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viernes, 28 de diciembre de 2007

NAVIDAD: FIESTA DE LA CREACION RENOVADA


CIUDAD DEL VATICANO, 24 DIC 2007 (VIS).-A medianoche, el Papa celebró en la basílica vaticana la Santa Misa del Gallo con motivo de la solemnidad de la Navidad.

  "A María le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada", dijo el Papa citando el Evangelio de San Lucas. "Estas frases nos llegan al corazón siempre de nuevo" porque "en cierto modo, la humanidad espera a Dios, su cercanía".

  "Pero cuando llega el momento -prosiguió- no tiene sitio para Él. Está tan ocupada consigo misma de forma tan exigente, que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios. Y cuanto más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede entrar el otro".

  "Juan, en su Evangelio, fijándose en lo esencial, ha profundizado en la breve referencia de san Lucas sobre la situación de Belén: "Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron". Esto se refiere sobre todo a Belén -explicó el Santo Padre-, pero (...) en realidad, se refiere a toda la humanidad: Aquel por el que el mundo fue hecho, el Verbo creador primordial entra en el mundo, pero no se le escucha, no se le acoge".

  "Gracias a Dios, la noticia negativa no es la única ni la última que hallamos en el Evangelio", dijo Benedicto XVI recordando los ejemplos del "amor de María, (...) la fidelidad de san José, la vigilancia de los pastores (...) y la visita de los sabios Magos".

  Por eso, "hay quienes lo acogen y, de este modo, desde fuera, crece silenciosamente, comenzando por el establo, la nueva casa, la nueva ciudad, el mundo nuevo. El mensaje de Navidad nos hace reconocer la oscuridad de un mundo cerrado y, con ello, se nos muestra sin duda una realidad que vemos cotidianamente. Pero nos dice también que Dios no se deja encerrar fuera. Él encuentra un espacio, entrando tal vez por el establo; hay hombres que ven su luz y la transmiten".

  El Papa comentó después que "en algunas representaciones navideñas de la Baja Edad media y de comienzo de la Edad Moderna, el pesebre se representa como edificio más bien desvencijado. Se puede reconocer todavía su pasado esplendor, pero ahora está deteriorado, sus muros en ruinas; se ha convertido justamente en un establo. Aunque no tiene un fundamento histórico, esta interpretación metafórica expresa sin embargo algo de la verdad que se esconde en el misterio de la Navidad".

  En el establo de Belén, la ciudad del rey David, dijo el Santo Padre, "vuelve a comenzar la realeza davídica de un modo nuevo. (...) El nuevo trono desde el cual este David atraerá hacia sí el mundo es la Cruz", y el nuevo palacio "no es como los hombres se imaginan un palacio y el poder real" sino "la comunidad de cuantos se dejan atraer por el amor de Cristo y con Él llegan a ser un solo cuerpo, una humanidad nueva. El poder que proviene de la Cruz, el poder de la bondad que se entrega, ésta es la verdadera realeza".

  "Gregorio de Nisa ha desarrollado en sus homilías navideñas la misma temática partiendo del mensaje de Navidad en el Evangelio de Juan: "Y puso su morada entre nosotros", recordó el Papa, aplicando la  palabra morada "a nuestro cuerpo, deteriorado y débil; expuesto por todas partes al dolor y al sufrimiento. Y la aplica a todo el cosmos, herido y desfigurado por el pecado. ¿Qué habría dicho si hubiese visto las condiciones en las que hoy se encuentra la tierra a causa del abuso de las fuentes de energía y de su explotación egoísta y sin ningún reparo?".

  "Según la visión de Gregorio, el establo del mensaje de Navidad representa la tierra maltratada. Cristo no reconstruye un palacio cualquiera -concluyó Benedicto XVI-. Él vino para volver a dar a la creación, al cosmos, su belleza y su dignidad: esto es lo que comienza con la Navidad y hace saltar de gozo a los ángeles. La tierra queda restablecida precisamente por el hecho de que se abre a Dios, que recibe nuevamente su verdadera luz y, en la sintonía entre voluntad humana y voluntad divina, en la unificación de lo alto con lo bajo, recupera su belleza, su dignidad. Así, pues, Navidad es la fiesta de la creación renovada".
HML/NAVIDAD/...                                    VIS 20071228 (750)


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