CIUDAD DEL VATICANO, 24 NOV 2011 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana a los participantes en el encuentro promovido por Caritas italiana para celebrar el 40 aniversario de esa institución. En su discurso el Papa recordó que Caritas tenía “una importante tarea educativa frente a la comunidad, las familias y la sociedad civil en que la Iglesia está llamada ser luz. Se trata de asumir la responsabilidad de educar a la vida buena del Evangelio, que es tal sólo si comprende de forma orgánica el testimonio de la caridad”.
“No desistáis nunca de esta tarea educativa aun cuando el camino sea arduo y el esfuerzo parezca no dar resultados –dijo- Vividla en fidelidad a la Iglesia y en el respeto de la identidad de vuestras instituciones, utilizando las herramientas que la historia os ha entregado y aquellas que “la fantasía de la caridad”, como decía el beato Juan Pablo II os sugerirá para el futuro”.
“Una obra de caridad habla de Dios, anuncia una esperanza, lleva a plantearse preguntas (...) Son obras que nacen de la fe. Son obras de Iglesia, expresión de la atención hacia los que pasan más fatigas. Son acciones pedagógicas porque ayudan a los más pobres a crecer en su dignidad; a las comunidades cristianas a caminar tras las huellas de Cristo; a la sociedad civil a asumir sus obligaciones. Recordemos cuanto enseña el Concilio Vaticano II : “Satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia”.El humilde y concreto servicio que ofrece la Iglesia no quiere sustituirse, ni tanto menos adormecer, a la conciencia colectiva y civil. Se pone a su lado con espíritu de sincera colaboración, en la debida autonomía y plena conciencia de la subsidiaridad”.
“La caridad requiere apertura de la mente (...) Responder a las necesidades no solo significa dar pan al hambriento, sino interrogarse acerca de las causas por las que tiene hambre, con la mirada de Jesús que sabía ver la realidad profunda de las personas que se acercaban a él. En esta perspectiva el presente interpela vuestro ser artífices de caridad. No podemos dejar de pensar en el vasto campo de la inmigración. A menudo calamidades naturales y guerras crean situaciones de emergencia. La crisis económica global es un signo ulterior de los tiempos que requiere el coraje de la fraternidad. La diferencia entre norte y sur del mundo y la lesión de la dignidad humana de tantas personas, piden una caridad que se ensanche, en círculos concéntricos, de los sistemas económicos pequeños a los grandes, El malestar generalizado, la debilitación de las familias, la incertidumbre de la condición juvenil indican el peligro de una disminución de la esperanza”.
“La humanidad no necesita solo benefactores, sino personas sencillas y concretas que como Jesús sepan ponerse al lado de los hermanos compartiendo sus fatigas. En una palabra, la humanidad busca señales de esperanza. Nuestra fuente de esperanza es el Señor. Por eso es necesaria Caritas, no para delegarle el servicio de caridad, sino porque es una señal de la caridad de Cristo, una señal que da esperanza”, concluyó el pontífice.
AC/ VIS 20111124 (530)
“No desistáis nunca de esta tarea educativa aun cuando el camino sea arduo y el esfuerzo parezca no dar resultados –dijo- Vividla en fidelidad a la Iglesia y en el respeto de la identidad de vuestras instituciones, utilizando las herramientas que la historia os ha entregado y aquellas que “la fantasía de la caridad”, como decía el beato Juan Pablo II os sugerirá para el futuro”.
“Una obra de caridad habla de Dios, anuncia una esperanza, lleva a plantearse preguntas (...) Son obras que nacen de la fe. Son obras de Iglesia, expresión de la atención hacia los que pasan más fatigas. Son acciones pedagógicas porque ayudan a los más pobres a crecer en su dignidad; a las comunidades cristianas a caminar tras las huellas de Cristo; a la sociedad civil a asumir sus obligaciones. Recordemos cuanto enseña el Concilio Vaticano II : “Satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia”.El humilde y concreto servicio que ofrece la Iglesia no quiere sustituirse, ni tanto menos adormecer, a la conciencia colectiva y civil. Se pone a su lado con espíritu de sincera colaboración, en la debida autonomía y plena conciencia de la subsidiaridad”.
“La caridad requiere apertura de la mente (...) Responder a las necesidades no solo significa dar pan al hambriento, sino interrogarse acerca de las causas por las que tiene hambre, con la mirada de Jesús que sabía ver la realidad profunda de las personas que se acercaban a él. En esta perspectiva el presente interpela vuestro ser artífices de caridad. No podemos dejar de pensar en el vasto campo de la inmigración. A menudo calamidades naturales y guerras crean situaciones de emergencia. La crisis económica global es un signo ulterior de los tiempos que requiere el coraje de la fraternidad. La diferencia entre norte y sur del mundo y la lesión de la dignidad humana de tantas personas, piden una caridad que se ensanche, en círculos concéntricos, de los sistemas económicos pequeños a los grandes, El malestar generalizado, la debilitación de las familias, la incertidumbre de la condición juvenil indican el peligro de una disminución de la esperanza”.
“La humanidad no necesita solo benefactores, sino personas sencillas y concretas que como Jesús sepan ponerse al lado de los hermanos compartiendo sus fatigas. En una palabra, la humanidad busca señales de esperanza. Nuestra fuente de esperanza es el Señor. Por eso es necesaria Caritas, no para delegarle el servicio de caridad, sino porque es una señal de la caridad de Cristo, una señal que da esperanza”, concluyó el pontífice.
AC/ VIS 20111124 (530)
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