Ciudad
del Vaticano, 1 de abril (VIS).-El Papa Francisco se asomó a
mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Regina Coeli con
los numerosísimos fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
“Buenos
días y buena Pascua a todos- dijo- Os agradezco que seáis tantos
los que han venido, también hoy, para compartir la alegría de la
Pascua, misterio central de nuestra fe. ¡Que la fuerza de la
Resurrección de Cristo llegue a cada persona – especialmente a
quien sufre – y a todas las situaciones más necesitadas de
confianza y esperanza!”.
“Cristo
ha vencido al mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a
nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en
nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la
sociedad (...) Es verdad, el Bautismo que nos hace hijos de Dios y la
Eucaristía que nos une a Cristo, deben convertirse en vida; es
decir, traducirse en actitudes, comportamientos, gestos y elecciones.
La gracia contenida en los sacramentos pascuales es un potencial de
renovación enorme para la existencia personal, para la vida de las
familias, para las relaciones sociales. Pero todo pasa a través del
corazón humano: si yo me dejo alcanzar por la gracia de Cristo
resucitado, si dejo que cambie una faceta mía que no es buena, que
puede perjudicarme a mí y a los demás, dejo que la victoria de
Cristo se afirme en mi vida, que extienda su acción benéfica. ¡Éste
es el poder de la gracia! Sin la gracia no podemos nada. Y con la
gracia del bautismo y de la comunión eucarística puedo convertirme
en instrumento de la misericordia de Dios, de la hermosa misericordia
de Dios.”
“Expresar
en la vida el sacramento que hemos recibido: ésta es nuestra tarea
cotidiana, pero diría también ¡nuestra alegría cotidiana! La
alegría de sentirse instrumentos de la gracia de Cristo, como
sarmientos de la vid que es Él mismo, animados por la linfa de su
Espíritu. Recemos todos juntos en el nombre del Señor muerto y
resucitado, y por intercesión de María Santísima, para que el
misterio pascual obre profundamente en nosotros y en nuestro tiempo,
para que el odio ceda el paso al amor, la mentira a la verdad, la
venganza al perdón, la tristeza a la alegría”.
Después
del Regina Coeli el Papa saludó en italiano a los peregrinos de los
diversos continentes deseándoles que transcurriesen un tranquilo
“Lunes del Ángel”, “en el que resuena con fuerza el anuncio
gozoso de la Pascua: ¡Cristo ha resucitado!” Y concluyó con estas
palabras: “Buena Pascua a todos y buen almuerzo!”.
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