Ciudad
del Vaticano, 3 abril 2013
(VIS).-La Resurrección, centro del mensaje cristiano y las dos
maneras : la profesión de fe y el relato, con que ésta se
transmitió han sido los temas con los cuales el Papa Francisco ha
reanudado las catequesis sobre el Año de la Fe durante las
audiencias generales de los miércoles.
Como
ya es habitual el Santo Padre dio la vuelta a la Plaza de San Pedro
en automóvil sin capota para saludar a las decenas de miles de
personas que querían saludarle, muchos de los cuales le presentaban
a sus niños para que los tomara en brazos. Después de saludar a su
vez calurosamente a los fieles, el Papa rezó con los presentes y,
tras darles los “Buenos días”, comenzó la catequesis citando
el célebre pasaje de la epístola de San Pablo a los Corintios: “Si
Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe”.
“Desgraciadamente-
ha dicho- a menudo se ha intentado ocultar la fe en la resurrección
de Jesús, e incluso entre los mismos creyentes se ha insinuado la
duda. Ha sido por superficialidad, o a veces, por indiferencia,
porque nos ocupan miles de cosas que se consideran más importantes
que la fe, o por una visión de la vida puramente horizontal. Pero
precisamente es la resurrección la que nos da la esperanza más
grande, ya que abre nuestra vida y la vida del mundo al futuro eterno
de Dios, a la felicidad plena, a la certeza de que el mal, el pecado
y la muerte puede ser derrotados. Y esto nos lleva a vivir con más
confianza las realidades cotidianas, a hacerles frente con coraje y
compromiso. La Resurrección de Cristo ilumina con una nueva luz
estas realidades cotidianas. La resurrección de Cristo es nuestra
fuerza!”
Pasando
a explicar las dos formas de transmisión de la Resurrección en el
Nuevo Testamento, Francisco ha hablado en primer lugar de la
profesión de fe, es decir, de las fórmulas sintéticas que
indican el centro de la fe. A ellas pertenecen, por ejemplo las
contenidas en la Carta a los Corintios o en la Carta a los Romanos en
que San Pablo escribe: “Si con tu boca proclamas que Jesús es el
Señor y con tu corazón crees que Dios lo ha resucitado de entre los
muertos, te salvarás”. “Desde los primeros pasos de la Iglesia -
ha observador- la fe en el misterio de la resurrección de Jesús es
firme y sólida”.
Pero
el Papa ha preferido hacer hincapié en los testimonios que asumen la
forma de relato, recordando que sobresale el hecho de que los
primeros testigos fueron las mujeres. Son ellas las que al amanecer,
van al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús, y encuentran la
primera señal: la tumba vacía. Son las que ven al mensajero divino
que les dice “Jesús de Nazaret, el crucificado, no está aquí, ha
resucitado”.
“Las
mujeres -ha afirmado el Papa- están impulsadas por el amor y
aceptan este anuncio con fe: creen, e inmediatamente lo cuentan, no
se lo guardan para ellas. La alegría de saber que Jesús está
vivo, la esperanza que llena el corazón, no se pueden contener. Lo
mismo tendría que pasar en nuestras vidas. ¡Sintamos la alegría de
ser cristianos! Creemos en un Resucitado, que ha vencido el mal y la
muerte! Tengamos el coraje de "salir", para llevar esta
alegría y esta luz a todos los rincones de nuestras vidas! La
resurrección de Cristo es nuestra mayor certeza, es el tesoro más
precioso! ¿Cómo no compartir con otros este tesoro, esta certeza
tan hermosas?”.
Francisco
se ha referido a otro elemento de los relatos del Nuevo Testamento:
como testigos de la Resurrección se recuerda sólo a los hombres, a
los Apóstoles; pero no a las mujeres. “Esto se debe - ha explicado
a que, según la ley judía de la época, las mujeres y los niños no
podían ser testigos ni confiables, ni creíbles. En los Evangelios,
sin embargo, las mujeres tienen un papel primordial, fundamental. Y
podemos ver aquí, un argumento en favor de la historicidad de la
resurrección: Si se tratara de un hecho inventado, en el contexto de
aquella época no estaría unido al testimonio de las mujeres. Los
evangelistas, en cambio, narran sencillamente lo que pasó: Las
mujeres son los primeros testigos de la Resurrección . Esto
nos dice que Dios no escoge según los criterios humanos: los
primeros testigos del nacimiento de Jesús son los pastores, gente
sencilla y humilde, los primeros testigos de la resurrección son las
mujeres. ¡Y este hecho es hermoso! Es, de alguna manera la misión
de las mujeres: de las madres, de las abuelas. Dar testimonio a los
hijos, a los nietos de que Jesús está vivo, de que es el
Resucitado.!Madres, mujeres, adelante con este testimonio!. Porque
para Dios lo que cuenta es el corazón”.
“Este
dato nos lleva también a reflexionar sobre cómo las mujeres en la
Iglesia y en el camino de la fe, han tenido y tienen hoy
un papel especial para abrir las puertas al Señor, para seguirlo y
comunicar su rostro, porque los ojos de la fe siempre necesitan los
ojos sencillos y profundos del amor. A los Apóstoles y a los
discípulos les resulta más difícil creer en el Resucitado, a las
mujeres no. Pedro corre al sepulcro, pero se detiene ante la tumba
vacía; Tomás tiene que tocar con sus manos las heridas del cuerpo
de Jesús . También en nuestro camino de fe es importante saber y
sentir que Dios nos ama y no tener miedo de amarlo: La fe se
profesa con la boca y con el corazón, con la palabra y con el amor”.
El
Santo Padre ha recordado que después de las apariciones a las
mujeres hay otras en las que Jesús se hace presente de un modo
nuevo: “es el Crucificado, pero su cuerpo es glorioso, no ha vuelto
a la vida terrenal, sino a una nueva condición. Al principio, los
demás no lo reconocen y sólo a través de sus palabras y acciones
se les abren los ojos: El encuentro con el Resucitado transforma da
nueva fuerza a la fe, un fundamento inquebrantable. También para
nosotros hay muchas señales en las que el Resucitado se hace
reconocer: la Sagrada Escritura, la Eucaristía, los demás
sacramentos, la caridad, esos gestos de amor que son como un rayo del
Resucitado. ¡Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo y
transformar por su poder, para que también a través de nosotros en
el mundo los signos de la muerte cedan el paso a los signos de la
vida!”
.
Al
final, el Papa viendo que en la Plaza había muchos jóvenes ha
dicho: “Chicos y chicas: Llevad
a todos esta certeza, el Señor está vivo y camina a nuestro lado en
la vida. Esta es vuestra misión. Llevad adelante esta esperanza;
anclaros a la esperanza que tiene su ancla en el cielo; mantened la
cuerda firme. Vosotros, testigos de Jesús, llevad el testimonio de
que Jesús está vivo y ésto nos dará esperanza; dará esperanza a
este mundo, algo envejecido por las guerras, por el mal, por el
pecado. !Adelante, jóvenes”.
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