Ciudad
del Vaticano, 24 enero 2013
(VIS).-“Redes sociales, portales de verdad y de fe; nuevos espacios
para la evangelización” es el título elegido por el Papa para su
Mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de
2013. El Mensaje está fechado en el Vaticano el 24 de enero,
festividad de San Francisco de Sales, patrono de los escritores y
periodistas. Publicamos, a continuación, el texto completo:
“Deseo
proponeros algunas reflexiones acerca de una realidad cada vez más
importante, y que tiene que ver con el modo en el que las personas se
comunican hoy entre sí. Quisiera detenerme a considerar el
desarrollo de las redes sociales digitales, que están contribuyendo
a que surja una nueva ágora", una plaza pública y abierta en
la que las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y
donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de comunidad”.
“Estos
espacios, cuando se valorizan bien y de manera equilibrada, favorecen
formas de diálogo y de debate que, llevadas a cabo con respeto,
salvaguarda de la intimidad, responsabilidad e interés por la
verdad, pueden reforzar los lazos de unidad entre las personas y
promover eficazmente la armonía de la familia humana. El intercambio
de información puede convertirse en verdadera comunicación, los
contactos pueden transformarse en amistad, las conexiones pueden
facilitar la comunión. Si las redes sociales están llamadas a
actualizar esta gran potencialidad, las personas que participan en
ellas deben esforzarse por ser auténticas, porque en estos espacios
no se comparten tan solo ideas e informaciones, sino que, en última
instancia, son ellas mismas el objeto de la comunicación”.
“El
desarrollo de las redes sociales requiere un compromiso: las personas
se sienten implicadas cuando han de construir relaciones y encontrar
amistades, cuando buscan respuestas a sus preguntas, o se divierten,
pero también cuando se sienten estimuladas intelectualmente y
comparten competencias y conocimientos. Las redes se convierten así,
cada vez más, en parte del tejido de la sociedad, en cuanto que unen
a las personas en virtud de estas necesidades fundamentales. Las
redes sociales se alimentan, por tanto, de aspiraciones radicadas en
el corazón del hombre”.
“La
cultura de las redes sociales y los cambios en las formas y los
estilos de la comunicación suponen todo un desafío para quienes
desean hablar de verdad y de valores. A menudo, como sucede también
con otros medios de comunicación social, el significado y la
eficacia de las diferentes formas de expresión parecen determinados
más por su popularidad que por su importancia y validez intrínsecas.
La popularidad, a su vez, depende a menudo más de la fama o de
estrategias persuasivas que de la lógica de la argumentación. A
veces, la voz discreta de la razón se ve sofocada por el ruido de
tanta información y no consigue despertar la atención, que se
reserva en cambio a quienes se expresan de manera más persuasiva.
Los medios de comunicación social necesitan, por tanto, del
compromiso de todos aquellos que son conscientes del valor del
diálogo, del debate razonado, de la argumentación lógica; de
personas que tratan de cultivar formas de discurso y de expresión
que apelan a las más nobles aspiraciones de quien está implicado en
el proceso comunicativo. El diálogo y el debate pueden florecer y
crecer asimismo cuando se conversa y se toma en serio a quienes
sostienen ideas distintas de las nuestras. Teniendo en cuenta la
diversidad cultural, es preciso lograr que las personas no sólo
acepten la existencia de la cultura del otro, sino que aspiren
también a enriquecerse con ella y a ofrecerle lo que se tiene de
bueno, de verdadero y de bello." (Discurso para el Encuentro con
el mundo de la cultura, Belém, Lisboa, 12 mayo 2010).”
“Las
redes sociales deben afrontar el desafío de ser verdaderamente
inclusivas: de este modo, se beneficiarán de la plena participación
de los creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús y los
valores de la dignidad humana que promueven sus enseñanzas. En
efecto, los creyentes advierten de modo cada vez más claro que si la
Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital
podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas
para las que este espacio existencial es importante. El ambiente
digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma
parte de la realidad cotidiana de muchos, especialmente de los más
jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la interacción humana
pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la comunicación
que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este
ambiente es el prerrequisito para una presencia significativa dentro
del mismo”.
“La
capacidad de utilizar los nuevos lenguajes es necesaria no tanto para
estar al paso con los tiempos, sino precisamente para permitir que la
infinita riqueza del Evangelio encuentre formas de expresión que
puedan alcanzar las mentes y los corazones de todos. En el ambiente
digital, la palabra escrita se encuentra con frecuencia acompañada
de imágenes y sonidos. Una comunicación eficaz, como las parábolas
de Jesús, ha de estimular la imaginación y la sensibilidad afectiva
de aquéllos a quienes queremos invitar a un encuentro con el
misterio del amor de Dios. Por lo demás, sabemos que la tradición
cristiana ha sido siempre rica en signos y símbolos: pienso, por
ejemplo, en la cruz, los iconos, el belén, las imágenes de la
Virgen María, los vitrales y las pinturas de las iglesias. Una parte
sustancial del patrimonio artístico de la humanidad ha sido
realizada por artistas y músicos que han intentado expresar las
verdades de la fe”.
