Ciudad
del Vaticano, 5 marzo 2014
(VIS).- Más de treinta mil fieles han participado esta mañana, en
la Plaza de San Pedro en la audiencia general. El Santo Padre ha
dedicado la catequesis del Miércoles de Ceniza al itinerario
cuaresmal de cuarenta días que nos conducirá al Triduo Pascual y ha
expuesto dos “importantes” invitaciones de la Iglesia en este
tiempo: ser más conscientes de la obra redentora de Cristo y vivir
de manera más comprometida el propio Bautismo.
“La
conciencia de las maravillas que el Señor ha hecho por nuestra
salvación - ha dicho refiriéndose a la primera aproxima nuestra
mente y nuestro corazón a una actitud de gratitud a Dios...” . Y
vivir al máximo el Bautismo -segunda invitación- “significa no
acostumbrarse a la situación de degradación y miseria que nos
encontramos caminando por las calles de nuestras ciudades y nuestros
países” porque “existe el riesgo de aceptar pasivamente algunos
comportamientos y de no asombrarnos de la triste realidad que nos
rodea. Nos acostumbramos a la violencia, como si se tratara de una
noticia cotidiana inevitable; nos acostumbramos a los hermanos y
hermanas que duermen en la calle, que no tienen un techo donde
refugiarse. Nos acostumbramos a los refugiados en busca de libertad y
dignidad, que no son aceptados como deberían. Nos acostumbramos a
vivir en una sociedad que pretende prescindir de Dios, en la que los
padres ya no enseñan a sus hijos a rezar ni a hacer la señal de la
cruz y yo os pregunto: “Vuestros hijos, vuestros niños, ¿Saben
hacerse la señal de la cruz?...¿Se lo habéis enseñado?...¿Saben
rezar el Padre Nuestro?.. ¿el Ave María?”.
Francisco
ha explicado que la Cuaresma es “un momento providencial para
cambiar de rumbo, para recuperar la capacidad de reaccionar ante la
realidad del mal que siempre nos desafía. La Cuaresma -ha
continuado- se debe vivir como un tiempo de conversión, de
renovación personal y comunitaria a través del acercamiento a Dios
y la adhesión confiada al Evangelio. De esta manera también nos
permite mirar con nuevos ojos a los hermanos y sus necesidades”.
El
Papa ha recordado que este momento es “favorable para convertirse
al amor hacia Dios y hacia el prójimo; un amor que sepa imitar la
actitud de generosidad y misericordia del Señor, que se ha hecho
pobre para enriquecernos con su pobreza”, y ha invitado a todos a
invocar “con especial confianza la protección y la ayuda de la
Virgen María: para que Ella, la primera creyente en Cristo, nos
acompañe durante los días de intensa oración y penitencia, para
llegar a celebrar, purificados y renovados en el espíritu, el gran
misterio de la Pascua ,su Hijo”.
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