaz y constante a mejorar
la vida de los ciudadanos y a responder a sus necesidades y que si
bien su tarea se desarrolle principalmente en el ámbito legislativo,
es necesario infundir en las leyes “un suplemento, un espíritu,
podría decir un alma, que no refleje solamente las modas e ideas del
momento, sino que les otorgue la cualidad indispensable que eleva y
ennoblece a la persona”.
Despidiéndose
de los parlamentarios Francisco les ha alentado “calurosamente a
proseguir vuestra misión, buscando siempre el bien de la persona y
promoviendo la fraternidad en vuestro hermoso país”.
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