Ciudad
del Vaticano, 19 marzo 2013
(VIS).- Custodiar
con ternura.
Esa es la vocación de cada uno. Es el mensaje del nuevo Papa. Quizá,
sus líneas de gobierno. Claro, sencillo, profundo, comprometido.
Dicho en italiano en no más de veinte minutos. Y la Plaza de San
Pedro se quedó pensativa hasta el final de la celebración (A eso de
las 11.20 horas de la mañana). El recogimiento del nuevo Papa se
transmitía como si se tratara de "hacer la ola" entre los
más de las 200.000 personas que seguían la misa de inicio de
Pontificado
"Es
un Papa puntual. Incluso se adelanta. Al menos hoy ha sido así",
decía en alemán un católico, entrado en años, que llevaba horas
delante de una pantalla en Via de la Conciliazione viendo como, poco
a poco, llegaban otros miles. Tenía razón. Fue la primera
improvisación. El jeep apareció en la Plaza de San Pedro cerca de
las 8.50. De pie, el papa Francisco, sonriente, con su sotana blanca,
su muceta, su cruz pectoral (la que ya tenía por ser obispo), y con
zapatos negros (no rojos)... Bendiciendo a su paso, saludando. Y la
gente ha empezado a correr con sus banderas, con sus hijos, sus
amigos, sus enfermos … Y entonces, Francisco ha cogido a un bebe en
sus brazos y, para más asombro de todos, se ha bajado después del
papamóvil … - "¿Que pasa?", preguntan algunos. El
nuevo Papa había visto a un enfermo y quería acariciarlo y
bendecirlo.
Es
el nuevo Papa. El argentino, el primer Papa americano, el primer
Francisco, líder ya de la Iglesia católica, que hoy se ha
presentado al mundo y que en pocos días ha ilusionado a tantos. El
pueblo ya le conoce como el Papa "cercano", "sencillo"
, "que es como un padre", que saluda con un "buenas
tardes" y se despide con un "buen almuerzo". El Papa
que a primera hora de esta misma mañana ha telefoneado a su tierra
natal, donde sus compatriotas le acompañaban desde la Plaza de Mayo
de Buenos Aires y, teléfono en mano, en directo, sorprendiendo a
todos ha dejado un mensaje: "No tengáis miedo". Las
mismas palabras que en 1978 dijo uno de sus predecesores, el Papa
polaco Karol Woytila.
Francisco
es la primera vez que recorre la Plaza en papamóvil. Y la gente
quiere verlo bien, más cerca, mejor, …. El nuevo Papa, pasa y
vuelve a pasar alrededor de las columnatas..., quizás es el
recorrido más largo que hasta hoy ha hecho un Romano Pontífice en
jeep, recorriendo lo que hace más de XXI siglos fue el Circo de
Nerón, según asegura la Historia, el sitio donde según confirman
los investigadores de nuestro tiempo fue martirizado Pedro, el
pescador, el primer Papa de la Iglesia Católica, y cuyos restos
están enterrados en el mismo suelo. Del escenario primitivo, quizá
lo único que queda en pie es el gran obelisco, traído a Roma desde
Heliópolis por orden del emperador Calígula. Este obelisco
alrededor del cual cientos de operarios han estado trabajando toda la
noche para la histórica fecha.
Hoy,
veintiún siglos después, los testigos son otros, y otro es el
espectáculo, aunque el protagonista vuelve a ser un "hombre
común": Jorge Mario Bergoglio, argentino, 76 años, Técnico
Químico. Sus seguidores pueden ser 1.165.714.000, la cifra oficial
de católicos que hay en el mundo (una de cada 6 personas que hay en
el mundo). Y esta vez, en las "gradas" hay hombres y
mujeres venidos de más de 127 países del mundo, venidos "porque
han querido", como ha insistido la Santa Sede: "El Vaticano
no invita a unos sí y a otros, no; el Vaticano informa a todos, y
ofrece una calurosa acogida al que viene, sin favorecer ni rechazar a
nadie". Y así lo han hecho 6 reyes, 3 príncipes herederos, 31
jefes de estado, 11 jefes de Gobierno... Y más de 1200 sacerdotes o
seminaristas y 250 obispos católicos … Pero la cifra que no se
puede contabilizar es la de los hombres, mujeres, jóvenes, niños y
ancianos: de toda condición, fe, lengua, cultura, categoría,
estado, opinión.
En
la ceremonia, por destacar sumariamente, se puede citar al patriarca
ecuménico Bartolomé I; el católico armenio de Etchmiadzin, Karekin
II; el metropolitano Hilarion, del Patriarcado de Moscu, el arzobispo
anglicano, Sentamu; el secretario del Consejo Ecuménico de la
Iglesia, Fyske Tveit,... Y los 16 judíos, rabinos, de las
comunidades hebraicas más importantes del mundo, y líderes de otras
religiones como la musulmana, budista, sikh, o jainista.
Arriba,
en lo alto del llamado "brazo de Carlo Magno", las cámaras
de algunos de los cerca de 6000 periodistas que cubren el evento.
Allí han visto amanecer. Algunos llegaron a las cuatro de la
madrugada. Muchos de ellos culminan así su trabajo en Roma,
siguiendo día a día, y entre otras muchas cosas, el briefing del
Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Padre Lombardi, al
que ayer en bloque ofrecían un obsequio en agradecimiento.
Pero
empieza la ceremonia. Lo hace dentro de la Basílica, venerando a San
Pedro, en su tumba. Lo hace el Santo Padre Francisco, que para este
importante momento ha querido estar acompañado por los 10 patriarcas
arzobispos de las principales iglesias católicas orientales. Solo
ellos. ¿Por qué? Quizá para manifestar, también así, la
universalidad de la Iglesia católica, con dos ritos, oriental y
latino, iguales en esencia y dignidad. De allí, de la tumba de San
Pedro, es de donde parte el evangelario, alzado, en alto -como indica
la liturgia-, el palio papal y el nuevo anillo del pescador.
Fuera,
en la Plaza, la Santa sede ha colocado a la derecha del altar a las
personalidades eclesiásticas no concelebrantes; a la izquierda, las
autoridades políticas y civiles. Un protocolo cuya primera norma no
es la riqueza, sino la belleza. También en el esplendor de los
cánticos, entonados por el Coro de la Capilla Sixtina y de la
Academia Pontificia del Instituto de Música Sacra. El primer canto
gregoriano ha sido "¡Cristo es Rey!". Ya en la misa, para
el ofertorio, se ha elegido un motete de Pierluigi di Palestrina, una
pieza compuesta para esta celebración: “Tu eres el pastor de las
ovejas”. Después, otras melodías, entre otras alguna del maestro
Vitoria, además del canto de las letanías de los santos, concluida
con los últimos tres papas santos: Gregorio VII, San Pio IX, San Pio
X
Dos
son los momentos más importantes de la ceremonia que se desarrollan
antes de que comience la Misa. Ritos con los que Jorge Mario
Bergoglio pasará a ser el Papa Francisco. El primero es la
imposición del palio: confeccionado de lana de oveja, al Santo Padre
se lo impone el cardenal protodiácono (el mismo que anunció su
nombre desde el balcón de San Pedro). Representa el cuidado que el
buen pastor debe tener con su rebaño, con sus ovejas, con la Iglesia
(con mayúscula).
Después,
el decano de los cardenales, Angelo Sodano, ha entregado a Francisco
el "anillo del pescador", cuya imagen es Pedro con las
llaves. Es de plata dorada. Realizado por el artista Enrico Manfrini.
Pero ni se ha hecho ni se ha comprado ahora. Era de monseñor
Macchi, ese monseñor amigo de los artistas que fue secretario de
Pablo VI. Después el anillo pasó a ser propiedad de otro monseñor,
Malnati; él ha sido quien lo ofreció al cardenal Re, por si el
nuevo Romano Pontífice quería utilizarlo.
