CIUDAD DEL VATICANO, 15 FEB 2009 (VIS).-Esta mañana a las 12.00, Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
El Papa comentó el Evangelio de la Misa de hoy, donde San Marcos narra cómo Jesús curó milagrosamente a un leproso, y explicó que "según la Ley judía, la lepra no se consideraba solamente una enfermedad, sino la forma más grave de impureza. Los sacerdotes eran los encargados de curarla y de declarar inmundo al enfermo, que tenía que alejarse de la comunidad (...) hasta la eventual curación, que además debía certificarse. Por eso, la lepra constituía una especie de muerte civil y religiosa y su curación casi una resurrección".
"En la lepra podemos entrever un símbolo del pecado, que es la verdadera impureza del corazón capaz de alejarnos de Dios. De Él no nos separa la enfermedad física de la lepra, como establecían las antiguas normas, sino la culpa, el mal espiritual y moral. (...) Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y si no los confesamos humildemente confiando en la misericordia divina llegan a producir la muerte del alma". El Santo Padre observó que Cristo durante la Pasión "se volverá como un leproso, al que nuestros pecados han hecho impuro, separado de Dios: hará todo esto por amor, con el fin de obtener par nosotros la reconciliación, el perdón y la salvación" .
"En el Sacramento de la Penitencia, Cristo crucificado y resucitado, mediante sus ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos restituye a la comunión con el Padre celestial y con los hermanos, nos da su amor, su alegría y su paz".
Benedicto XVI concluyó invitando a los fieles a "recurrir con frecuencia al Sacramento de la Confesión, el Sacramento del Perdón, que hoy debemos volver a descubrir todavía más en su valor y su importancia para nuestra vida cristiana".
ANG/CONFESION/... VIS 20090216 (330)
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