Ciudad
del Vaticano, 26 de enero 2014 (VIS).-El comienzo de la vida pública
de Jesús, partiendo de la “Galilea de las gentes”, como la llama
el profeta Isaías, ha sido el tema de la reflexión del Papa
Francisco durante el Ángelus dominical, junto a los miles de
personas reunidas en la Plaza de San Pedro.
La
misión de Jesús,- ha dicho - “no parte de Jerusalén, es decir
del centro religioso, social y político, sino de una zona
periférica, una zona despreciada por los judíos más observantes,
con motivo de la presencia en aquella región de diversas poblaciones
extranjeras. ...Es una tierra de frontera, una zona de tránsito
donde se encuentran personas diferentes por raza, cultura y religión.
Galilea se convierte así en el lugar simbólico para la apertura del
Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se
parece al mundo de hoy: por la coexistencia de diversas culturas y la
necesidad de confrontación y de encuentro. También nosotros
estamos inmersos cada día en una “Galilea de las gentes”, y en
este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de
construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero
Jesús nos enseña que la Buena Nueva que nos trae no está reservada
a una parte de la humanidad, hay que comunicarla a todos. Es un
anuncio gozoso destinado a cuantos lo esperan, pero también a los
que quizás, ya no esperan nada y ni siquiera tienen fuerzas para
buscar y pedir”.
Partiendo
de Galilea, Jesús “nos enseña que nadie está excluido de la
salvación de Dios; al contrario, que Dios prefiere partir desde la
periferia, desde los últimos, para llegar a todos. Nos enseña un
método, su método, que expresa también un contenido, es decir la
misericordia del Padre: ...Todos somos invitados a aceptar este
llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas
las periferias que necesitan la luz del Evangelio.”
Jesús
comienza su misión “no sólo desde un lugar descentrado, sino
también con hombres que se dirían “de bajo perfil”. Para elegir
a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las
escuelas de los escribas y de los doctores de la Ley, sino a las
personas humildes, a las personas sencillas, que se preparan con
esmero a la llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarlos allí
donde trabajan, en la orilla del lago: son pescadores. Los llama, y
ellos lo siguen inmediatamente: Su vida se convertirá en una
aventura extraordinaria y fascinante.”
“El
Señor llama también hoy -ha finalizado Francisco- El Señor pasa
por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en este
momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él,
a trabajar con Él por el Reino de Dios, en las “Galileas” de
nuestros tiempos”.
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