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lunes, 9 de mayo de 2011

DAR TESTIMONIO DE LA ESPERANZA CRISTIANA AL HOMBRE MODERNO

CIUDAD DEL VATICANO, 8 MAY 2011 (VIS).-Esta mañana el Papa se trasladó de la sede del Patriarcado de Venecia al Parque de San Giuliano de Mestre, donde presidió la celebración de la Santa Misa ante más de 300.000 personas.

  En la homilía, el Santo Padre, tras haber saludado a todos los presentes y de manera particular al Patriarca de Venecia, el cardenal Angelo Scola, dijo que representaban a "las Comunidades eclesiales nacidas de la Iglesia madre de Aquileia. Como en el pasado, cuando aquellas Iglesias se distinguieron por el fervor apostólico y el dinamismo pastoral, también hoy es necesario promover y defender con valor la verdad y la unidad de la fe. Es necesario dar testimonio de la esperanza cristiana al hombre moderno, agobiado a menudo por vastas e inquietantes problemáticas que ponen en crisis las misma bases de su ser y de su actuar".

  Tras recordar que las iglesias, obras de arte, los hospitales y bibliotecas, las escuelas de esta ciudad "están repletas de referencias a Cristo", el Papa señalo que, "sin embargo, hoy este ser de Cristo corre el riesgo de vaciarse de su verdad y de sus contenidos más profundos; de convertirse en un horizonte que sólo superficialmente -y en los aspectos más bien sociales y culturales-, abraza la vida; de reducirse a un cristianismo en el que la experiencia de fe en Jesús crucificado y resucitado no ilumina el camino de la existencia".

  Comentando el Evangelio de hoy sobre los dos discípulos de Emaús, "que después de la crucifixión de Jesús, regresaban a casa inmersos en la duda, en la tristeza y en la desilusión", dijo: "El problema del mal, del dolor y del sufrimiento, el problema de la injusticia y del atropello, el miedo a los otros, a los extraños y a los que desde lejos llegan hasta nuestras tierras y parecen atentar contra lo que somos, lleva a los cristianos de hoy a decir con tristeza: esperábamos que el Señor nos liberase del mal, del dolor, del sufrimiento, del miedo, de la injusticia".

  "Por eso, es menester que cada uno de nosotros, como ocurrió a los dos discípulos de Emaús, nos dejemos instruir por Jesús: ante todo, escuchando y amando la Palabra de Dios", y participando en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre. "La Eucaristía es la máxima expresión del don que Jesús hace de sí mismo y es una constante invitación a vivir nuestra existencia en la lógica eucarística, como un don a Dios y a los demás".

  Benedicto XVI señaló que "también un pueblo tradicionalmente católico puede advertir en sentido negativo, o asimilar casi de manera inconsciente, los contragolpes de la cultura que termina por insinuar una manera de pensar en la que el mensaje evangélico es abiertamente rechazado u obstaculizado subrepticiamente".

  "En los siglos pasados, vuestras Iglesias -continuó- han conocido una rica tradición de santidad y de generoso servicio a los hermanos, gracias a la obra de sacerdotes, religiosos y religiosas de vida activa y contemplativa. Si queremos ponernos en escucha de su enseñanza espiritual, no nos es difícil reconocer la llamada personal e inconfundible que nos dirigen: ¡Sed santos! ¡Poned en el centro de vuestra vida a Cristo!".

  El Santo Padre afirmó que "las Iglesias generadas por Aquileia están llamadas hoy a consolidar la antigua unidad espiritual, en particular a la luz del fenómeno de la inmigración y de las nuevas circunstancias geopolíticas en curso. (...) Mi presencia entre vosotros quiere ser también un vivo apoyo a los esfuerzos que se despliegan para favorecer la solidaridad entre vuestras diócesis del Nordeste; (...) un estimulo para cada iniciativa que tienda a la superación de aquellas divisiones que podrían hacer vanas las aspiraciones concretas a la justicia y a la paz".

  Al final de la celebración eucarística y antes de rezar el Regina Coeli, el Papa invitó a los fieles a invocar a María Santísima, "para que sostenga también hoy los esfuerzos apostólicos de los sacerdotes; haga fecundo el testimonio de los religiosos y religiosas; anime la labor diaria de los padres en la primera transmisión de la fe a sus hijos; ilumine la vía de los jóvenes para que caminen confiados en el sendero trazado por la fe de sus padres; colme de firme esperanza los corazones de los ancianos; consuele con su cercanía a los enfermos y a todos los que sufren; refuerce la obra de los numerosos laicos que colaboran activamente en la nueva evangelización".
PV-ITALIA/                                    VIS 20110509 (750)

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