Ciudad
del Vaticano, 2 de febrero 2014 (VIS).-En la XVIII Jornada Mundial de
la Vida Consagrada, festividad de la Presentación de Jesús en el
Templo, el Papa Francisco ha celebrado a las 10,00 en la basílica
de San Pedro la santa misa, con los miembros de los Institutos de
Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Por primera vez
en su pontificado, el Obispo de Roma, ha abierto el rito con la
bendición de los cirios llevados en procesión antes de la
celebración eucarística y en su homilía ha subrayado la
importancia del encuentro entre observancia y profecía, entre
jóvenes y ancianos dentro de la vida consagrada.
“La
fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo -ha dicho- es ...
el encuentro entre Jesús y su pueblo.... representado por dos
ancianos Simeón y Ana... que fue también un encuentro dentro de
la historia del pueblo, un encuentro entre los jóvenes y los
ancianos: los jóvenes eran María y José, con su recién nacido; y
los ancianos eran Simeón y Ana”.
El
Papa ha señalado que en el Evangelio de San Lucas “se intuye, casi
se percibe que los padres de Jesús se alegran...de caminar en la Ley
del Señor. Son dos recién casados, acaban de tener un hijo y están
animados por el deseo de cumplir lo que está prescrito. No es un ...
cumplir la regla, ¡no! Es un deseo fuerte, profundo, lleno de
alegría”. De Simeón. Lucas afirma que era “justo y piadoso, y
esperaba el consuelo de Israel” y de Ana dice que era una
“profetisa”.“Estos dos ancianos - ha comentado- están llenos
de vida ... porque están animados por el Espíritu Santo”. Y al
centro de este encuentro “está Jesús. Es Él quien mueve todo,
que atrae a unos y otros al Templo, que es la casa de su Padre.”
Es
un encuentro “entre los jóvenes llenos de alegría a la hora de
observar la Ley del Señor y los ancianos llenos de alegría por la
acción del Espíritu Santo. ¡Es un encuentro singular entre
observancia y profecía, donde los jóvenes son los observantes y los
ancianos son los proféticos!.. A la luz de esta escena evangélica,
consideremos la vida consagrada como un encuentro con Cristo: es Él
que viene a nosotros; nos lo traen María y José, y somos nosotros
los que vamos hacia Él, guiados por el Espíritu Santo. Pero en el
centro está Él, Él mueve todo... Él nos atrae al Templo, a la
Iglesia, donde podemos encontrarlo, reconocerlo.”
Jesús
nos sale al encuentro en la Iglesia “a través del carisma
fundacional de un Instituto: ¡Es hermoso pensar así en nuestra
vocación!- ha exclamado el Papa- Nuestro encuentro con Cristo ha
tomado forma en la Iglesia mediante el carisma de un testigo suyo...
Y también en la vida consagrada se vive el encuentro entre los
jóvenes y los ancianos, entre observancia y profecía. ¡No pensemos
que son dos realidades que se contraponen! Dejemos más bien que el
Espíritu Santo anime una y otra y la señal de esto es la alegría:
la alegría...de caminar en una regla de vida; y la alegría de estar
guiados por el Espíritu, nunca rígidos, jamás cerrados, siempre
abiertos a la voz de Dios que habla, que abre, que conduce, que nos
invita a ir hacia el horizonte.”
“A
los ancianos les sienta bien comunicar su sabiduría a los jóvenes,
y a los jóvenes les sienta bien recoger este patrimonio de
experiencia y de sabiduría, y llevarlo adelante – no para
guardarlo en un museo -sino para afrontar los desafíos que la vida
nos presenta. Por el bien de las respectivas familias religiosas y de
toda la Iglesia”. ha concluido el Santo Padre.
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