CIUDAD DEL VATICANO, 26 MAR 2004 (VIS).-El Santo Padre se encontró esta mañana con los prelados de la Conferencia de Obispos Católicos de Australia al final de su visita "ad limina".
"La alegría y la esperanza de los discípulos de Cristo caracteriza la vida de numerosos sacerdotes, religiosos y fieles australianos, que se esfuerzan por responder a la llamada de Cristo", dijo el Papa. "También es cierto que la ideología perniciosa del secularismo ha hallado una tierra fértil en Australia. En las raíces de este preocupante fenómeno se encuentra la tentación de promover una visión de la humanidad sin Dios. (…) Vuestros informes describen claramente algunas de las consecuencias destructivas de este oscurecimiento del sentido de Dios: la debilitación de la vida familiar y el alejamiento de la Iglesia".
"Frente a estos desafíos -señaló- los obispos deben sobresalir como profetas audaces, testigos y siervos de la esperanza de Cristo" y proclamar la esperanza "que mana de la Cruz (…), conduciendo a los hombres y mujeres de las sombras de la confusión moral y del pensamiento ambiguo al resplandor de la verdad y del amor de Cristo".
Refiriéndose al testimonio de la Iglesia a través del culto, el Santo Padre subrayó que "el domingo es 'el día supremo de la fe', 'un día indispensable', 'el día de la esperanza cristiana'. Descuidar el precepto dominical de la Santa Misa debilita a los discípulos de Cristo. (…) Cuando el domingo pierde su significado fundamental y se subordina a un concepto secular de 'fin de semana', dominado por la diversión y el deporte, la gente se encierra en un horizonte tan estrecho que no es capaz de ver el cielo".
"La misión evangelizadora de la Iglesia está íntimamente unida a la liturgia -continuó-. Enviados por el Señor a la viña -la casa, el lugar de trabajo, la escuela, las organizaciones civiles- los discípulos de Cristo no tienen tiempo para 'permanecer ociosos en el mercado', ni pueden dejarse absorber tanto por la organización interna de la vida parroquial que se desvíen del mandamiento de evangelizar activamente al prójimo".
Juan Pablo II puso de relieve "la 'communio' que existe entre un obispo y sus sacerdotes", y dijo que esto exige "que el obispo se preocupe del bienestar del presbiterado. (…) Os exhorto a escuchar siempre a vuestros sacerdotes, como un padre escucha a su hijo". El Papa añadió que "la contribución de las personas consagradas a la misión de la Iglesia y a la construcción de una sociedad civil ha sido muy valioso para vuestra nación. (…) Pero, este gran aprecio por la vida consagrada está unido a vuestra preocupación por la disminución de vocaciones religiosas".
El Santo Padre mostró su aprecio a los obispos por sus "esfuerzos extraordinarios por mantener la unidad del matrimonio como una alianza para toda la vida, fundada en el don recíproco y generoso y en el amor incondicional. (…) La explicación incisiva y fiel de la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia es muy importante para contrarrestar la visión secular, pragmática e individualista que ha ganado terreno en el campo de la legislación e incluso una cierta aceptación en la opinión pública. Es muy preocupante la tendencia a equiparar el matrimonio con otras formas de cohabitación. Esto ofusca la verdadera naturaleza del matrimonio y viola su fin sagrado previsto por el designio divino para la humanidad. (…) El obispo tiene el deber especial de asegurar que en la sociedad civil -medios de comunicación e industria del espectáculo- se apoyen y defiendan los valores del matrimonio y la familia".
AL/…/AUSTRALIA VIS 20040326 (560)
"La alegría y la esperanza de los discípulos de Cristo caracteriza la vida de numerosos sacerdotes, religiosos y fieles australianos, que se esfuerzan por responder a la llamada de Cristo", dijo el Papa. "También es cierto que la ideología perniciosa del secularismo ha hallado una tierra fértil en Australia. En las raíces de este preocupante fenómeno se encuentra la tentación de promover una visión de la humanidad sin Dios. (…) Vuestros informes describen claramente algunas de las consecuencias destructivas de este oscurecimiento del sentido de Dios: la debilitación de la vida familiar y el alejamiento de la Iglesia".
"Frente a estos desafíos -señaló- los obispos deben sobresalir como profetas audaces, testigos y siervos de la esperanza de Cristo" y proclamar la esperanza "que mana de la Cruz (…), conduciendo a los hombres y mujeres de las sombras de la confusión moral y del pensamiento ambiguo al resplandor de la verdad y del amor de Cristo".
Refiriéndose al testimonio de la Iglesia a través del culto, el Santo Padre subrayó que "el domingo es 'el día supremo de la fe', 'un día indispensable', 'el día de la esperanza cristiana'. Descuidar el precepto dominical de la Santa Misa debilita a los discípulos de Cristo. (…) Cuando el domingo pierde su significado fundamental y se subordina a un concepto secular de 'fin de semana', dominado por la diversión y el deporte, la gente se encierra en un horizonte tan estrecho que no es capaz de ver el cielo".
"La misión evangelizadora de la Iglesia está íntimamente unida a la liturgia -continuó-. Enviados por el Señor a la viña -la casa, el lugar de trabajo, la escuela, las organizaciones civiles- los discípulos de Cristo no tienen tiempo para 'permanecer ociosos en el mercado', ni pueden dejarse absorber tanto por la organización interna de la vida parroquial que se desvíen del mandamiento de evangelizar activamente al prójimo".
Juan Pablo II puso de relieve "la 'communio' que existe entre un obispo y sus sacerdotes", y dijo que esto exige "que el obispo se preocupe del bienestar del presbiterado. (…) Os exhorto a escuchar siempre a vuestros sacerdotes, como un padre escucha a su hijo". El Papa añadió que "la contribución de las personas consagradas a la misión de la Iglesia y a la construcción de una sociedad civil ha sido muy valioso para vuestra nación. (…) Pero, este gran aprecio por la vida consagrada está unido a vuestra preocupación por la disminución de vocaciones religiosas".
El Santo Padre mostró su aprecio a los obispos por sus "esfuerzos extraordinarios por mantener la unidad del matrimonio como una alianza para toda la vida, fundada en el don recíproco y generoso y en el amor incondicional. (…) La explicación incisiva y fiel de la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la familia es muy importante para contrarrestar la visión secular, pragmática e individualista que ha ganado terreno en el campo de la legislación e incluso una cierta aceptación en la opinión pública. Es muy preocupante la tendencia a equiparar el matrimonio con otras formas de cohabitación. Esto ofusca la verdadera naturaleza del matrimonio y viola su fin sagrado previsto por el designio divino para la humanidad. (…) El obispo tiene el deber especial de asegurar que en la sociedad civil -medios de comunicación e industria del espectáculo- se apoyen y defiendan los valores del matrimonio y la familia".
AL/…/AUSTRALIA VIS 20040326 (560)
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