Ciudad
del Vaticano, 16 junio 2013 (VIS).-El Papa Francisco ha presidido
esta mañana a las 10,30 en una abarrotada Plaza de San Pedro la
Santa Misa en la Jornada dedicada al “Evangelium Vitae”, en el
Año de la Fe. Antes de celebrar la Eucaristía el Obispo de Roma ha
recorrido en automóvil descubierto la Via de la Conciliación para
saludar a las decenas de miles de personas que, procedentes de todo
el mundo, querían participar en ese acto.
Ofrecemos
a continuación un amplio resumen de la homilía del Papa centrada en
tres breves puntos : la Biblia nos revela al Dios vivo; Jesucristo da
vida, y el Espíritu Santo nos mantiene en ella ; seguir el camino de
Dios lleva a la vida, mientras que seguir a los ídolos conduce a la
muerte.
“La
primera lectura, tomada del Libro Segundo de Samuel, nos habla de la
vida y de la muerte. El rey David quiere ocultar que cometió
adulterio con la mujer de Urías el hitita, un soldado en su ejército
y, para ello, manda poner a Urías en primera línea para que caiga
en la batalla. La Biblia nos muestra el drama humano en toda su
realidad, el bien y el mal, las pasiones, el pecado y sus
consecuencias. Cuando el hombre quiere afirmarse a sí mismo,
encerrándose en su propio egoísmo y poniéndose en el puesto de
Dios, acaba sembrando la muerte... Y el egoísmo conduce a la
mentira, con la que trata de engañarse a sí mismo y al prójimo.
Pero no se puede engañar a Dios... Al rey se le pone frente a sus
obras de muerte... comprende y pide perdón... Y el Dios
misericordioso, que quiere la vida y siempre nos perdona, le perdona,
le da de nuevo la vida... Toda la Escritura nos recuerda que Dios es
el Viviente... Pienso en el comienzo del Libro del Génesis: Dios
formó al hombre del polvo de la tierra...y gracias a su aliento el
hombre tiene vida ..El Dios que se hace presente en la historia, que
libera de la esclavitud, de la muerte, y que saca al pueblo(de la
esclavitud de Egipto n.d.r) porque es el Viviente. Pienso también
en el don de los Diez Mandamientos: una vía que Dios nos indica para
una vida verdaderamente libre, para una vida plena; no son un himno
al “no”... Es un himno al “sí” a Dios, al Amor, a la Vida”.
“El
pasaje evangélico de hoy nos hace dar un paso más. Jesús encuentra
a una mujer pecadora durante una comida en casa de un fariseo,
suscitando el escándalo de los presentes... e incluso le perdona los
pecados, diciendo: “Sus muchos pecados han quedado perdonados,
porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco” .
Jesús es la encarnación del Dios vivo...Jesús acoge, ama, levanta,
anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la
vida. Vemos en todo el Evangelio cómo Jesús trae con gestos y
palabras la vida de Dios que transforma.... Dios, el Viviente, es
misericordioso”.
“Esta
fue también la experiencia del apóstol Pablo, como hemos escuchado
en la segunda Lectura: “Mi vida ahora en la carne, la vivo en la fe
del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”...Y ¿quién
nos introduce en esta vida? El Espíritu Santo... nos introduce en la
vida divina como verdaderos hijos de Dios, como hijos en el Hijo
unigénito, Jesucristo... El cristiano es un hombre espiritual, y
esto no significa que sea una persona que vive “en las nubes”,
fuera de la realidad... No. El cristiano es una persona que piensa y
actúa en la vida cotidiana según Dios, una persona que deja que su
vida sea animada, alimentada por el Espíritu Santo...Y eso significa
realismo y fecundidad. Quien se deja guiar por el Espíritu Santo es
realista, sabe cómo medir y evaluar la realidad, y también es
fecundo: su vida engendra vida a su alrededor”.
“Dios
es el Viviente, es el Misericordioso, Jesús nos trae la vida de
Dios, el Espíritu Santo nos introduce y nos mantiene en la relación
vital de verdaderos hijos de Dios. Pero, con frecuencia, lo sabemos
por experiencia, el hombre no elige la vida, no acoge el “Evangelio
de la vida”, sino que se deja guiar por ideologías y lógicas que
ponen obstáculos a la vida, que no la respetan, porque vienen
dictadas por el egoísmo, el propio interés, el lucro, el poder, el
placer, y no son dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del
otro. Es la constante ilusión de querer construir la ciudad del
hombre sin Dios, sin la vida y el amor de Dios: una nueva Torre de
Babel; es pensar que el rechazo de Dios, del mensaje de Cristo, del
Evangelio de la Vida, lleva a la libertad, a la plena realización
del hombre. El resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos
humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad,
pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de
muerte”.
“Miremos
a Dios como al Dios de la vida, miremos su ley, el mensaje del
Evangelio, como una senda de libertad y de vida. El Dios vivo nos
hace libres. Digamos sí al amor y no al egoísmo, digamos sí a la
vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud
de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a
Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda a Dios que es
el Viviente y el Misericordioso”.
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