AUDIENCIA GENERAL: INVOCAR AL SEÑOR CON CONFIANZA

CIUDAD DEL VATICANO, 16 ENE 2002 (VIS) - En la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, el Santo Padre habló sobre el Salmo 41, en el que se representa la imagen de una cierva sedienta en busca de las aguas frescas de un arroyo. Simboliza, dijo, a "la persona que al rezar se dirige con todo su cuerpo y espíritu al Señor, sentido como lejano y al mismo tiempo necesario".

"La primera escena del Salmo expresa la profunda nostalgia suscitada por el recuerdo de un pasado feliz gracias a las hermosas celebraciones litúrgicas ya inaccesibles. (...) La oración festiva de entonces, elevada al Señor durante el culto en el templo, es sustituida ahora por el llanto, por el lamento, por la imploración".

Desgraciadamente, el salmista "se encuentra ahora -continuó el Papa- lejos de Sión", en Galilea, donde están las cataratas del Jordán. "Sin embargo, estas aguas no apagan la sed como las de Sión. A los ojos del salmista son más bien parecidas a las aguas caóticas del diluvio que destruyen todo. Siente que le caen encima como un torrente impetuoso que aniquila la vida".

Juan Pablo II explicó que esta irrupción simboliza a los "perversos, los adversarios, quizá incluso a los paganos que viven en esta región remota donde el fiel es relegado. Desprecian al justo y escarnecen su fe pregunt ndole irónicamente: '¿Dónde está tu Dios?'. Y él lanza a Dios su angustiosa pregunta: '¿Por qué me has olvidado?'. (...) Ante esta alma atormentada, (...), ¿Dios podrá quedar mudo? ¡Ciertamente que no!". El Salmo sucesivo, el 42, terminó, "es una invocación confiada a Dios (...): 'Llegaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría'".

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