Ciudad
del Vaticano, 28 de abril 2013 (VIS).-”Permaneced estables en la fe
con una firme esperanza en el Señor”, ha exhortado el Papa
Francisco a las cien mil personas reunidas esta mañana en la Plaza
de San Pedro para participar en la misa durante la cual confirió por
primera vez el sacramento de la Confirmación a cuarenta y cuatro
fieles de todo el mundo en representación de la Iglesia en los
cinco continentes. En su homilía el Obispo de Roma reflexionó
sobre tres cuestiones: la novedad de Dios, las tribulaciones de la
vida y la firme esperanza en el Señor.
Ofrecemos
a continuación el texto integral de la homilía
“En
la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un
cielo nuevo y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que
desciende de Dios. Todo es nuevo, transformado en bien, en belleza,
en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción del
Espíritu Santo: nos trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace
nuevas todas las cosas, nos cambia. ¡El Espíritu nos cambia! Y la
visión de san Juan nos recuerda que estamos todos en camino hacia la
Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para nosotros, y para
toda la realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del
Señor, ese rostro maravilloso, tan bello del Señor Jesús. Podremos
estar con Él para siempre, en su amor.
Veis,
la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son
todas provisionales, pasan y siempre se busca algo más. La novedad
que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el
futuro, cuando estaremos con Él, sino también ahora: Dios está
haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente
y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos.
Abramos la puerta al Espíritu, dejemos que Él nos guíe, dejemos
que la acción continua de Dios nos haga hombres y mujeres nuevos,
animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos concede. Qué
hermoso si cada noche, pudiésemos decir: hoy en la escuela, en casa,
en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia
un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué hermoso!
Un
segundo pensamiento: en la primera lectura Pablo y Bernabé afirman
que "hay que pasar mucho para entrar en el reino de Dios".
El camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal,
no es siempre fácil, encontramos dificultades, tribulación. Seguir
al Señor, dejar que su Espíritu transforme nuestras zonas de
sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave
nuestros pecados, es un camino que encuentra muchos obstáculos,
fuera de nosotros, en el mundo, y también dentro de nosotros, en el
corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del
camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido
glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No
desanimarse. Tenemos la fuerza del Espíritu Santo para vencer estas
tribulaciones.
Y
así llego al último punto. Es una invitación que dirijo a los que
se van a confirmar y a todos: permaneced estables en el camino de la
fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de
nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. Lo
estáis oyendo, jóvenes: caminar contra corriente. Esto hace bien al
corazón, pero hay que ser valientes para ir contra corriente y Él
nos da esta fuerza. No habrá dificultades, tribulaciones,
incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios
como los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad
con Él, si le abrimos cada vez más nuestra vida. Esto también y
sobre todo si nos sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios
fortalece nuestra debilidad, enriquece nuestra pobreza, convierte y
perdona nuestro pecado. ¡Es tan misericordioso el Señor! Si
acudimos a Él, siempre nos perdona. Confiemos en la acción de Dios.
Con Él podemos hacer cosas grandes y sentiremos el gozo de ser sus
discípulos, sus testigos. Apostad por los grandes ideales, por las
cosas grandes. Los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor
para pequeñeces. Hemos de ir siempre más allá, hacia las cosas
grandes. Jóvenes, poned en juego vuestra vida por grandes ideales.
Novedad
de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos
amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad
de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme,
nos fortalezca en la tribulación, refuerce nuestra unión con el
Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta es una alegría
auténtica. Que así sea”.
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