Ciudad
del Vaticano, 18 enero 2014
(VIS).-En el ámbito del 90 aniversario del inicio de las
transmisiones radiófonicas y del 60 de las televisivas de la RAI (la
radiotelevisión estatal italiana), los representantes de ese
organismo han sido recibidos esta mañana en audiencia por el Papa
Francisco que, en el discurso que les ha dirigido, ha reflexionado
sobre el valor y las exigencias del servicio informativo público.
El
Santo Padre se ha referido a la colaboración entre la Santa Sede y
la RAI que ha hecho posible que los italianos hayan tenido acceso a
lo largo de estos años primero a las palabras y luego a las imágenes
del Papa y de los acontecimientos de la Iglesia, a través de dos
entes vaticanos, la Radio Vaticana y el Centro Televisivo Vaticano.
Entre estos eventos, ha citado el Concilio Vaticano II, la elección
de los pontífices, el Jubileo del año 2000 y los funerales del
beato Juan Pablo II. También ha recordado algunas producciones de
carácter religioso de la RAI a lo largo de los años 60 y 70, como
la película “Francisco” de Liliana Cavani (1966) o “Los hechos
de los apóstoles” de Roberto Rossellini (1969), que contó con la
colaboración del futuro cardenal arzobispo de Milán, Carlo María
Martini S.I.
“La
RAI -ha dicho- ha sido testigo del proceso de cambio de la sociedad
italiana y ha contribuido de forma especial al proceso de unificación
lingüístico y cultural del país...Pero recordar un pasado rico de
conquistas nos llama a un sentido renovado de responsabilidad para
hoy y para mañana. Recuerdo a todos vosotros que vuestra profesión,
además de informativa, es formativa; es un servicio público, es
decir un servicio al bien común. Un
servicio a la verdad, un servicio a la bondad y un servicio a la
belleza. Todas las profesiones que forman parte de la RAI...
pertenecen a una empresa que produce cultura y educación, que brinda
información y espectáculo y llega en cualquier momento de la
jornada a gran parte de los italianos. Es una responsabilidad de la
que ningún titular del servicio público puede abdicar”.
En
último término, la calidad ética de la comunicación, “es fruto
de conciencias atentas, no superficiales, siempre respetuosas de las
personas, sea de las que son objeto de información, sea de los
destinatarios del mensaje. Cada uno en su papel y con su
responsabilidad, está llamado a vigilar para mantener un alto nivel
ético de la comunicación y evitar
esas cosas que hacen tanto daño: la desinformación, la difamación,
y la calumnia”.
Francisco
ha concluido exhortando a los profesionales de los entes de
comunicación a “ponerse al servicio del crecimiento humano,
cultural y civil de la sociedad”.
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