Ciudad
del Vaticano, 30 octubre 2013
(VIS).- El Consejo Ecuménico de las Iglesias de Ginebra (WCC)
celebrará, del 30 de octubre al 8 de noviembre, su décima Asamblea
General en Busan, en la República de Corea del Sur, con el tema:
“Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz”.
La
Asamblea, considerada el órgano de gestión más importante de la
WCC, se convoca cada 7 años y a pesar de que la Iglesia Católica no
es miembro, mantiene una colaboración con este organismo,
participando en la búsqueda teológica de la Comisión Fe y
Constitución sobre las principales cuestiones que dividen aun a los
cristianos en el campo de la eclesiología y sobre todo a través de
un “Grupo Mixto de Trabajo” que coordina las diferentes
actividades e iniciativas comunes. Debido a ello, una delegación
católica será presente en Busan en calidad de observadora.
Con
este motivo el Santo Padre ha enviado un mensaje al Cardenal Kurt
Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la
Unidad de los Cristianos, en el que expresa su deseo de que esta
Asamblea “ayude a consolidar el compromiso de todos los seguidores
de Cristo a la intensificación de la oración y la colaboración al
servicio del Evangelio y al bien integral de nuestra familia humana”.
“El
mundo globalizado en el que vivimos -escribe- nos exige un testimonio
común de la dignidad que Dios ha dado a todos los seres humanos y la
efectiva promoción de las condiciones culturales, sociales y
jurídicas que permiten a los individuos y a las comunidades crecer
en libertad. Que se apoye la misión de la familia como un “pilar”
fundamental de la sociedad, que se asegure una educación integral
para los jóvenes, y se garantice a todos el libre ejercicio de la
libertad religiosa. Fieles al Evangelio, y en respuesta a las
urgentes necesidades actuales, estamos llamados a llegar a aquellos
que se encuentran en las periferias existenciales de nuestras
sociedades, y a mostrar una particular solidaridad con nuestros
hermanos y hermanas más vulnerables: los pobres, los discapacitados,
los no nacidos, los enfermos, los inmigrantes y refugiados , las
personas mayores y los jóvenes que carecen de empleo”.
El Santo Padre concluye el mensaje manifestando el deseo de que la Asamblea General “contribuya a dar un nuevo impulso de vitalidad y de perspectiva a todos los que están comprometidos con la causa sagrada de la unidad cristiana, fieles a la voluntad del Señor para su Iglesia y abiertos a las inspiraciones del Espíritu Santo”.
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