Ciudad
del Vaticano, 25 febrero 2014
(VIS).- El arzobispo Vincenzo Paglia, Presidente del Pontificio
Consejo para la Familia, presentando la Carta del Papa Francisco a
las Familias, recuerda que nunca como en estos meses la familia ha
estado en la mente y en el corazón de la Iglesia y como ejemplo
cita, entre otros, la peregrinación de las familias en el Año de la
Fe, el encuentro del Santo Padre con los novios el pasado 14 de
febrero, el Consistorio extraordinario de la pasada semana en el
Vaticano, el próximo Sínodo que se abrirá en el mes de octubre y
el Encuentro mundial de las Familias en Philadelphia (EE.UU), en
septiembre de 2015.
“El
Papa Francisco, con esta carta a las “queridas familias” del
mundo -afirma el arzobispo- quiere involucrarlas en el camino
sinodal. La oración es es la primera forma de participar en ese
camino común. Las familias -y esta es la intención del Papa
Francisco- no son sencillamente el objeto de una atención. Son
también el sujeto de esta peregrinación, ya que en la Iglesia son
mayoría y están marcadas por el Sacramento del Matrimonio”.
“No
se puede olvidar -añade- que la irradiación del primer cristianismo
se produjo a través de la red de las familias. Es una gran lección
también en nuestra época que invoca una nueva estación misionera
de la predicación evangélica... El Papa pide a las familias
cristianas que sientan la responsabilidad de su misión en este
tiempo tan confuso e inquieto. Pide su ayuda. Por otra parte, si hay
un tema en la vida cristiana, para el cual el respaldo de las
familias es indispensable, tanto al Papa como a la Iglesia es éste.
Si no hubiera familias, la palabra de Jesús -la palabra de la
Iglesia, la palabra del Papa- sobre el amor conyugal que es capaz de
abrirse al agape de Dios para todos, parecería abstracta, poco
realista, ineficaz”.
“Pero
las familias -concluye el prelado- ,gracias a Dios, existen y su
presencia se siente. Por eso es significativo que los pastores y las
familias vivan en este tiempo “concordes en la oración”, como en
un cenáculo espiritual que da cabida al mundo entero, a la espera
de que el Espíritu Santo suscite una renovada Pentecostes”.
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