Ciudad
del Vaticano, 3 mayo 2012
(VIS).-La Facultad de Medicina y Cirugía del Hospital Policlínico
“Agostino Gemelli” celebra el cincuenta aniversario de su
fundación; el Santo Padre acudió esta mañana a esa institución,
donde pronunció un discurso centrado en la cuestión del “quaerere
Deum” (la búsqueda del absoluto) en la cultura contemporánea.
El
Papa fue recibido por las autoridades académicas del ateneo, a
quienes acompañaban el presidente de la Cámara de Diputados
italiana, Gianfranco Fini, y los ministros de Cultura y Sanidad,
respectivamente Lorenzo Ornaghi y Renato Balduzzi. También estaban
presentes los cardenales Agostino Vallini, vicario de Su Santidad
para la diócesis de Roma; y Angelo Scola, arzobispo de Milán y
presidente del Instituto de Estudios Superiores Giuseppe Toniolo.
Numerosos estudiantes y pacientes del centro asistieron al discurso
pronunciado por Benedicto XVI en la explanada del Políclinico.
“La
nuestra -dijo el Papa- es una época en la que las ciencias
experimentales han transformado la visión del mundo y la capacidad
de comprenderse a sí mismo del ser humano. Los múltiples
descubrimientos y las tecnologías innovadoras (...) son razón, con
motivo, de orgullo; sin embargo, a menudo, no están exentos de
inquietantes resultados”.
“Aquella
que fue la fecunda raíz europea de cultura y progreso parece
olvidada. En ella, la búsqueda del absoluto -el 'quaerere Deum'-
abarcaba la necesidad de profundizar las ciencias profanas, el entero
mundo del saber. Efectivamente, la búsqueda científica y la
exigencia de sentido, aún en su fisionomía epistemológica y
metodológica específicas, brotan de una fuente única, ese 'Logos'
que preside la obra de la creación y guía la inteligencia de la
historia. Una mentalidad fundamentalmente técnica y práctica
engendra un peligroso desequilibrio entre lo que es técnicamente
posible y lo que es moralmente bueno, con consecuencias imprevistas”.
Por
eso, continuó Benedicto XVI, es importante que “la cultura
descubra de nuevo el vigor del significado y el dinamismo de la
trascendencia; en pocas palabras, que abra con decisión el horizonte
del 'quaerere Deum' (...) Ciencia y fe poseen una reciprocidad
fecunda, casi una exigencia complementaria para entender lo real
(...) El cristianismo, como religión del 'Logos' , no relega la fe
al ámbito irracional, sino que atribuye el origen y el sentido de la
realidad a la Razón creadora, que en el Dios crucificado se
manifestó como amor y que invita a recorrer el camino del 'quarere
Deum': 'Yo soy el camino, la verdad y la vida'”.
“Cuando
el ser humano sigue el sendero de la fe y se encuentra con el
sufrimiento y la muerte en medio de la existencia, es capaz de
vislumbrar una posibilidad auténtica de bien y de vida (…) El
cuidado de los que sufren es, entonces, encuentro cotidiano con el
rostro de Cristo, y la dedicación de la inteligencia y el corazón
se impregna de la misericordia de Dios y recuerda su victoria sobre
la muerte”.
“Vivida
en su integridad -subrayó el Papa-, la búsqueda se ilumina con la
ciencia y la fe y, estas dos 'alas' la levantan e impulsan, sin
perder nunca por ello ni la humildad, ni el sentido del propio
límite. De esa forma, la búsqueda de Dios se hace fecunda para la
inteligencia, es fermento de cultura, promotora del verdadero
humanismo, búsqueda que no se detiene en la superficie (…) Se
inserta aquí la tarea insustituible de la Universidad Católica, un
lugar donde la relación educacional está al servicio de la persona
en la construcción de la competencia científica, enraizada en un
patrimonio de saberes que a lo largo de las generaciones se ha
convertido en sabiduría de vida; lugar en que la relación de cura
no es un oficio, sino una misión”.
“La
Universidad Católica, que tiene con la sede de Pedro una relación
especial, hoy está llamada a ser una institución ejemplar que no
limita el aprendizaje a la funcionalidad de un provecho económico,
sino que se expande en proyectos en los cuales la inteligencia
investiga y desarrolla los dones del mundo creado, superando una
visión solo productiva y utilitaria de la existencia porque 'el ser
humano está hecho para el don, que expresa y actúa la dimensión de
trascendencia'”, concluyó el Papa, asegurando a los pacientes del
Gemelli sus “oraciones y afecto”.
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