Ciudad
del Vaticano, 13 de enero de 2013 (VIS).-En el primer domingo después
de la Epifanía, que concluye el tiempo litúrgico de Navidad,
Benedicto XVI se asomó a mediodía a la ventana de su estudio para
rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
“Hoy
celebramos -ha dicho el Papa- la fiesta del Bautismo de Jesús: vemos
a aquel niño, nacido de la Virgen -que contemplamos en el misterio
de su nacimiento- como adulto que se sumerge en las aguas del río
Jordán y santifica así todas las aguas y el mundo entero, como
afirma la tradición oriental. Pero ¿por qué Jesús, en el que no
había sombra de pecado fue a bautizarse por el profeta Juan? ¿Por
qué quiso llevar a cabo ese gesto de penitencia y conversión, junto
con tantas personas que querían preparar la venida del Mesías?. Ese
gesto que marca el principio de la vida pública de Cristo, como
atestiguan todos los evangelistas, se sitúa en la misma línea de la
Encarnación, de la bajada de Dios, desde lo más alto del cielo al
abismo de los infiernos. El sentido de este movimiento descendente se
resume en una palabra única: amor, que es el nombre mismo de Dios”.
El
Jesús que se bautiza en el Jordán es “ el hombre nuevo que quiere
vivir como hijo de Dios, es decir, en el amor; el hombre que, frente
al mal del mundo, elige el camino de la humildad y de la
responsabilidad, no elige salvarse a sí mismo, sino ofrecer su vida
por la verdad y la justicia. Ser cristiano significa vivir así; pero
este género de vida comporta un renacimiento: renacer desde lo alto,
desde Dios, desde la Gracia. Este renacimiento es el Bautismo que
Cristo ha dado a la Iglesia para regenerar a los hombres a la vida
nueva”.
El
Santo Padre, recordando que esta mañana había bautizado a diversos
niños en la Capilla Sixtina, ha querido hacer extensiva su bendición
y sus oraciones “ a todos los recién nacidos. Pero sobre todo
invitar a todos a recordar el propio bautismo, ese renacimiento
espiritual que nos abrió el camino de la vida eterna. ¡Ojalá todos
los cristianos en este Año de la Fe, descubran de nuevo la belleza
de haber renacido desde lo alto, desde el amor de Dios, y vivir como
su hijo verdadero”.
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