CIUDAD DEL VATICANO, 12 SEP 2008 (VIS).-Finalizadas las Vísperas, el Papa saludó a los jóvenes que transcurrirían la noche en vigilia de oración para prepararse a la Santa Misa que se celebrará mañana en la Explanada de los Inválidos.
Benedicto XVI recordó que la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Sydney, "hizo redescubrir a muchos jóvenes la importancia del Espíritu Santo en la vida del cristiano. El Espíritu nos pone en contacto íntimo con Dios, en quien se encuentra la fuente de toda auténtica riqueza humana".
"Todos buscáis amar y ser amados -dijo el Santo Padre-. Tenéis que volver a Dios para aprender a amar y para tener la fuerza de amar".
Después el Papa invitó a los jóvenes a "meditar en la grandeza del sacramento de la Confirmación, (...) que os introduce en una vida de fe adulta. Es urgente comprender cada vez mejor este sacramento para comprobar la calidad y la hondura de vuestra fe y para robustecerla. El Espíritu Santo os acerca al misterio de Dios y os hace comprender quién es Dios. Os invita a ver en el prójimo al hermano, (...) para vivir en comunión con él, humana y espiritualmente, para vivir, por tanto, como Iglesia. Al revelaros quién es Cristo muerto y resucitado por nosotros, nos impulsa a dar testimonio de Él".
"Es urgente hablar de Cristo a vuestro alrededor -exclamó el pontífice-, a vuestras familias y amigos, en vuestros lugares de estudio, de trabajo o de ocio. No tengáis miedo. Tened "la valentía de vivir el Evangelio y la audacia de proclamarlo". (...) Llevad la Buena Noticia a los jóvenes de vuestra edad y también a los otros. Ellos conocen las turbulencias de la afectividad, la preocupación y la incertidumbre con respecto al trabajo y a los estudios. Afrontan sufrimientos y tienen experiencia de alegrías únicas. Dad testimonio de Dios, porque, en cuanto jóvenes, formáis parte plenamente de la comunidad católica. (...) Quiero deciros que la Iglesia confía en vosotros".
El segundo tema de reflexión que el Papa propuso a los jóvenes fue "el misterio de la Cruz".
"Muchos de vosotros -dijo- lleváis colgada del cuello una cadena con una cruz. También yo llevo una. (...) No es un adorno ni una joya. Es el precioso símbolo de nuestra fe, el signo visible y material de la vinculación a Cristo".
"Para los cristianos, la Cruz simboliza la sabiduría de Dios y su amor infinito revelado en el don redentor de Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, en particular, para la vida de cada uno".
La Cruz "no es sólo el signo de vuestra vida en Dios y de vuestra salvación, sino también (...) el testigo mudo de los padecimientos de los hombres y, al mismo tiempo, la expresión única y preciosa de todas sus esperanzas".
"La Cruz pone en peligro en cierta medida la seguridad humana, pero manifiesta, también y sobre todo, la gracia de Dios y confirma la salvación. Esta tarde os confío la Cruz de Cristo. Pablo había entendido la palabra de Jesús -aparentemente paradójica- según la cual sólo entregando ("perdiendo") la propia vida se puede encontrarla y de ello había sacado la conclusión de que la Cruz manifiesta la ley fundamental del amor, la fórmula perfecta de la vida verdadera".
Tras despedirse de los jóvenes el Papa se desplazó a la Nunciatura Apostólica y después de cenar salió al balcón para saludar a los fieles reunidos ante su residencia en la capital francesa.
"¡Vuestra acogida tan cordial conmueve al Papa! -dijo-. Gracias por haberme esperado aquí a pesar de ser tan tarde y de forma tan entusiasta".
"Estoy feliz de sumarme mañana a la multitud de peregrinos de Lourdes para celebrar el Jubileo de las apariciones de la Virgen. Los católicos en Francia necesitan más que nunca renovar su confianza en María, reconociendo en Ella el modelo de su compromiso al servicio del Evangelio. (...) Cuento con vosotros y con vuestras oraciones para que este viaje dé fruto. Que la Virgen os guarde".
