Ciudad
del Vaticano, 5 de mayo de 2013 (VIS).-Miles de personas, miembros de
hermandades procedentes de Italia, Francia, España Irlanda, Malta ,
Polonia..han desfilado en medio de una lluvia incesante por la Via
della Conciliazione, antes de concentrarse en la Plaza de San Pedro
para asistir a la Misa presidida por el Santo Padre, con motivo de la
peregrinación de las cofradías a Roma en el Año de la Fe.
“Aquí
están representados - ha dicho el arzobispo Rino Fisichella,
presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva
Evangelización, durante su saludo al Papa- diez siglos de historia
que pocos conocen porqué está hecha de sencillos gestos cotidianos,
grabados, sin embargo, en el corazón de las personas. Las
Hermandades han sido expresión del fruto más genuino de la fe: la
caridad hacia los pobres, los abandonados, los que sufren, los
marginados”.
“¡Habéis
tenido valor para venir con esta lluvia! - ha respondido el Obispo de
Roma- El Señor os lo pague. En el camino del Año de la Fe, me
alegra celebrar esta Eucaristía dedicada de manera especial a las
Hermandades, una realidad tradicional en la Iglesia que ha vivido en
los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento”.
El
Papa ha recordado a continuación que “Quien ama al Señor Jesús,
acoge en sí a Él y al Padre, y gracias al Espíritu Santo acoge en
su corazón y en su propia vida el Evangelio. Aquí se indica el
centro del que todo debe iniciar, y al que todo debe conducir: amar a
Dios, ser discípulos de Cristo viviendo el Evangelio. Dirigiéndose
a vosotros, Benedicto XVI ha usado esta palabra: "evangelicidad".
Queridas Hermandades, la piedad popular, de la que sois una
manifestación importante, es un tesoro que tiene la Iglesia, y que
los obispos latinoamericanos han definido de manera significativa
como una espiritualidad, una mística, que es un "espacio de
encuentro con Jesucristo"... A lo largo de los siglos, las
Hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con
sencillez una relación intensa con el Señor. Caminad con decisión
hacia la santidad; no os conforméis con una vida cristiana mediocre,
sino que vuestra pertenencia sea un estímulo, ante todo para
vosotros, para amar más a Jesucristo”.
Después
ha comentado el pasaje de la liturgia de hoy de los Hechos de los
Apóstoles que “nos habla de lo que es esencial. En la Iglesia
naciente fue necesario inmediatamente discernir lo que era esencial
para ser cristianos, para seguir a Cristo, y lo que no lo era. ...
Pero...las dificultades no se superaron fuera, sino dentro de la
Iglesia. Y aquí entra un segundo elemento que quisiera recordaros,
como hizo Benedicto XVI: la "eclesialidad". La piedad
popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la
Iglesia, en comunión profunda con vuestros Pastores. Queridos
hermanos y hermanas, la Iglesia os quiere. Sed una presencia activa
en la comunidad, como células vivas, piedras vivas. Los obispos
latinoamericanos han dicho que la piedad popular, de la que sois una
expresión es "una manera legítima de vivir la fe, un modo de
sentirse parte de la Iglesia" ... ¡Esto es hermoso! ... Amad a
la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las
diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana, aire
fresco. Veo en esta plaza una gran variedad antes de paraguas y ahora
de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y
variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, la
variedad reconducida a la unidad y la unidad es encuentro con Cristo.
Por
último ha abordado la tercera característica de las hermandades: la
misionariedad. “Tenéis - ha explicado- una misión específica e
importante, que es mantener viva la relación entre la fe y las
culturas de los pueblos a los que pertenecéis, y lo hacéis a través
de la piedad popular. Cuando, por ejemplo, lleváis en procesión el
crucifijo con tanta veneración y tanto amor al Señor, no hacéis
únicamente un gesto externo; indicáis la centralidad del Misterio
Pascual del Señor, de su Pasión, Muerte y Resurrección, que nos ha
redimido; e indicáis, primero a vosotros mismos y también a la
comunidad, que es necesario seguir a Cristo en el camino concreto de
la vida para que nos transforme. Del mismo modo, cuando manifestáis
la profunda devoción a la Virgen María, señaláis al más alto
logro de la existencia cristiana... Esta fe, que nace de la escucha
de la Palabra de Dios, vosotros la manifestáis en formas que
incluyen los sentidos, los afectos, los símbolos de las diferentes
culturas... Y, haciéndolo así, ayudáis a transmitirla a la gente,
y especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el
Evangelio "los pequeños". En efecto, "el caminar
juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones
de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a
otros, es en sí mismo un gesto evangelizador" ...Que vuestras
iniciativas sean "puentes", senderos para llevar a Cristo,
para caminar con Él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a
la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida
en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios
por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed
misioneros del amor y de la ternura de Dios. Sed misioneros de la
misericordia de Dios, que siempre nos perdona, nos espera siempre y
nos ama tanto”
“Autenticidad
evangélica, eclesialidad, ardor misionero -ha reiterado el
pontífice- Tres palabras, no las olvidéis: Pidamos al Señor que
oriente siempre nuestra mente y nuestro corazón hacia Él, como
piedras vivas de la Iglesia, para que todas nuestras actividades,
toda nuestra vida cristiana, sea un testimonio luminoso de su
misericordia y de su amor. Así caminaremos hacia la meta de nuestra
peregrinación terrena, hacia ese santuario tan hermoso, hacia la
Jerusalén del cielo.”
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