Ciudad
del Vaticano, 17 mayo 2013
(VIS).-Las Obras Misioneras Pontificias son “plenamente actuales,
más aún, necesarias porque hay tantos pueblos que todavía no han
conocido ni encontrado a Cristo y urge encontrar nuevas formas y
caminos para que la gracia de Dios toque el corazón de cada hombre y
cada mujer y los lleve a Él”. Con estas palabras, el Papa
Francisco ha recibido por primera vez a los directores nacionales de
las Obras Misioneras Pontificias dándoles las gracias porque le
ayudan “a tener siempre viva la actividad de evangelización de la
Iglesia”.
El
Santo Padre ha recordado que las Obras Misioneras se llaman también
Pontificias porque “están a disposición directa del Obispo de
Roma con el objetivo específico de actuar para que se ofrezca a
todos el don inapreciable del Evangelio”. “Ciertamente -ha dicho-
la misión que nos espera es difícil, pero con la guía del Espíritu
Santo se transforma en una misión entusiasta... Y lo que nos tiene
que dar siempre coraje es saber que la fuerza de la evangelización
procede de Dios, le pertenece. Nosotros estamos llamados a abrirnos
cada vez más a la acción del Espíritu Santo... para ser
instrumentos de la misericordia, la ternura y el amor de Dios por
todos los hombres y las mujeres, sobre todo por los pobres, los
excluidos, los que están lejos. Y esta para cada uno de los
cristianos, para toda la Iglesia, no es una misión facultativa, sino
esencial”.
El
Papa ha repetido a los directores generales la invitación que hace
casi cincuenta años les dirigió Pablo VI : “Custodiad con ahínco
la apertura universal” de las Obras Misioneras Pontificias, y les
ha exhortado a que “siguiendo el surco de su tradición secular
continúen animando y formando a las Iglesias, abriéndolas a una
dimensión amplia de la misión evangelizadora”. Si bien dichas
Obras también están puestas bajo la solicitud de los obispos para
que se radiquen en la vida de las Iglesias particulares, “deben
convertirse realmente en una herramienta privilegiada para la
educación en el espíritu misionero universal y en la comunión y
colaboración cada vez más intensas entre las Iglesias para el
anuncio del Evangelio al mundo”. “Frente a la tentación de las
comunidades de encerrarse en sí mismas, preocupadas por sus
problemas -ha subrayado el Pontífice- vuestra tarea es llamar a la
“missio ad gentes”, de testimoniar proféticamente que la vida de
las Iglesias es misión y es misión universal”.
En
este contexto, Francisco, ha llamado a dedicar “una atención
especial a las Iglesias jóvenes que, a menudo, viven en un clima de
dificultad, de discriminación y también de persecución, para que
sean sostenidas y ayudadas a la hora de testimoniar con la palabra y
las obras el Evangelio” y ha concluido su discurso alentando a los
directores de las Obras Misioneras Pontificias a proseguir su labor
“para que las Iglesias locales asumen cada vez con más
generosidad, su parte de responsabilidad en la misión universal de
la Iglesia”.
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