Ciudad
del Vaticano, 11 de junio de 2015 (Vis).-El derecho a la
alimentación, el problema de los residuos, la incidencia de los
mercados sobre el hambre, el primado del desarrollo agrícola, los
problemas del agua, el acaparamiento de las tierras y la dependencia
de las ayudas externas, han sido los temas centrales del discurso que
el Papa Francisco ha dirigido a los 450 participantes en la 39
Conferencia de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura) recibiéndolos esta mañana en la
Sala Clementina.
''Ante
la miseria de muchos de nuestros hermanos y hermanas -dijo el Papa- a
veces pienso que el tema del hambre y del desarrollo agrícola se ha
convertido hoy en uno de los tantos problemas en este tiempo de
crisis...Nuestra tendencia a ''desertar'' ante cuestiones difíciles
es humana '' pero '' debemos responder al imperativo de que el acceso
al alimento necesario es un derecho para todos. Y los derechos no
permiten exclusiones. Ciertamente, puede consolarnos el saber que
aquellos mil doscientos millones de hambrientos en 1992 se ha
reducido, aun cuando crece la población mundial. No obstante, de
poco sirve tener en cuenta los números o incluso proyectar una serie
de compromisos concretos y de recomendaciones que han de aplicar las
políticas y las inversiones, si descuidamos la obligación de
''erradicar el hambre y prevenir todas las formas de malnutrición en
todo el mundo''.
''Preocupan
mucho las estadísticas sobre los residuos: en esta partida se
incluye un tercio de los alimentos producidos -observó el Pontífice-
Reducir los residuos es esencial, así como reflexionar sobre el uso
no alimentario de los productos agrícolas, que se utilizan en
grandes cantidades para la alimentación animal o para producir
biocombustibles. Ciertamente, hay que garantizar condiciones
ambientales cada vez más sanas, pero ¿podemos seguir haciéndolo
excluyendo a alguien? Se ha de sensibilizar a todos los países sobre
el tipo de nutrición adoptada, y esto varía dependiendo de las
latitudes..... Pero, tanto en la calidad como en la cantidad, pesa la
situación de inseguridad determinada por el clima, por el aumento de
la demanda y la incertidumbre de los precios''.
''Preguntémonos
además: ¿Cuánto incide el mercado con sus reglas sobre el hambre
del mundo? De los estudios que ustedes realizan, resulta que desde
2008 el precio de los alimentos ha cambiado su tendencia: duplicado,
después estabilizado, pero siempre con valores altos respecto al
período precedente. Precios tan volátiles impiden a los más pobres
hacer planes o contar con una nutrición mínima. Las causas son
muchas. Nos preocupa justamente el cambio climático, pero no podemos
olvidar la especulación financiera: un ejemplo son los precios del
trigo, el arroz, el maíz, la soja,... a veces vinculados a fondos de
renta y, por tanto, cuanto mayor sea su precio más gana el fondo.
También aquí, tratemos de seguir otro camino, convenciéndonos de
que los productos de la tierra tienen un valor que podemos decir
''sacro'', ya que son el fruto del trabajo cotidiano de personas,
familias, comunidades de agricultores''.
''En
la finalidad de la FAO, el desarrollo agrícola incluye el trabajo de
la tierra, la pesca, la ganadería, los bosques -recordó Francisco-
Es preciso que este desarrollo esté en el centro de la actividad
económica... esto significa apoyar una resilience efectiva,
reforzando de modo específico la capacidad de las poblaciones para
hacer frente a las crisis –naturales o provocadas por la acción
humana– y prestando atención a las diferentes exigencias. Así
será posible perseguir un nivel de vida digno. En este compromiso
quedan otros puntos críticos. En primer lugar, parece difícil
aceptar una resignación genérica, el desinterés y hasta la
ausencia de tantos, incluso los Estados. A veces se tiene la
sensación de que el hambre es un tema impopular, un problema
insoluble, que no encuentra soluciones dentro de un mandato
legislativo o presidencial y, por tanto, no garantiza consensos. Las
razones que llevan a limitar aportes de ideas, tecnología, expertise
y financiación residen en la falta de voluntad para asumir
compromisos vinculantes, ya que nos escudamos tras la cuestión de la
crisis económica mundial y la idea de que en todos los países hay
hambre... Pero así se olvida que, si en un país la pobreza es un
problema social al que pueden darse soluciones, en otros contextos es
un problema estructural y no bastan sólo las políticas sociales
para afrontarla. Esta actitud puede cambiar si reponemos en el
corazón de las relaciones internacionales la solidaridad,
trasponiéndola del vocabulario a las opciones de la política: la
política del otro''.
El
Papa citó también la necesidad de la educación de las personas
para una correcta dieta alimenticia... ''Sabemos que en Occidente el
problema es el alto consumo y los residuos. En el Sur, sin embargo,
para asegurar el alimento, es necesario fomentar la producción local
que, en muchos países con ''hambre crónica'', es sustituida por
remesas provenientes del exterior y tal vez inicialmente a través de
ayudas. Pero las ayudas de emergencia no bastan, y no siempre llegan
a las manos adecuadas. Así se crea dependencia de los grandes
productores y, si el país carece de los medios económicos
necesarios, entonces la población termina por no alimentarse y el
hambre crece''.
''El
cambio climático nos hace pensar también al desplazamiento forzado
de poblaciones y a tantas tragedias humanitarias por falta de
recursos, a partir de agua, que ya es objeto de conflictos, que
previsiblemente aumentarán. No basta afirmar que hay un derecho al
agua sin esforzarse por lograr un consumo sostenible de este bien y
eliminar cualquier derroche. ...Además del agua, también el uso de
los terrenos sigue siendo un problema serio. Preocupa cada vez más
el acaparamiento de las tierras de cultivo por parte de empresas
transnacionales y Estados, que no sólo priva a los agricultores de
un bien esencial, sino que afecta directamente a la soberanía de los
países. Ya son muchas las regiones en las que los alimentos
producidos van a países extranjeros y la población local se
empobrece por partida doble, porque no tiene ni alimentos ni tierra.
...Sin embargo, sabemos que la producción mundial de alimentos es en
su mayor parte obra de haciendas familiares. Por eso es importante
-concluyó el Papa- que la FAO refuerce la asociación y los
proyectos en favor de las empresas familiares, y estimule a los
Estados a regular equitativamente el uso y la propiedad de la tierra.
Esto podrá contribuir a eliminar las desigualdades, ahora en el
centro de la atención internacional''.
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