PV-FRANCIA/JOVENES/PARIS VIS 20080913 (670)
Benedicto XVI recordó que la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Sydney, "hizo redescubrir a muchos jóvenes la importancia del Espíritu Santo en la vida del cristiano. El Espíritu nos pone en contacto íntimo con Dios, en quien se encuentra la fuente de toda auténtica riqueza humana".
"Todos buscáis amar y ser amados -dijo el Santo Padre-. Tenéis que volver a Dios para aprender a amar y para tener la fuerza de amar".
Después el Papa invitó a los jóvenes a "meditar en la grandeza del sacramento de la Confirmación, (...) que os introduce en una vida de fe adulta. Es urgente comprender cada vez mejor este sacramento para comprobar la calidad y la hondura de vuestra fe y para robustecerla. El Espíritu Santo os acerca al misterio de Dios y os hace comprender quién es Dios. Os invita a ver en el prójimo al hermano, (...) para vivir en comunión con él, humana y espiritualmente, para vivir, por tanto, como Iglesia. Al revelaros quién es Cristo muerto y resucitado por nosotros, nos impulsa a dar testimonio de Él".
"Es urgente hablar de Cristo a vuestro alrededor -exclamó el pontífice-, a vuestras familias y amigos, en vuestros lugares de estudio, de trabajo o de ocio. No tengáis miedo. Tened "la valentía de vivir el Evangelio y la audacia de proclamarlo". (...) Llevad la Buena Noticia a los jóvenes de vuestra edad y también a los otros. Ellos conocen las turbulencias de la afectividad, la preocupación y la incertidumbre con respecto al trabajo y a los estudios. Afrontan sufrimientos y tienen experiencia de alegrías únicas. Dad testimonio de Dios, porque, en cuanto jóvenes, formáis parte plenamente de la comunidad católica. (...) Quiero deciros que la Iglesia confía en vosotros".
El segundo tema de reflexión que el Papa propuso a los jóvenes fue "el misterio de la Cruz".
"Muchos de vosotros -dijo- lleváis colgada del cuello una cadena con una cruz. También yo llevo una. (...) No es un adorno ni una joya. Es el precioso símbolo de nuestra fe, el signo visible y material de la vinculación a Cristo".
"Para los cristianos, la Cruz simboliza la sabiduría de Dios y su amor infinito revelado en el don redentor de Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, en particular, para la vida de cada uno".
La Cruz "no es sólo el signo de vuestra vida en Dios y de vuestra salvación, sino también (...) el testigo mudo de los padecimientos de los hombres y, al mismo tiempo, la expresión única y preciosa de todas sus esperanzas".
"La Cruz pone en peligro en cierta medida la seguridad humana, pero manifiesta, también y sobre todo, la gracia de Dios y confirma la salvación. Esta tarde os confío la Cruz de Cristo. Pablo había entendido la palabra de Jesús -aparentemente paradójica- según la cual sólo entregando ("perdiendo") la propia vida se puede encontrarla y de ello había sacado la conclusión de que la Cruz manifiesta la ley fundamental del amor, la fórmula perfecta de la vida verdadera".
Tras despedirse de los jóvenes el Papa se desplazó a la Nunciatura Apostólica y después de cenar salió al balcón para saludar a los fieles reunidos ante su residencia en la capital francesa.
"¡Vuestra acogida tan cordial conmueve al Papa! -dijo-. Gracias por haberme esperado aquí a pesar de ser tan tarde y de forma tan entusiasta".
"Estoy feliz de sumarme mañana a la multitud de peregrinos de Lourdes para celebrar el Jubileo de las apariciones de la Virgen. Los católicos en Francia necesitan más que nunca renovar su confianza en María, reconociendo en Ella el modelo de su compromiso al servicio del Evangelio. (...) Cuento con vosotros y con vuestras oraciones para que este viaje dé fruto. Que la Virgen os guarde".
PV-FRANCIA/JOVENES/PARIS VIS 20080913 (670)
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