Ciudad
del Vaticano, 21 abril 2013
(VIS).-El Papa Francisco ha conferido esta mañana en la basílica
de San Pedro el sacramento del orden sacerdotal a diez nuevos
presbíteros de la diócesis de Roma procedentes del Seminario Mayor,
del Seminario de los Oblatas, del santuario de la Virgen del Divino
Amor y del colegio diocesano Redemptoris Mater. Han concelebrado con
el Santo Padre el cardenal Agostino Vallini, vicario general del Papa
para la diócesis de Roma, el arzobispo vice-regente monseñor
Filippo Iannone, los obispos auxiliares y los superiores de los
seminarios de procedencia de los presbíteros.
La
homilía que ha pronunciado el Obispo de Roma durante la Santa Misa
ha sido, substancialmente, la “Homilía ritual” del Pontifical
Romano para la ordenación de los presbíteros, integrada por el Papa
con algunas observaciones personales centradas, sobre todo, en la
misericordia que debe caracterizar a los nuevos sacerdotes. Ofrecemos
a continuación amplios extractos de la misma:
“El
Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, pero
en Él también todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido
pueblo sacerdotal. Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor
Jesús quiere elegir algunos en particular para que, ejerciendo
públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en
favor de todos los hombres, continúen su personal misión de
maestro, sacerdote y pastor”.
“Así
como para ello Él había sido enviado por el Padre, del mismo modo
Él envió a su vez al mundo, primero a los apóstoles y luego a los
obispos y sus sucesores, a los cuales, en fin, se dio como
colaboradores a los presbíteros, que –unidos a ellos en el
ministerio sacerdotal – están llamados al servicio del pueblo de
Dios”.
“En
cuanto a vosotros que estáis por ser promovidos al orden del
presbiterado, considerad que ejerciendo el ministerio de la Sagrada
Doctrina seréis partícipes de la misión de Cristo, único Maestro.
Dispensad a todos esa Palabra de Dios que vosotros mismos habéis
recibido con alegría. Recordad a vuestras madres, a vuestras
abuelas, a vuestros catequistas, que os dieron la Palabra de Dios, la
fe…. este don de la fe. Leed y meditad con asiduidad la Palabra
del Señor, para creer lo que habéis leído, para enseñar lo que
habéis aprendido en la fe, vivir lo que habéis enseñado. Recordad
también que la Palabra de Dios no es propiedad vuestra: es Palabra
de Dios. Y la Iglesia es la que custodia la Palabra de Dios””
“Vosotros
continuaréis la obra santificadora de Cristo... Con el Bautismo
agregaréis nuevos fieles al Pueblo de Dios. Con el Sacramento de la
Penitencia remitiréis los pecados en nombre de Cristo y de la
Iglesia: hoy os pido en nombre de Cristo y de la Iglesia, por favor,
no os canséis de ser misericordiosos. Con los óleos santos
aliviaréis a los enfermos y también a los ancianos: no os
avergoncéis de ser tiernos con los ancianos.”
“Conscientes
de haber sido elegidos entre los hombres y constituidos en favor de
ellos para cuidar las cosas de Dios, ejerced con alegría y caridad
sincera la obra sacerdotal de Cristo, con el único anhelo de agradar
a Dios y a no a vosotros mismos. Sed pastores, no funcionarios. Sed
mediadores, no intermediarios”.
“En
fin, participando en la misión de Cristo, Cabeza y Pastor, en
comunión filial con su obispo, comprometeros a unir a vuestros
fieles en una única familia para conducirlos a Dios Padre por medio
de Cristo en el Espíritu Santo. Tened siempre ante vosotros el
ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para
servir y para tratar de salvar lo que estaba perdido”.
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