Ciudad
del Vaticano, 15 de mayo 2015 (VIS).-El Papa Francisco ha enviado un
mensaje al cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Pontificio
Consejo para los Laicos, con motivo del Seminario Internacional de
estudios sobre el tema ''Entrenadores: Educadores de personas'', que
organiza la sección Iglesia y Deporte de ese dicasterio.
''Todos
nosotros en la vida, necesitamos educadores, de personas maduras,
sabias y equilibradas que nos ayuden a crecer en la familia, en el
estudio, en el trabajo, en la fe -escribe el Santo Padre- La
presencia de un buen entrenador-educador resulta providencial sobre
todo en los años de la adolescencia y la primera juventud, cuando
la personalidad se está desarrollando y se buscan modelos de
conducta y de identificación... En esta delicada etapa de la vida es
grande la responsabilidad del entrenador que a menudo tiene el
privilegio de pasar muchas horas a la semana con los jóvenes y de
tener una gran influencia sobre ellos con su conducta y su
personalidad.... ¡Qué importante es entonces que el entrenador
sea un ejemplo de integridad, de coherencia, de juicio justo, de
imparcialidad, pero también de alegría de vivir, de paciencia, de
capacidad de estima y benevolencia con todos, especialmente con los
más desfavorecidos!''.
''¡Y
que importante es -añade- que sea un ejemplo de fe! La fe
siempre nos ayuda a elevar la mirada a Dios, a no absolutizar ninguna
de nuestras actividades, incluyendo los deportes .. y así tener la
distancia justa y la sabiduría para relativizar tanto las derrotas
como los éxitos . La fe nos da esa mirada de bondad para los demás
que nos hace superar la tentación de la rivalidad demasiado
encendida y de la agresividad; nos hace entender la dignidad de toda
persona, incluso la menos dotada y desfavorecida. El entrenador, en
este sentido, puede dar una contribución muy valiosa a la creación
de un clima de solidaridad y de inclusión de los jóvenes marginados
y en situación de riesgo social, cuando consigue encontrar la forma
adecuada para acercarlos al deporte y también a las experiencias de
socialización. Si posee equilibrio humano y espiritual también
sabrá defender los valores auténticos del deporte y su naturaleza
fundamental de juego y actividad socializadora evitando que se
desnaturalice bajo la presión de tantos intereses, sobre todo
económicos, hoy en día cada vez más presentes''.
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