Ciudad
del Vaticano, 26 de octubre 2013 (VIS).- Más de 150.000 personas,
procedentes de 75 países de los cinco continentes, se han dado cita
esta tarde en Roma para encontrarse con el Papa en la Plaza de San
Pedro, al final de su peregrinación al sepulcro de San Pedro en el
Año de la Fe. El lema de la peregrinación era ”Familia, vive la
alegría de la fe”, y el Santo Padre, que ha recorrido en automóvil
la Vía de la Conciliación, abrazando a los niños que le
presentaban, ha dedicado a ese argumento el discurso dirigido a los
participantes en el encuentro.
El
Santo Padre ha entrado en la Plaza dando la mano a diez niños que
llevaban globos de colores y, antes de pronunciar su discurso, ha
escuchado las experiencias de diversas personas: familias que
atraviesan por momentos difíciles, jóvenes que quieren casarse y no
encuentran trabajo y se ha preguntado : “¿Cómo es posible hoy
vivir la alegría de la fe en familia?...Frecuentemente la vida es
agotadora. Incluso tantas veces trágica, como acabamos de
escuchar... pero lo que más pesa es la falta de amor.. Sin amor el
esfuerzo se hace más pesado, intolerable”.
“Queridas
familias, - ha dicho- el Señor conoce nuestras fatigas, las conoce;
y conoce los pesos de nuestra vida. Pero el Señor conoce también
nuestro profundo deseo de encontrar la alegría del descanso... Jesús
quiere que nuestra alegría sea plena. Lo dijo a los Apóstoles y lo
repite hoy a nosotros... Llevaos a casa esta palabra de Jesús,
llevadla en el corazón, compartidla en la familia”.
Francisco
ha tomado la segunda palabra del rito del matrimonio: “Prometo
serte fiel siempre, en la alegría y en el dolor”. “Los esposos
en ese momento no saben qué ocurrirá. No saben qué alegrías y qué
dolores les esperan. Parten como Abraham, emprenden el camino juntos
y eso es el matrimonio. Partir y caminar juntos, de la mano,
confiándose a la gran mano del Señor, de la mano siempre y para
toda la vida, sin hacer caso a esta cultura del provisorio, que nos
corta la vida en pedazos. Con esta confianza en la fidelidad de Dios
se afronta todo, sin miedo, con responsabilidad. Los esposos
cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y peligros de la
vida, pero no tienen miedo de asumir su responsabilidad delante de
Dios y de la sociedad. Sin escaparse, sin aislarse, sin renunciar a
la misión de formar una familia y traer hijos al mundo”.
“Los
cristianos se casan en el sacramento -ha añadido- porque son
conscientes de necesitarlo... Necesitan la ayuda de Jesús para
caminar juntos, con confianza, para acogerse, uno al otro cada día,
y perdonarse cada día, y esto es importante en las familias, saber
perdonarse. Porque todos tenemos defectos, ¡todos!Y a veces hacemos
cosas que.. hacen daño a los demás. Tener el coraje de pedir perdón
cuando en la familia nos equivocamos”.
Después
ha repetido las tres palabras claves para sacar adelante una familia:
permiso, gracias, y perdón. “Pedimos permiso para no ser
invasivos...Damos gracias por el amor. Y la última, perdón. Todos
nos equivocamos, y... a veces se dicen palabras fuertes...Pero
escuchad este consejo: no terminéis el día sin hacer las paces. La
paz se rehace cada día en la familia”. Si en la familia “falta
el amor, faltan la alegría, la fiesta, y el amor siempre nos los da
Jesús. Él es la fuente inagotable”.
Al
final, ha propuesto como ejemplo la escena de la Presentación de
Jesús en el templo, elegida por el Pontificio Consejo para la
Familia, como imagen de este evento.” También los protagonistas de
la escena tienen su camino. María y José se pusieron en marcha,
peregrinos a Jerusalén, obedeciendo a la Ley del Señor. También el
viejo Simeón y la profetisa Ana, muy anciana, llegan al Templo,
guiados por el Espíritu Santo. La escena nos muestra este encuentro
de tres generaciones.. Estos dos ancianos representan la fe como
memoria.¡Los abuelos son la sabiduría de la familia, son la
sabiduría de un pueblo! ¡Y un pueblo que no escucha a los abuelos,
es un pueblo que muere! ...María y José son la familia santificada
por la presencia de Jesús, que es el cumplimiento de todas las
promesas. Cada familia, como la de Nazaret, está insertada en la
historia de un pueblo, que no puede existir sin las generaciones
precedentes. Por eso hoy tenemos a los abuelos y a los niños. Los
niños aprenden de los abuelos, de la generación precedente”.
“Queridas
familias -ha concluido- vosotros también formáis parte del Pueblo
de Dios. Caminad con alegría juntos a este Pueblo. ¡Permaneced
siempre unidos a Jesús y llevadlo a todos con vuestro testimonio!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario