Ciudad
del Vaticano, 10 de febrero 2013 (VIS).-Benedicto XVI, como es
habitual los domingos, se ha asomado a la ventana de su estudio para
rezar el ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
El
Papa ha comentado el evangelio de San Lucas que narra la llamada de
los primeros discípulos, una llamada “precedida por la enseñanza
de Jesús a la multitud y por una pesca milagrosa”. Mientras la
muchedumbre se agolpa en la ribera del lago de Genesaret para
escucharlo, Jesús nota que Simón está desanimado porque no ha
pescado nada en toda la noche y le pide si puede subir a su barca
para hablar a la gente estando cerca de la orilla. Una vez acaba la
predicación, le ordena que vaya mar adentro con sus compañeros y
que eche las redes. Simón obedece y regresan con una cantidad
increíble de pescado. “El evangelista muestra que los primeros
discípulos siguieron a Jesús confiando en Él, basándose en su
Palabra, acompañada también por signos prodigiosos... Es la
pedagogía de la llamada de Dios, que no mira tanto la calidad de los
elegidos, sino su fe, como en el caso de Simón.”
“La
imagen de la pesca -ha subrayado el Papa- remite a la misión de la
Iglesia... La experiencia de Pedro, ciertamente singular, también es
representativa de la llamada de cada apóstol del Evangelio, que
nunca debe desanimarse al anunciar a Cristo a todos los hombres,
hasta los confines del mundo. Pero, además, el texto de hoy nos
lleva a reflexionar sobre la vocación al sacerdocio y a la vida
consagrada. Ella es obra de Dios. El hombre no es autor de su propia
vocación, pero responde a la propuesta divina; y la debilidad humana
no debe causar temor si Dios llama. Es necesario tener confianza en
su fuerza que actúa precisamente en nuestra pobreza; hay que confiar
cada vez más en el poder de su misericordia, que transforma y
renueva.”
“Que
esta Palabra de Dios reavive también en nosotros y en nuestras
comunidades cristianas el valor, la confianza y el impulso para
anunciar y testimoniar el Evangelio y que los fracasos y las
dificultades no nos induzcan al desánimo: a nosotros nos corresponde
echar las redes con fe, el Señor hará el resto”, ha concluido el
Santo Padre.
Después
de rezar el ángelus, Benedicto XVI ha recordado que hoy diversos
pueblos de Extremo Oriente celebran el año nuevo lunar. “Paz,
armonía y agradecimiento al cielo -ha observado- son los valores
universales que se celebran en esta feliz circunstancia y todos los
desean para construir su familia, su sociedad y su nación. Espero
que se cumplan para estos pueblos las aspiraciones a una vida feliz y
próspera. Mando un saludo especial a los católicos de aquellos
países para que en este Año de la Fe se dejen guiar por la
sabiduría de Cristo”.
Por
último, ha hablado de la Jornada Mundial del Enfermo que se celebra
mañana, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes. “La ceremonia
solemne -ha dicho- tendrá lugar en el santuario mariano de Altötting
en Baviera. Estoy cerca de todos los enfermos con la oración y el
afecto y me uno espiritualmente a cuantos se reunirán en aquel
santuario que amo tanto”.
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