CIUDAD DEL VATICANO, 10 ABR 2004 (VIS).-A las 19,00 de hoy, el Papa presidió en la basílica de San Pedro la solemne Vigilia de la Noche Santa de Pascua, durante la cual administró el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía a siete catecúmenos procedentes de Italia, Togo y Japón.
La Vigilia comenzó en el atrio de la basílica. Allí el Santo Padre bendijo el fuego nuevo y encendió el cirio pascual. Tras la procesión hacia el altar con el cirio y el canto del Exultet se procedió a la Liturgia de la Palabra, la Liturgia Bautismal y la Liturgia Eucarística.
En la homilía, Juan Pablo II afirmó que "la luz de Aquél que 'resucitó de entre los muertos: el primero de todos' vuelve 'clara como el día' esta noche memorable, considerada justamente el 'corazón' del año litúrgico. En esta noche la Iglesia entera vela y medita las etapas importantes de la intervención salvífica de Dios en el universo".
El Santo Padre puso de relieve que la vigilia pascual tiene un doble significado: "Por un lado, es 'memoria orante' de las 'mirabilia Dei', recordando la páginas principales de la Sagrada Escritura: la creación, el sacrificio de Isaac, el paso del Mar Rojo y la promesa de la nueva Alianza. Por otra parte, (…) es espera confiada del pleno cumplimiento de las antiguas promesas. La memoria de la acción de Dios culmina en la resurrección de Cristo y se proyecta hacia el acontecimiento escatológico de la parusía".
Dirigiéndose a los siete catecúmenos que iban a recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, el Papa dijo que gracias al Bautismo iban a entrar a formar parte de la Iglesia, "que es un gran pueblo en camino, sin fronteras de raza, lengua y cultura. (…) Permaneced fieles a Aquél que os ha elegido y entregadle con generosa disponibilidad toda vuestra existencia".
"Si esta misión a veces os puede parecer difícil, recordad las palabras del Resucitado: 'Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo'. Convencidos de su presencia, no temeréis entonces ninguna dificultad ni obstáculo alguno. Su Palabra os iluminará; su Cuerpo y su Sangre serán vuestro alimento y apoyo en el camino cotidiano hacia la eternidad. Junto a cada uno de vosotros estará siempre María, como estuvo presente entre los Apóstoles, temerosos y desorientados en el momento de la prueba. Teniendo su misma fe Ella os mostrará, más allá de la noche del mundo, la aurora gloriosa de la resurrección".
JPII-SEMANA SANTA/SABADO SANTO/... VIS 20040414 (420)
La Vigilia comenzó en el atrio de la basílica. Allí el Santo Padre bendijo el fuego nuevo y encendió el cirio pascual. Tras la procesión hacia el altar con el cirio y el canto del Exultet se procedió a la Liturgia de la Palabra, la Liturgia Bautismal y la Liturgia Eucarística.
En la homilía, Juan Pablo II afirmó que "la luz de Aquél que 'resucitó de entre los muertos: el primero de todos' vuelve 'clara como el día' esta noche memorable, considerada justamente el 'corazón' del año litúrgico. En esta noche la Iglesia entera vela y medita las etapas importantes de la intervención salvífica de Dios en el universo".
El Santo Padre puso de relieve que la vigilia pascual tiene un doble significado: "Por un lado, es 'memoria orante' de las 'mirabilia Dei', recordando la páginas principales de la Sagrada Escritura: la creación, el sacrificio de Isaac, el paso del Mar Rojo y la promesa de la nueva Alianza. Por otra parte, (…) es espera confiada del pleno cumplimiento de las antiguas promesas. La memoria de la acción de Dios culmina en la resurrección de Cristo y se proyecta hacia el acontecimiento escatológico de la parusía".
Dirigiéndose a los siete catecúmenos que iban a recibir los sacramentos de la iniciación cristiana, el Papa dijo que gracias al Bautismo iban a entrar a formar parte de la Iglesia, "que es un gran pueblo en camino, sin fronteras de raza, lengua y cultura. (…) Permaneced fieles a Aquél que os ha elegido y entregadle con generosa disponibilidad toda vuestra existencia".
"Si esta misión a veces os puede parecer difícil, recordad las palabras del Resucitado: 'Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo'. Convencidos de su presencia, no temeréis entonces ninguna dificultad ni obstáculo alguno. Su Palabra os iluminará; su Cuerpo y su Sangre serán vuestro alimento y apoyo en el camino cotidiano hacia la eternidad. Junto a cada uno de vosotros estará siempre María, como estuvo presente entre los Apóstoles, temerosos y desorientados en el momento de la prueba. Teniendo su misma fe Ella os mostrará, más allá de la noche del mundo, la aurora gloriosa de la resurrección".
JPII-SEMANA SANTA/SABADO SANTO/... VIS 20040414 (420)
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