Y
por último, entre estos ritos, el acto de la promesa de obediencia
al nuevo Papa: seis cardenales, dos por cada orden. ¿Y dónde están
los otros representantes del Pueblo Santo de Dios? Los católicos de
a pie ofrecerán este gesto de obediencia al nuevo Papa en la
catedral de San Juan de Letrán en una ceremonia prevista para los
próximos días.
Comienza
la Misa. Es la que corresponde a la Solemnidad de San José, Patrono
de la Iglesia Universal. Concelebran 180 cardenales, los patriarcas
de las iglesias católicas que no son cardenales, el secretario del
colegio cardenalicio, y dos sacerdotes, los dos españoles, que
ocupan los cargos de presidente y vicepresidente de la Unión de
Congregaciones y Ordenes Mayores: el franciscano Carballo y el
jesuita, Adolfo de Nicolás, el Superior de Francisco hasta el pasado
13 de marzo.
El
evangelio, momento culminante de la liturgia de la palabra, se ha
proclamado en griego, en deferencia al rito oriental. Después, la
homilía del Papa Francisco, en italiano. En la plaza un gran
silencio. El Santo Padre, muy tranquilo. "Parece que siempre ha
sido Papa", dicen en la plaza, nada más escuchar sus primeras
palabras. El texto ha sido entregado por la Oficina de Prensa de la
Santa sede con anterioridad, pero con un aviso: "Este Papa ama
improvisar. ¡Estén ustedes muy atentos!". No, el Papa
Francisco, no ha improvisado.
El
Papa habla de San José, lo pone de ejemplo, describe su vocación, y
ensalza su fidelidad y disponibilidad; comenta cómo ha sabido
escuchar a Dios, cómo está atento a todo lo que sucede a su
alrededor... Este es el preámbulo de su discurso. Después viene el
núcleo de la homilía, cuando el papa Francisco liga esta vocación
a la de todos, a la de cada uno, también a la suya. Y concluye con
un rotundo desenlace: la responsabilidad de custodiar
con ternura, de no destruir, lo que
hemos recibido: desde la creación, hasta a nosotros mismos, a los
que nos rodean, y especialmente a los más pobres. "No debemos
tener miedo de la bondad, de la ternura", señala el papa
Francisco. "Porque todos estamos llamados a hacer brillar la
estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha
dado". Así ha concluido su homilía el nuevo Obispo de Roma, la
homilía de inicio del pontificado.
En
San Pedro se ha hecho el silencio. "Estamos callados pero el
volcán en plena ebullición está por dentro", comenta un
joven, uno de los muchísimos jóvenes italianos que han venido hasta
aquí trayendo a sus hijos, y en algunos casos éstos son todavía
bebes. A su lado, un grupo que viene del Líbano y que recuerdan los
viajes al Líbano de Juan Pablo II y Benedicto XVI. "Francisco,
también vendrá. Estamos seguros!".
Al
final, con la misa terminada (una liturgia bella pero recortando
tiempos para no hacer el acto demasiado largo, como era el deseo de
Francisco), el Papa se ha dirigido a rezar frente a la imagen de la
Virgen que ha presidido todo. Después, ya entre los gritos de la
gente: Francesco! Francesco! Francesco!, los cánticos gregorianos, y
las campanas de San Pedro que "tocan a fiesta", el recién
Santo Padre ha vuelto a entrar en la Basílica, donde se ha quitado
los ornamentos sagrados, y delante del Altar de la confesión, ha
recibido el saludo de los representantes diplomáticos de 132 países
y de diversas organizaciones presentes en la misa. Dos horas de
saludo. Las principales delegaciones han sido las de Argentina
(encabezado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y 19
personas más de su Gobierno) y la de Italia, con sus presidentes al
frente: República, Gobierno, Senado, Congreso y Tribunal.
Ya,
en los próximos días, el Padre Francisco tendrá que resolver cómo
contestar a los millones de mails que ya ha recibido. Y eso que aún
no hay dirección oficial.
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