Ciudad
del Vaticano, 22 junio 2012
(VIS).-El primer grupo de prelados de la Conferencia Episcopal de
Colombia fue recibido esta mañana por el Papa al final de su visita
“ad Limina”. En su discurso a los obispos el pontífice elogió,
en primer lugar sus esfuerzos para “concretar iniciativas
encaminadas a fomentar una corriente de renovada y fructífera
evangelización” y reconoció al mismo tiempo que “Colombia no es
ajena a las consecuencias del olvido de Dios”.
“Mientras
que años atrás era posible reconocer un tejido cultural unitario,
ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a
cuanto inspirado en ella, hoy no parece que sea así en vastos
sectores de la sociedad, a causa de la crisis de valores espirituales
y morales que incide negativamente en muchos de sus compatriotas”,
dijo el Santo Padre, invitando a los obispos a contrarrestar este
estado de cosas siguiendo “con tenacidad y perseverancia” las
pautas trazadas en el Plan Global de la Conferencia Episcopal
(2012-2020) y a aprovechar las reflexiones del próximo Sínodo de
los Obispos, así como las propuestas del “Año de la fe”.
“El
creciente pluralismo religioso -prosiguió- es un factor que exige
una seria consideración. La presencia cada vez más activa de
comunidades pentecostales y evangélicas, no sólo en Colombia, sino
también en muchas regiones de América Latina, no puede ser ignorada
ni minusvalorada. En este sentido, es evidente que el pueblo de Dios
está llamado a purificarse y a revitalizar su fe (...) pues 'muchas
veces la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo
que los grupos “no católicos” creen, sino fundamentalmente por
lo que ellos viven; no por razones doctrinales sino vivenciales; no
por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales; no por
problemas teológicos sino metodológicos de nuestra Iglesia'. Se
trata, por tanto, de ser mejores creyentes (...) para que nadie se
sienta lejano o excluido”.
Después
Benedicto XVI subrayó que el episcopado colombiano no debe dejar de
“individuar cuanto entorpece el recto progreso de Colombia,
buscando salir al encuentro de los que se hallan privados de libertad
por causa de la inicua violencia”. Igualmente ha de redoblar
“las medidas y los programas tendentes a acompañar (...) y a
asistir a cuantos se hallan probados, de modo peculiar a los que son
víctimas de desastres naturales, a los más pobres, a los
campesinos, a los enfermos y afligidos, multiplicando las iniciativas
solidarias (...) No olviden tampoco a quienes tienen que emigrar de
su patria, porque han perdido su trabajo o se afanan por encontrarlo;
a los que ven avasallados sus derechos fundamentales y son forzados a
desplazarse de sus propias casas y a abandonar sus familias bajo la
amenaza de la mano oscura del terror y la criminalidad; o a los que
han caído en la red infausta del comercio de las drogas y las armas.
Deseo alentarles a proseguir este camino de servicio generoso y
fraterno, que no es resultado de un cálculo humano, sino que nace
del amor a Dios y al prójimo, fuente en donde la Iglesia encuentra
su fuerza para llevar a cabo su tarea”.
“Queridos
hermanos en el Episcopado; Para que la luz de lo Alto continúe
haciendo fecundo el empeño profético y caritativo de la Iglesia en
Colombia, insistan en favorecer en los fieles el encuentro personal
con Jesucristo, de modo que (...) mediten con asiduidad la Palabra
de Dios y participen (...) en los sacramentos, celebrados a tenor de
las normas canónicas y los libros litúrgicos. Todo esto será cauce
propicio para un idóneo itinerario de Iniciación Cristiana,
invitará a todos a la conversión y a la santidad y cooperará a la
tan necesaria renovación eclesial”, concluyó Benedicto XVI
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