Ciudad
del Vaticano, 28 septiembre 2013
(VIS).-”La catequesis es un pilar para la educación de la fe..
aunque a veces sea difícil, se trabaja tanto, y no se ven los
resultados deseados, pero educar en la fe es bello.. Es quizás la
mejor herencia que podemos dejar: ¡la fe!” Catequista es una
vocación: “ser catequista”.... no trabajar como catequista... No
he dicho “hacer” de catequista, sino “serlo”, porque implica
toda la vida. Se guía al encuentro con Jesús con las palabras y con
la vida, con el testimonio... Me gusta recordar lo que decía San
Francisco de Asís decía a sus frailes: “Predicad siempre el
Evangelio y si fuese necesario también con las palabras”. Que la
gente ...pueda leer en vuestras vidas el Evangelio... Tenemos que
volver a partir de Cristo y de su amor”.
El
Papa Francisco saludó con estas palabras a los participantes en el
Congreso Internacional sobre la Catequesis promovido en ocasión del
Año de la Fe por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización
a los que recibió en audiencia en el Aula Pablo VI.
Para
volver a partir de Cristo, el Papa enumeró tres etapas “como
hacían los viejos jesuitas… ¡uno, dos y tres!”, dijo. En primer
lugar volver a partir de Cristo significa tener familiaridad con
Él. ... Jesús lo recomienda con insistencia a los discípulos en la
Última Cena, cuando se prepara a vivir el don más alto de amor, el
sacrificio de la Cruz. Jesús utiliza la imagen de la vid y de los
sarmientos y dice: permaneced en mi amor, unidos a mí, como el
sarmiento está unido a la vid. Si estamos unidos a Él podemos dar
fruto, y ésta es la familiaridad con Cristo...Lo primero, para un
discípulo, es estar con el Maestro, escucharlo, aprender de Él
...Yo os pregunto: “¿Cómo estáis en presencia del Señor?”
Cuando vas al Señor y miráis al Tabernáculo, ¿qué hacéis? ...
¿Pensáis, meditáis, sentís?” ¡Muy bien! ¿Pero dejáis que os
mire el Señor? Dejar que nos mire el Señor es una forma de rezar...
Si en nuestro corazón no existe el calor de Dios, de su amor, de su
ternura, ¿cómo podemos nosotros, pobres pecadores, calentar el
corazón de los demás?”.
Para
explicar la segunda etapa, Francisco explicó que volver a partir de
Cristo “significa imitarlo en el salir de sí mismo e ir al
encuentro del otro. Es una experiencia hermosa, y algo paradójica.
Porque quien coloca al centro de la propia vida a Cristo se
descentra. Cuanto más te unes a Jesús y Él se vuelve el centro de
tu vida, más Él te hace salir de ti mismo, te descentra y te abre a
los demás. Este es el verdadero dinamismo de amor, ¡éste es el
movimiento de Dios mismo! Dios es el centro, pero es siempre don de
sí mismo, relación, vida que se comunica… El corazón del
catequista vive siempre este movimiento de “sístole - diástole”:
unión con Jesús - encuentro con el otro...Si falta uno de estos dos
movimientos el corazón no late más, no puede vivir. Recibe como don
el kerigma, y a su vez lo ofrece como don”.
El
tercer elemento “se encuentra siempre en esta línea: Volver a
partir de Cristo significa no tener miedo de ir con Él a las
periferias. Aquí me viene a la mente la historia de Jonás, una
figura verdaderamente interesante, especialmente en nuestros tiempos
de cambios y de incertidumbres. Jonás es un hombre pío, con una
vida tranquila y ordenada; esto lo lleva a tener sus esquemas bien
claros y a juzgar todo y a todos con estos esquemas, de manera
rígida...Por eso cuando el Señor lo llama para ir a predicar a
Nínive, la gran ciudad pagana, Jonás no tiene ganas: “¡Ir allí!
¡Pero si yo tengo toda la verdad aquí! Nínive está fuera de sus
esquemas, está en la periferia de su mundo. Y entonces escapa, ...se
embarca en una nave”.
La
historia de Jonás “nos enseña a no tener miedo de salir de
nuestros esquemas para seguir a Dios, porque Dios va siempre más
allá. ¡Dios no tiene miedo! ... ¡Esta siempre más allá de
nuestros esquemas! Dios no tiene miedo de las periferias. Por eso, si
vais a las periferias lo encontraréis allí. Dios es siempre fiel,
es creativo.... Y la creatividad es como el pilar de ser catequista.
Dios es creativo, no es cerrado, y por esto nunca es rígido, ¡Dios
no es rígido! Nos acoge, nos sale al encuentro, nos comprende. Para
ser fieles, para ser creativos, es necesario saber cambiar... Si un
catequista se deja llevar por el miedo, es un cobarde; si un
catequista se queda tranquilo, en su sitio, termina siendo una
estatua de museo.. Lo que voy a decir ahora lo he dicho tantas
veces, pero me sale del corazón decirlo. Cuando nosotros cristianos
estamos cerrados en nuestro grupo, en nuestro movimiento, en nuestra
parroquia, en nuestro ambiente, permanecemos cerrados y nos pasa lo
que le pasa a todo lo cerrado: cuando una habitación está cerrada
empieza a oler a humedad… y si una persona está encerrada en esa
habitación, enferma. Cuando un cristiano esta cerrado en su grupo,
en su parroquia, en su movimiento está cerrado, enferma. Si un
cristiano sale a la calle, va a las periferias, le puede suceder lo
que a cualquier persona que va por la calle: un accidente… Tantas
veces hemos visto accidentes de circulación. Pero yo os digo:
¡prefiero mil veces una iglesia accidentada que una iglesia
enferma!”.
“Ahora
bien Jesús no dice: “Id y arreglaos” -exclamó el Papa en
conclusión de su discurso- ¡No! Jesús dice: ¡Id, Yo estoy con
vosotros! Ésta es nuestra belleza y nuestra fuerza: si nosotros
vamos, si nosotros salimos a llevar su Evangelio con amor, con
verdadero espíritu apostólico, con parresia, Él camina con
nosotros, nos precede... Cuando pensamos ir lejos, a una periferia
extrema, y quizás tenemos algo de miedo, en realidad Él ya está
allí : Jesús nos espera en el corazón de aquel hermano, en su
carne herida, en su vida oprimida, en su alma sin fe”.
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