Ciudad
del Vaticano, 25 de junio de 2015 (Vis).-''La misión que un día
estaréis llamados a desempeñar os llevará por todo el mundo. A
Europa, necesitada de despertar; a África, sedienta de
reconciliación; a América Latina, hambrienta de nutrición e
interioridad; a América del Norte, que quiere redescubrir las
raíces de una identidad que no se define a partir de la exclusión;
a Asia y Oceanía, desafiadas por la capacidad de fermentar en la
diáspora y de dialogar con la inmensidad de culturas ancestrales''.
Con estas palabras ha recibido el Papa Francisco a los estudiantes
que acaban de terminar el curso en la Academia Pontificia
Eclesiástica, la institución de la Santa Sede encargada de formar
a los diplomáticos que trabajarán en las Nunciaturas y en la
Secretaría de Estado.
En
el discurso que les dirigió, el Santo Padre subrayó diversos puntos
del camino que les espera, comenzando por la misión. ''Os preparáis
-dijo- para representar a la Santa Sede en la Comunidad de Naciones
y en las Iglesias locales a las que estáis destinados. La Santa
Sede es la sede del obispo de Roma, la Iglesia que preside en la
caridad, que no se asienta sobre el vano orgullo de sí misma, sino
sobre el valor diario de la condescendencia – es decir del abajarse
- de su Maestro. La verdadera autoridad de la Iglesia Romana es la
caridad de Cristo. Esta es la única fuerza que hace que sea
universal y creíble para los hombres y para el mundo; este es el
corazón de su verdad, que no erige muros de división y exclusión,
sino que se hace puente que construye la comunión y llama a la
unidad de la humanidad. Esta es la potencia secreta que alimenta su
esperanza tenaz, invencible pesar de los reveses momentáneos''.
''No
se puede representar a alguien sin reflejar sus rasgos, sin recordar
su rostro -observó el Papa- Jesús dice: "El que me ha visto,
ha visto al Padre. No éstais llamados a ser altos funcionarios de
un Estado, de una casta superior, …. bienvenida en los salones
mundanos, sino para ser custodios de una verdad que sostiene en
profundidad a los que la proponen, y no al contrario. Es importante
que no dejéis que os aridezcan los cambios de destino: cultivad
raíces profundas, mantened la memoria viva de por qué emprendisteís
este camino, no permitáis que os vacíe el cinismo, ni consintáis
que se desvanezca el rostro de Cristo que es la raíz de vuestro
recorrido''.
Asimismo
reiteró que la preparación específica de la Academia está
encaminada a que los futuros diplomáticos estimen las realidades con
que se encontrarán y las amen ''incluso en la pequeñez que puedan
mostrar''. ''De hecho -destacó- os preparáis para convertiros en
"puentes", pacificando e integrando en la oración y el
combate espiritual, la tendencia a afirmarse sobre los demás, la
presunta superioridad de la mirada que impide el acceso a la
sustancia de la realidad, la pretensión de saber ya lo suficiente.
Para conseguirlo es necesario que no incorporéis en el entorno donde
actuaréis, vuestros patrones de comprensión, parámetros
culturales o antecedentes eclesiales''.
''El
servicio al que habéis sido llamados, requiere la tutela de la
libertad de la Sede Apostólica que, para no traicionar su misión
ante Dios y para el verdadero bien de los hombres, no puede dejarse
aprisionar por la lógica de las pertenencias, convertirse en rehén
de la contabilidad de las facciones, contentarse con la división
entre cónsules, someterse a los poderes políticos y dejarse
colonizar por los pensamientos fuertes de turno o por la hegemonía
ilusoria de la ''corriente principal'' -advirtió el Obispo de Roma-
Estáis llamados a buscar, en las iglesias y pueblos entre los cuales
éstas viven y sirven, el bien que debe alentarse. Para llevar a
cabo lo mejor posible esta misión hay que dejar la actitud del
juez y ponerse el traje de pedagogo, de aquel que es capaz de hacer
brotar de las iglesias y de sus ministros el potencial para el bien
que Dios no deja de sembrar''.
''Os
exhorto -concluyó- a no esperar que el terreno esté listo sino a
tener el coraje de ararlo con vuestras propias manos - sin tractores
u otros medios más eficaces de los cuales nunca podremos disponer -
para prepararlo a la siembra, esperando con la paciencia de Dios, la
cosecha, de la cual tal vez no seréis los beneficiarios; a no
pescar en los acuarios o en los viveros, sino a tener el valor de
dejar los márgenes de seguridad de lo que ya se conoce y echar las
redes y cañas de pescar en zonas menos descontadas, sin adaptaros a
comer pescado enlatado por otros''.
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