“En
las redes sociales se pone de manifiesto la autenticidad de los
creyentes cuando comparten la fuente profunda de su esperanza y de su
alegría: la fe en el Dios rico de misericordia y de amor, revelado
en Jesucristo. Este compartir consiste no solo en la expresión
explícita de la fe, sino también en el testimonio, es decir, en el
modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean
profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable
explícitamente de él ". (Mensaje para la Jornada Mundial de
las Comunicaciones Sociales 2011). Una forma especialmente
significativa de dar testimonio es la voluntad de donarse a los demás
mediante la disponibilidad para responder pacientemente y con respeto
a sus preguntas y sus dudas en el camino de búsqueda de la verdad y
del sentido de la existencia humana. La presencia en las redes
sociales del diálogo sobre la fe y el creer confirma la relevancia
de la religión en el debate público y social”.
“Para
quienes han acogido con corazón abierto el don de la fe, la
respuesta radical a las preguntas del hombre sobre el amor, la verdad
y el significado de la vida -que están presentes en las redes
sociales- se encuentra en la persona de Jesucristo. Es natural que
quien tiene fe desee compartirla, con respeto y sensibilidad, con
las personas que encuentra en el ambiente digital. Pero en definitiva
los buenos frutos que el compartir el Evangelio puede dar, se deben
más a la capacidad de la Palabra de Dios de tocar los corazones, que
a cualquier esfuerzo nuestro. La confianza en el poder de la acción
de Dios debe ser superior a la seguridad que depositemos en el uso de
los medios humanos. También en el ambiente digital, en el que con
facilidad se alzan voces con tonos demasiado fuertes y conflictivos,
y donde a veces se corre el riesgo de que prevalezca el
sensacionalismo, estamos llamados a un atento discernimiento. Y
recordemos, a este respecto, que Elías reconoció la voz de Dios no
en el viento fuerte e impetuoso, ni en el terremoto o en el fuego,
sino en el susurro de una brisa suave" (1R 19,11-12). Confiemos
en que los deseos fundamentales del hombre de amar y ser amado, de
encontrar significado y verdad –que Dios mismo ha colocado en el
corazón del ser humano- hagan que los hombres y mujeres de nuestro
tiempo estén siempre abiertos a lo que el beato cardenal Newman
llamaba la luz amable" de la fe”.
“Las
redes sociales, además de instrumento de evangelización, pueden ser
un factor de desarrollo humano. Por ejemplo, en algunos contextos
geográficos y culturales en los que los cristianos se sienten
aislados, las redes sociales permiten fortalecer el sentido de su
efectiva unidad con la comunidad universal de los creyentes. Las
redes ofrecen la posibilidad de compartir fácilmente los recursos
espirituales y litúrgicos, y hacen que las personas puedan rezar con
un renovado sentido de cercanía con quienes profesan su misma fe. La
implicación auténtica e interactiva con las cuestiones y las dudas
de quienes están lejos de la fe nos debe hacer sentir la necesidad
de alimentar con la oración y la reflexión nuestra fe en la
presencia de Dios, y también nuestra caridad activa: Aunque hablara
las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad,
soy como bronce que suena o címbalo que retiñe" (1 Co 13,1).”
“Existen
redes sociales que, en el ambiente digital, ofrecen al hombre de hoy
ocasiones para orar, meditar y compartir la Palabra de Dios. Pero
estas redes pueden asimismo abrir las puertas a otras dimensiones de
la fe. De hecho, muchas personas están descubriendo, precisamente
gracias a un contacto que comenzó en la red, la importancia del
encuentro directo, de la experiencia de comunidad o también de
peregrinación, elementos que son importantes en el camino de fe.
Tratando de hacer presente el Evangelio en el ambiente digital,
podemos invitar a las personas a vivir encuentros de oración o
celebraciones litúrgicas en lugares concretos como iglesias o
capillas. Debe de haber coherencia y unidad en la expresión de
nuestra fe y en nuestro testimonio del Evangelio dentro de la
realidad en la que estamos llamados a vivir, tanto si se trata de la
realidad física como de la digital. Ante los demás, estamos
llamados a dar a conocer el amor de Dios, hasta los más remotos
confines de la tierra”.
“Rezo
para que el Espíritu de Dios os acompañe y os ilumine siempre, y al
mismo tiempo os bendigo de corazón para que podáis ser
verdaderamente mensajeros y testigos del Evangelio. Id por todo el
mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Mc
16,15)”.
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