Ciudad
del Vaticano, 21 de febrero 2015 (VIS).-El Papa recibió esta mañana
en el Aula Pablo VI a más de siete mil personas procedentes de la
diócesis italiana de Cassano all'Ionio, situada en la región de
Calabria, una tierra que Francisco visitó el año pasado en junio y
cuya iglesia acoge ritos y tradiciones diversas que expresan ''la
variedad de dones que enriquecen a la Iglesia de Cristo''.
El
Santo Padre saludó a los representantes de las diversas asociaciones
que en esos lugares se ocupan de la ''acogida a Cristo que sufre'',
en particular de las personas con problemas de dependencia, a través
de centros de escucha y hogares y recordó su encuentro con los
detenidos del penitenciario de Castrovillari, con los enfermos y la
extraordinaria presencia de la gente en la llanura de Síbaris. ''El
Señor os ayude -dijo- a ser comunidades acogedoras para acompañar
hacia Cristo a los que encuentran díficil entrever su presencia que
salva''.
''Quisiera
reafirmar -continuó- una reflexión que os sugerí durante mi
visita:el que ama a Jesús, el que oye y acoge su Palabra y viven
con sinceridad la respuesta a la llamada del Señor, no puede de
ninguna manera darse a las obras del mal. ¡O Jesús o el mal!
Jesús no invitaba a comer a los demonios: los expulsaba, porque eran
el mal...No se puede decirse cristianos y atentar contra la
dignidad de las personas; los que pertenecen a la comunidad cristiana
no pueden planear y llevar a cabo acciones violentas contra los
demás y contra el medio ambiente. Los gestos externos de
religiosidad, si no se acompañan de una conversión real y pública
no bastan para considerarse en comunión con Cristo y su
Iglesia. Los gestos externos de religiosidad no bastan para acreditar
como creyentes a los que con la maldad y la arrogancia típica de los
criminales, hacen de la ilegalidad su estilo de vida. A los que han
elegido el camino del mal y están afiliados a organizaciones
criminales renuevo la invitación apremiante a la conversión. ¡Abrid
vuestro corazón al Señor! El Señor os espera y la Iglesia os acoge
si, como pública ha sido vuestra decisión de servir el mal, clara
y pública será también vuestra voluntad de servir el bien''.
''La
belleza de vuestra tierra es un don de Dios y un patrimonio para
preservar y transmitir en todo su esplendor a las generaciones
futuras -exclamó Francisco- Por lo tanto, es necesario el
compromiso valiente de todos, empezando por las instituciones, para
que no queda marcada irremediablemente por intereses mezquinos''.
Entre las cosas hermosas de Calabria, el Papa citó la Comunidad
del Emmanuel, un ''ejemplo de la aceptación'' donde los jóvenes
devastados por las drogas han encontrado al "buen samaritano"
que ha sabido inclinarse sobre sus heridas y curarlas ''con el
bálsamo de la cercanía y el afecto y muchas familias han recobrado
la esperanza en la suerte de sus hijos. ''La Iglesia os agradece
este servicio -afirmó- Poniendoos al lado de los jóvenes y los
adultos subyugados por las dependencias, abrazáis el sufrimiento de
Jesús y sembráis esperanza''.
''¡Nuestro
tiempo tiene una gran necesidad de esperanza! -reiteró Francisco al
final de su discurso- No se puede impedir a los jóvenes que
esperen... Los jovenes necesitan esperar. Hay que dar signos
concretos de esperanza a los que viven la experiencia del dolor y el
sufrimiento. Las asociaciones y las personas que se dedican a la
acogida son generadoras de esperanza. Por lo tanto, exhorto a
vuestras comunidades cristianas a ser protagonistas de la
solidaridad, a no detenerse frente a aquellos que, por mero interés
personal, siembran el egoísmo, la violencia y la injusticia.
¡Oponeos a la cultura de la muerte y sed testigos del Evangelio de
la Vida! La luz de la Palabra de Dios y el apoyo del Espíritu Santo
os ayudaen a mirar con nuevos ojos las tantas uevas formas de pobreza
que llevan a la desesperación a muchos jóvenes y a sus familias''.
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