A LOS JOVENES: SED PROMOTORES DE LA CULTURA DE LA PAZ

CIUDAD DEL VATICANO, 10 ABR 2003 (VIS) - Esta tarde en la Plaza de San Pedro miles de jóvenes de la diócesis de Roma participaron en un encuentro de oración y de fiesta con el Papa en preparación para la XVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebrará el próximo domingo.

Antes de la llegada del Santo Padre varios jóvenes ofrecieron testimonios y cantaron.

A lo largo de su discurso, Juan Pablo II fue interrumpido varias veces por los aplausos y bromeó con los jóvenes sobre todo por la inclemencia del tiempo. Haciendo referencia al tema de la Jornada de este año: "Ahí tienes a tu Madre", el Santo Padre dijo que "acoger a María en la propia casa, en la propia existencia, es privilegio de todos los fieles. Sobre todo lo es en los momentos difíciles, como los que a veces vivís vosotros, jóvenes, en este período de la vida".

"Por este motivo -continuó- hoy os consagraré a María. Os lo digo por experiencia, ¡abridle las puertas de vuestra existencia! No tengáis miedo de abrir de par en par las puertas de vuestros corazones a Cristo".

"Os confío a María mientras ya estáis idealmente en camino hacia la JMJ de Colonia", que se celebrará en el 2005. "Deseo que aquella Jornada -añadió- se prepare desde ahora con la oración constante que se eleve desde toda la Iglesia, y en particular, en Italia, desde cuatro lugares significativos": el Santuario Mariano de Loreto y el de la Virgen del Rosario de Pompeya; y aquí en Roma, el Centro Juvenil San Lorenzo y la Iglesia de Santa Inés en Agone.

El Papa señaló que "en este momento difícil de la historia, mientras el terrorismo y las guerras amenazan la concordia entre los hombres y las religiones, deseo consagraros a María para que seáis promotores de la cultura de la paz, hoy más necesaria que nunca".

Juan Pablo II recordó que mañana se celebra el 40 aniversario de la publicación de la Encíclica "Pacem in Terris" del beato Juan XXIII, la primera en la que un pontífice se dirigía no solo a los creyentes sino a "todos los hombres de buena voluntad". "Solo comprometiéndose a construir la paz -prosiguió- sobre los cuatro pilares de la verdad, de la justicia, del amor y de la libertad -como nos enseña la Encíclica- será posible impulsar la cooperación entre las naciones y armonizar los intereses diversos y contrapuestos de culturas e instituciones".

"Para implorar de Dios con la oración el don de la paz, deseo entregaros esta tarde el Rosario. (...) ¡Llevadlo siempre con vosotros! El Rosario, rezado con devoción, os ayudar a asimilar el misterio de Cristo para aprender de El el secreto de la paz y hacer de ello un proyecto de vida".

Terminado el discurso, el Santo Padre hizo el solemne Acto de Consagración de los jóvenes a María y bendijo y entregó varios rosarios a un grupo de jóvenes en representación de todos los presentes.

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